El corregimiento de las diecisiete villas (fotografía: Jesús Pinedo)


Imagen del poder municipal

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EL CORREGIMIENTO DE LAS DIECISIETE VILLAS EN LA EDAD MODERNA (foto: Jesús Pinedo)

sábado, 12 de marzo de 2016

El doctor Tébar y la peste de 1600

La España del siglo XVII era cada vez menos una sociedad del mérito y un poco más el fruto de la delación. La acusación anónima en el momento oportuno podía hundir la vida de una persona o, en su inoportunidad, acabar con las ambiciones propias. En la sociedad sanclementina de comienzos del seiscientos, el doctor Cristóbal era una figura respetada en una villa muy abierta. Especialmente por el papel central que debió tener la Iglesia en la peste del año seiscientos, auxiliando a muchos vecinos. Pero el doctor Tébar era un hombre también muy rico, muy bien relacionado en la corte y con importantes conexiones con el mundo indiano a través de su hermano Diego de Tébar. Ambos hermanos, Cristóbal y Diego (que vuelve del Perú por estos años), ampliarán su hacienda con la compra de múltiples tierras entre los años 1605 y 1607. No es de extrañar que en este contexto las envidias afloraran y, con ellas, las acusaciones de judaísmo contra una familia cuyos antecedentes eran conocidos por todos en la villa de San Clemente.

La ocasión se presentará propicia cuando un sobrino del doctor Cristóbal de Tébar pase a Indias y deba obtener la preceptiva información de testigos sobre limpieza de sangre. Jerónimo de Herriega y Carrera pasará a Santo Domingo en la Española en 1609, acompañado de un criado llamado Pedro Ruiz de Alarcón, pero antes sufrirá una grave acusación sobre sus antecedentes familiares judaicos.

La acusación contra el bachiller Jerónimo de Herriega (o Arriaga) y Carrera, presbítero y teniente de cura de la iglesia de San Clemente, vino el año de 1607 del licenciado García Ángel, notario del Santo Oficio, haciéndose eco de una acusación de un clérigo llamado Juan del Campo que reconocía haber visto en un breviario propiedad del mencionado Jerónimo los nombres de los meses escritos en lengua hebraica. La acusación, que ya se había formulado con poco éxito dos años antes, no era falsa, pues la página del breviario con los meses en hebreo hoy nos aparece en el expediente conservado entre los papeles del Consejo de la Inquisición. Como acusación complementaria el licenciado García Ángel aportaba los antecedentes familiares de Jerónimo, que se remontaban a Luis de Orihuela:
Meses en hebreo

Gerónimo de Herriega y Carrera, clérigo de la dicha villa, se hordenó de missa abrá siete o ocho años con ynformación que hiço de limpieça con comissión del prouissor, la qual entiendo está en los papeles de Pedro de Pedrosa, notario que fue en la audiencia episcopal desta ciudad y por ella constará de los testigos los quales qualificaron al susodicho falsamente porque es hijo de Bernardina del Castillo y nieto de Juan de Origüela y bisnieto de Luis de Origüela relaxado por el Sancto Officio.

Jerónimo Herriega había mentido dos veces, sosteniendo su limpieza de sangre, en el momento de ordenarse sacerdote y, recientemente, el 10 de marzo de 1608, con motivo de la información de testigos necesaria para pasar a las Indias. Era notorio en el pueblo que su bisabuelo Luis Orihuela había sido quemado en 1517 por judaizante y su sambenito estaba colgado en la iglesia parroquial de Santiago. Uno de los testigos de la información de 10 de marzo de 1608, había sido el doctor Cristóbal de Tébar, cura de la villa y futuro fundador del Colegio de la Compañía de Jesús. García Ángel centrará ahora las acusaciones en el parentesco de Herriega con el doctor Tébar.

Cristóbal de Tébar era amigo de Fray Cristóbal Rodríguez, que recientemente había sido nombrado Arzobispo de Santo Domingo en la isla de La Española. Valiéndose de esa amistad el doctor Tébar vio la oportunidad de colocar a su deudo Jerónimo Herriega como vicario y provisor en el mencionado arzobispado. García Ángel vería el momento de cortar tan fulgurante carrera eclesiástica de Herriega en la información de testigos que sobre la limpieza de sangre se había de realizar a comienzos de marzo de 1608, y de paso, apuntar a su principal objetivo, el doctor Tébar. No dudó en denunciar cómo esa información se estaba preparando falsamente por el doctor Tébar en su propia casa con ayuda de testigos, parientes y amigos de la familia Origüela, entre los que incluía a la justicia que tramitaba los autos:

cómo se hacía en esta villa la dicha información y el juez ante quien era Pedro Sánchez de Santacruz alcalde hordinario que es al presente primo hermano del dicho doctor Téuar y primo segundo o primo hermano de la madre del dicho Gerónimo de Herriega, los quales son todos del linaje de los origüelas

Las acusaciones de García Ángel iban más allá, acusando de judaizantes al escribano y otros testigos, que aparecían en la información que ahora en su poder remitía al tribunal de la Inquisición de Cuenca

la información original que se hiço ante Fernando de Iniesta escriuano, muy deudo del sobredicho y advierto a v.s. que Miguel Cantero testigo presentado es descendiente de Diego Sánchez de Valdoliuas y Teresa Rodríguez, él relaxado en estatua y ella reconciliada con ábito perpetuo y es hombre que hará dos años por la octaua de Corpus Christi que se está excomulgado de participantes y sólo a estado absuelto algunas veces por ocho o diez días o por la solenidad de las pascuas 


La mencionada información de testigos de Herriega fue preparada por el doctor Tébar. Los testigos se limitarían a firmar. La ascendencia del futuro pasajero a Indias no fue más allá de los padres, Bernardina del Castillo y el doctor Francisco Carrera; se resaltaron sus estudios en Derecho por la Universidad de Salamanca, su servicio como teniente de cura durante siete años en la iglesia parroquial de Santiago junto a su tío, y, sobre todo, su compromiso y riesgo personal en la peste que sufrió el pueblo en 1600. Fueron testigos el propio doctor Tébar, Pedro Sánchez Carnicero, Miguel López de Lope el viejo, Roque de Salcedo, escribano público, Miguel Cantero y Agustín Valenzuela. La información remitida por García Ángel al Tribunal de la Inquisición de Cuenca, sería reclamada desde Madrid por el Consejo de la Suprema, donde el expediente quedaría archivado y olvidado. Jerónimo Herriega pasaría a Indias a ocupar su puesto de provisor en el arzobispado de Santo Domingo (1).

Todos los testigos repitieron los mismos argumentos, empezando por el doctor Tébar, y todos recalcaron la labor arriesgada y desprendida del joven Herriega durante la peste de 1600, que en palabras de su tío se expresaba así

Firma del doctor Tébar
el qual administra los sacramentos en su iglesia mayor con mucha aceptación de toda esta villa, especialmente en el año de seiscientos pasado que ubo enfermedad de peste en la que murieron más de tres mill personas y enfermaron más de ocho mill y entonzes fue tan buen obrero de la viña de Dios que administró los santos sacramentos sin adventurar a el peligro de su vida a todos los enfermos de suerte que causó gran devoción que un clérigo tan mozo anduviese tan diligente



El testimonio del doctor Tébar, que por entonces contaba 56 años (lo que nos permite fijar el año de su nacimiento hacia 1552), fue ratificado por el resto de los testigos, haciendo especial hincapié en el valor durante el contagio de 1600 de aquel joven recién ordenado. Lo llamativo son las cifras, el mal había afectado a más de ocho mil personal, de las que más de tres mil murieron. Diego Torrente Pérez estudió este contagio que asoló la villa de San Clemente durante seis o siete meses, confirmando las cifras mencionadas; el propio ayuntamiento reconocía para el 27 de diciembre de 1600 alrededor de 2800 muertos y cuatro mil enfermos. A pesar de los esfuerzos por establecer un cordón sanitario a finales de mayo, el ayuntamiento reconocía que la peste había alcanzado el 20 de junio el pueblo en una calle cerca de la Cruz Cerrada. Los intentos por aislar este foco fueron baldíos. De cara al exterior, se intentaba negar el problema en las contestaciones que se daban al corregidor de Cuenca; hasta que a finales de julio se reconoció la gravedad del contagio, la necesidad de echar mano de las provisiones y dinero del pósito de don Alonso de Quiñones y pedir ayuda urgente a la Junta de Salud constituida en la Corte. La villa se hizo con los servicios de un cirujano, el licenciado Muñoz, que complementó los servicios del licenciado Villanueva, mientras se mandaba a Pedro de Tébar a Madrid para solicitar ayuda a los hermanos del Hospital de Antón Martín y la llegada de un médico entendido de la corte llamado Diego Núñez. Los enfermos fueron trasladados al hospital de Santa Ana y a una casa aneja que en la Celadilla había cedido el alférez mayor de la villa, don Juan Pacheco. Como siempre en estas ocasiones, los gestos más nobles fueron acompañados de los más ruines. La solidaridad de Villarrobledo, cediendo 4.000 fanegas de trigo, escondía la oportunidad del negocio, por contra, el ofrecimiento de La Roda fue desprendido; Vara de Rey, cerró sus puertas a los sanclementinos; mientras los pobres eran hacinados en el hospital, a los ricos se les permitía ser atendidos en su casa; el alférez mayor Juan Pacheco huyó del mal, refugiándose en su lugar de Perona. Para finales de octubre la peste empezaba a remitir y ya el cuatro de enero de 1601 se daba por desapestada la villa. El coste económico del contagio fue desorbitado, alrededor de 6.000 ducados; una villa endeudada entonces ya por los gastos heredados de las suntuosas edificaciones en torno a la plaza y las obras que se llevaban a cabo desde 1593 en la cárcel por Joaquín de Obieta y Juan de Zuri y la nueva construcción del puente de Santa Ana, echó mano de las ganancias del pósito (2).

Nos son llamativas las cifras de enfermos y mortandad. Fueron más de ocho mil los vecinos afectados. Los datos de población que tenemos para San Clemente son para 1591 de alrededor de 1570 vecinos o familias, esto supondría que la práctica totalidad de la población de la villa se vio afectada por la peste y que el índice multiplicador de cuatro para hallar la población de la villa se quedaría corto, siendo preciso multiplicar el número de vecinos por cinco o seis para calcular el número habitantes. Más sorprendente es la capacidad de recuperación de la villa que en poco más de una o dos decenas de años ya contaba con más de dos mil vecinos. ¿Son reales estas cifras?. Quizás el número de victimas esté exagerado, pero también es verdad que la población de San Clemente debió crecer rápidamente, y lo haría desde comienzos del siglo XVII, motivado por el establecimiento en esta villa de la sede del corregimiento, que la convertía oficialmente en capital de la comarca. Se puede añadir como explicación que la villa tenía una población flotante muy importante, especialmente para el verano por las cosechas, vendimias y transacciones comerciales que culminaban en la feria de septiembre; quizás esa fue la causa de no querer reconocer la gravedad del problema, en un momento de máxima actividad y flujo de personas, hasta finales de julio, o que en agosto todavía se negara el mal. En cualquier caso, la villa salió exhausta y endeudada después de la peste; dan fe de ello los registros municipales de comienzos de 1606, con más de mil familias pobres y un cuarto de viudas entre la composición total de vecinos del pueblo.

La peste de 1600, vino precedida por las malas cosechas de los dos años anteriores, que dejaron a la población muy debilitada y propensa al mal. La peste no sólo afectó a la villa de San Clemente; Pérez Moreda (3), que ha delimitado esta peste en los años 1596-1602, la ha definido como peste exclusivamente castellana y ha estudiado como incidió en diversas poblaciones del Sur de la provincia de Cuenca: mortalidad elevada en Belmonte desde 1599, año en que cae la natalidad en El Cañavate y en Motilla del Palancar, caída que se prolongó en esta villa durante 1601. Sobre los estragos de la peste contamos además con el testimonio del médico de la villa de Cañete más al norte, citado por el mismo autor. En suma, se puede dudar de la exactitud de las cifras pero no de la virulencia del mal en algunos pueblos de la Manchuela, cuyo estudio futuro vendrán a complementar y confirmar los datos que disponemos de la villa de San Clemente.




(1) Archivo General de Indias,CONTRATACION,5313,N.9
(2) TORRENTE PEREZ, Diego: Documentos para la Historia de San Clemente. Ayuntamiento de San Clemente. 1975.  Tomo II, pp. 326-330
(3) PEREZ MOREDA, Vicente: La crisis de mortalidad en la España Interior. Siglos XVI-XIX. Siglo XXI. Madrid. 1980. pp. 257-265


Archivo Histórico Nacional, INQUISICIÓN, 1924, Exp. 21 Proceso criminal de Gerónimo de Herriega Carrera, 1607-1608

1 comentario:

  1. Muchas gracias. Me ha servido de mucha ayuda. Extraordinaria labor la que realizas.
    Un abrazo.

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