El corregimiento de las diecisiete villas (fotografía: Jesús Pinedo)


Imagen del poder municipal

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EL CORREGIMIENTO DE LAS DIECISIETE VILLAS EN LA EDAD MODERNA (foto: Jesús Pinedo)

jueves, 3 de septiembre de 2015

Rodrigo de Santelices Guevara y Arredondo (II)

(Cont.) Baltasar de la Fuente para la administración del dinero de la compañía de Andrés Sanz de los Herreros e igual debían obrar los otros tres concejos donde residía el capitán de sus milicias. En apenas una semana, que va del 31 de agosto al 6 de septiembre da por cerrada su estancia en San Clemente. Las compañías están completadas y el dinero de los gastos asegurado, incluido el establecimiento de un sistema de socorros para las mujeres de los soldados.  Se pensaba movilizar los 584 soldados del partido de San Clemente con sus capitanes y oficiales al mando de las cuatro compañías existentes. Sin embargo, el 17 de noviembre Rodrigo de Santelices manifiesta su malestar desde Cuenca por la gran cantidad de fugitivos e impedidos de los soldados enviados en septiembre; de los ochenta soldados que debía mandar San Clemente cuarenta y dos se han fugado o están impedidos. En esta ocasión su rabia va dirigida contra los soldados, pero responsabiliza también a los regidores de la villa. Para hacer valer sus drásticas decisiones se hace valer de las dos personas más próximas a la corona en la villa. Ordena al corregidor Antonio Sevillano Ordóñez reponer los 42 soldados por sorteo o elección, le da facultad para prender, secuestrar y vender los bienes de los fugitivos con los que se ha de pagar la nueva leva y a falta de dinero deberá responder el ayuntamiento con sus bienes y los propios regidores con penas de 200 ducados por incumplimiento de las órdenes. Se comprende que la causa de las deserciones es el desvalimiento de las familias de los milicianos, por lo que se dan socorros a sus mujeres, a cuenta de las alcabalas y rentas de la villa. Francisco Destudillo, tesorero de rentas reales, no dudará pedir la prisión de los regidores para hacerse con el dinero. Un dinero que no olvidemos estaba consignado al pago de juros y asentistas. Cuando en febrero de 1641, Rodrigo Santelices, ya titulándose superintendente de milicias, inicia su segunda leva, ha perdido algo de su ingenuidad pero no su determinación. Ahora le preocupa más la selección de los soldados; evitar los casados con más de cuatro hijos, y en lo posible reclutar solteros y casados sin hijos, que sean hábiles para el manejo de las armas y cumplan con los límites de edad marcados los milicianos, de dieciocho a cincuenta años. Vuelve a las formas de financiación anteriores para la conducción de soldados, adelanto del caudal del pósito que se ha de reponer de los arbitrios, aunque rebaja la cantidad por soldado a setenta reales. Y endurece las amenazas a los regidores a los que hace responsables de la marcha de los soldados hacia Cuenca y del pago de socorros, so pena de 4.000 ducados para gastos de guerra, prisión y embargo de sus bienes. El 8 de marzo, en presencia de Rodrigo Santelices, San Clemente tiene los 80 soldados de la villa listos para marchar hacia Molina. Para el día 12 los soldados salen conducidos, no por un cabo, sino por el regidor Juan López Toledano, que lleva los 4.400 reales de la conducción consigo y la responsabilidad de llevar a buen término la empresa. El perseverante inquisidor manda dar traslado de los autos al escribano Julián Albiz de Laredo, para su remisión a la Junta de Ejecución. Como garantes del cumplimiento firman los alcaldes ordinarios de la villa, Juan Rosillo y Mateo Lucas. Esta vez ha conseguido levantar la milicia en quince días. A los regidores no se les da respiro. El 27 de marzo reciben la visita de Antonio Miranda, del Consejo de su Majestad, con nuevas peticiones y presentando al ayuntamiento el desolador estado del Reino. Viene a pedir 1000 ducados y levantar una compañía de coraceros. El ayuntamiento eleva el tono, recuerda los donativos anteriores y la reciente aportación de los 600 ducados a soldados de milicia, redondeados en sus quejas a 1.000; tiene deudas por valor de 10.000, contraídas con sus acreedores los González Galindo y Piñán Castillo. Se accede a dar los mil ducados que se endosarán al resto de los pueblos del partido, pero no los coraceros, pues el omnipresente como odiado corregidor Antonio Sevillano hace ocho días que ha adelantado una leva de hidalgos para la guerra de Portugal. El 29 de mayo Antonio Miranda vuelve con 120 coraceros reclutados en la Mancha y Albacete. A los caballos se les dará paja y cebada, a él y sus soldados, salvo tres regidores que hospedarán a familiares de otras localidades, les negarán la hospitalidad, teniendo que repartirse entre las casas del corregidor y el resto de casas de los vecinos.

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