El corregimiento de las diecisiete villas (fotografía: Jesús Pinedo)


Imagen del poder municipal

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EL CORREGIMIENTO DE LAS DIECISIETE VILLAS EN LA EDAD MODERNA (foto: Jesús Pinedo)
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lunes, 2 de mayo de 2016

Cómo los Garnica entroncaron con la Grandeza de España (1593): el buen nombre de la familia

El Consejo Real tendría conocimiento del desposorio de San Clemente con fecha de veinte octubre, ordenando al corregidor que iniciara una serie de pesquisas tendentes  a averiguar lo sucedido. Las informaciones de testigos se desarrollaron a lo largo del día 31 de octubre de 1593; el corregidor elegiría personas próximas y de confianza, pero con influencia y poder en la villa, pues con sus testimonios se trataba de demostrar la poca calidad y nobleza de los Garnica.

El primero de los testigos llamados sería Martín Alfonso de Buedo, tesorero de rentas reales de Marquesado de Villena. Avecindado en San Clemente, este hombre contaba  con treinta y tres años. Doce años después, en 1605, moriría. Su repentina muerte, dejaría a su viuda Catalina de Buedo incapaz de defender los derechos a la tesorería de su hijo menor Martín, frente a su tío. Le seguiría en las declaraciones el licenciado Alonso Ruiz de Villamediana, de 62 años, de familia cristiana vieja y con fama de limpia y noble en la villa, y cerrarían los testimonios dos Ortega. Francisco de Ortega, el padre, de 64 años, ya había cedido el testigo familiar a su hijo Rodrigo, el futuro señor de Villar de Cantos, y fundador del mayorazgo familiar junto a su esposa Ana Rosillo años después. Rodrigo de Ortega era regidor perpetuo de la villa y contaba entonces con 32 años.

Las declaraciones de estos testigos obviaron las acusaciones contra el cura Tébar, para centrarse en las calidades de los Garnica. No es extraño, pues Francisco de Ortega estaba casado con una Tébar de nombre Jimena. En la declaración de otros como Martín Alfonso de Buedo debió pesar más su proximidad al poder público ostentado por el corregidor, pues él también desempeñaba un cargo público. Es más dudosa la declaración de Alonso Ruiz de Villamediana y el interés que podía tener en declarar contra los Garnica, pero fue la declaración que más detalles aportó. Por el licenciado Ruiz de Villamediana, sabemos que el día del matrimonio, cinco de octubre, fue martes y que en el pueblo no se supo nada del mismo hasta el domingo 10 de octubre, cuando el matrimonio fue denunciado en la Iglesia Mayor de Santiago

este testigo no supo del dicho desposorio hasta o quatro o cinco días después de hecho porque dicen que fue secreto e sin amonestaciones y que el probisor deste obispado de Quenca había dado licencia para que se desposasen de presente syn denuciación alguna y que después de desposados se hiciesen, e ansí después una fiesta oyó este testigo denunciarlos en la yglesia desta uilla

la denuncia debió venir desde el púlpito, pero ¿quién hizo la acusación en ausencia del excomulgado doctor Tébar? No lo sabemos. Pero las acusaciones pusieron en acción al corregidor Benavides que veía en este enredo matrimonial la sombra de dos clérigos, el propio doctor Tébar y Tristán Pallarés. Pero si en el primer caso, hasta el sacristán puso su pequeña parte en la acusación, nadie se atrevió (a excepción del corregidor) a acusar a Tristán Pallarés. Este clérigo, que había nacido en la época en que murió su antecesor García Pallarés, vivía el final de su vida por estos años y heredará de su antecesor la memoria de aquel noble hombre de clara estirpe para cuantos viajeros pasen ante su epitafio, en la capilla de su nombre; pero al igual que el doctor Tébar era un hombre de su tiempo, ya su tío Tristán Pallarés el viejo estuvo implicado en los sucesos de julio de 1553, ya narrados, y el sobrino andará metido en otros más mundanos, que narraremos, como sus amoríos con la viuda de uno de los Herreros, allá por 1566.

La actuación del corregidor, tras la denuncia, fue inmediata, ordenando el arresto domiciliario de Juana de Valderrama y su hija María y la reclusión de don Jorge en su propia casa. Pero fue especialmente apasionado, tal como denunciará la familia Garnica, en el proceder contra Gaspar Garnica, que sin duda sabedor de lo que se le venía encima había huido a Motilla del Palancar, donde fue apresado y trasladado a la cárcel de San Clemente, para iniciar allí un auténtico calvario. Más suerte debió tener Antonio de Oma Zapata, alejado en Belmonte, bajo el amparo de la jurisdicción privada del marqués de Villena.

Posteriormente vendría la información de los testigos arriba referidos, donde el corregidor Benavides obviaría los temas más escabrosos de las detenciones, para centrarse en la poca calidad del difunto Hernando de Avilés, hombre llano y pechero, y minusvalorar la hidalguía de Juana de Valderrama, por los cuatro costados, pues era gente humilde. Las acusaciones continuarían contra los testigos del matrimonio Antonio de Oma y Gaspar Garnica, cuyo valor de testigos debía ser puesto en entredicho, pues eran deudos de la contrayente. La información sería remitida al Consejo Real por el corregidor Benavides.

Pero los Garnica no estaban dispuestos a jugar el papel de espectadores y víctimas de las diligencias del corregidor. Doña Juana de Valderrama, desde su arresto domiciliario, apoderaría a Diego de Palomares para que se encargara de presentar testigos que defendieran la limpieza, nobleza y calidad de su familia*. Además pidió, en lo que sin duda era un menosprecio a la competencia jurisdiccional del corregidor, que sus testigos fueran examinadas por el alcalde ordinario de la villa de San Clemente, el licenciado Alonso Muñoz. La defensa del honor familiar, en una familia que como pocas en el pueblo podía presumir de nobleza, se intentaba extender a la defensa del buen nombre del difunto Hernando de Avilés, que era un miembro del clan de los Origüela, pero a decir de sus defensores

fue ombre muy principal y onrrado y rregidor perpetuo desta villa de San Clemente hasta que murió muy emparentado con toda la gente más onrrada y noble y principal del pueblo y su comarca y él y sus padres e agüelos e antepasados ostentaron siempre mucha honrra e autoridad y buen punto e como los más delanteros desta tierra e como personas que siempre an podido y valido mucho, tiniendo de ordinario los oficios de alcaldes e rregidores desta villa e de presente es rregidor  perpetuo della Gaspar de Gárnica e Avilés hijo del dicho Hernando de Avilés

Destacamos intencionadamente ese an podido y valido mucho, en lo que tiene de voluntad de anteponer una nobleza fundada más en el mérito y el valor personal, que conduce a la primacía social, por encima de una nobleza de la sangre. Los testigos ratificarían el poder de la familia Avilés-Garnica en la vida municipal sanclementina, pero también la exhibición de ese poder y riqueza con los aderezos propios de su condición hidalga. El primer espaldarazo a los Garnica vino de los Pacheco, en concreto de Francisco Pacheco de Guzmán, que, a sus sesenta años de edad, era propietario de una de las regidurías perpetuas del ayuntamiento. Su testimonio tenía el valor que le daba su propio apellido y fue parco. Pero sería ratificado por el siguiente testigo, Alonso de la Fuente Zapata, aportando los detalles de un hombre mayor de sesenta años que conocía a la familia

conosció a Fortuno de Garnica, padre de la dicha doña Juana, hombre hijodalgo, christiano viejo e muy principal e a Mari Pérez de Oma su madre, hija de Pedro de Oma, hijodalgo executoriado y al dicho Hernando de Avilés su marido... hombre principal y tener casa e criados como tal e aderezos de casa y plata que ningún cavallero de toda la tierra le hazía ventaja... con mucha autoridad e con mucha ventaja en el tratamiento de sus personas como de criados e muy bastecidas e muy regalada la dicha su casa de todo lo necesario y de manera que se tenía particular quenta en esta villa de buen término y buen tratamiento que en la dicha su casa avía

Doña Juana de Valederrama, en palabras de otro testigo, el regidor Llanos de Tébar, a la sazón de 53 años, había procurado que su hija María apareciera como mujer principal de cara a sus vecinos

llevándola siempre delante bien aderezada y vestida con escudero e criadas como hija de padres tan onrrados y principales

Otros testigos, personas principales y mayores de la villa, y en algún caso también deudos, defenderían la hidalguía de los Garnica. Entre ellos, Antón Dávalos Jiménez, de sesenta años, que no había sido precisamente amigo de los Garnica en su juventud, y un deudo, anciano de 73 años, Juan Ángel.

Mientras en la Corte, los derechos de los Garnica estaban representados por el procurador Baltasar Romero, que haría llegar al Consejo Real las informaciones hechas en San Clemente. Conseguirá real provisión para la familia el ocho de noviembre, ordenando la puesta en libertad de los Garnica en el plazo de ocho días. La motivación era que el juez ordinario eclesiástico podía, tal como permitía el concilio tridentino, dispensar de las amonestaciones a su libre albedrío. Con esta provisión, llevada a San Clemente, por Diego Palomares, fue requerido el corregidor Benavides el once de noviembre. Eran testigos Francisco de Astudillo y Alonso de Valenzuela. El corregidor, conocedor sin duda del dicho castellano obedézcase pero no se cumpla, atrasó el cumplimiento de la real provisión a que el Consejo Real se pronunciara sobre las informaciones que él mismo había remitido.

Baltasar Romero pediría el 16 de noviembre se diera nueva sobrecarta para la soltura de sus partes. Se unía a la petición, la querella que, contra el corregidor, presentaba ante el Consejo Real el propio don Jorge Mendoza, que se quejaba de su prisión, que ahora, en condiciones menos benignas, se había trasladado a la casa del ayuntamiento bajo custodia de un alguacil. El Consejo Real decidirá la libertad de los detenidos el 18 de noviembre. Esta vez el corregidor Juan de Benavides cumplirá la orden. A la casa de Juana de Valderrama, acudirá el joven Jorge de Mendoza en busca de la compañía de su esposa María. Poco les duró la felicidad a la pareja, pues hasta allí mandó el corregidor un alguacil para sacar a don Jorge, pues el auto del Consejo Real en modo alguno toleraba la cohabitación de los recién casados sin amonestaciones ni él corregidor estaba dispuesto a permitir tal escándalo público.

Además, el auto del Consejo Real excluía de la libertad a Gaspar de Garnica. Sin duda lo comprometido que había estado el joven en el matrimonio, trayendo a San Clemente a don Jorge de Mendoza, pesaba en su contra; aunque creemos que no tanto como su actitud díscola ante el corregidor, que le profesaba especial inquina, poco dispuesto a tolerar los desacatos de un regidor por joven e inexperto que fuera. Don Juan de Benavides lo tenía, en palabras de su madre,

entre galeotes, haciéndole otras muchas molestias, costas y vejaciones

En la cárcel pública de San Clemente permanecería seis meses Gaspar de Garnica, víctima de la enemistad y obcecación de Juan de Benavides y Mendoza. Y cuatro meses más, contados desde el uno de diciembre, mantendrían su pleito los Garnica.




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*Se puede ver una genealogía bastante acertada de los Oma y Garnica en el blog que abajo detallamos sobre el apellido Granero, aunque ponemos en duda algunas fechas, es destacable la presencia de familias vascas como los Oma en relación con la construcción de edificios religiosos y civiles en la zona.
http://apellidogranero.blogspot.com.es/2011_11_24_archive.HTML



(Imagen): Luis de SALAZAR: Árboles de costados de gran parte de las primeras casas de estos reynos, cuyos dueños vivían el año de 1683. Imprenta de Antonio Cruzado. 1795. Universidad de Laussane, pág. 171. (Donde aparece el apellido Osma, se corresponde con Oma)














AGS. CRC, 434, 7.  El corregidor de San Clemente, Juan de Benavides y Mendoza, contra Jorge de Mendoza, hijo de Iñigo López de Mendoza, y María Garnica Avilés, porque se casaron sin amonestaciones. 1593

jueves, 28 de abril de 2016

Cómo los Garnica entroncaron con la Grandeza de España (1593): la excomunión del doctor Tébar

Doña Juana Valderrama, a quien su marido Hernando de Avilés, había dejado como curadora y tutora de sus hijos Gaspar y María, no estaba dispuesta a que las diligencias del corregidor para anular el matrimonio de su hija con don Jorge de Mendoza dieran su fruto ni mucho menos a que su hijo Gaspar siguiera en la cárcel pública. Por eso, con fecha  25 de octubre encargó su defensa ante el Consejo Real a dos letrados de prestigio de la villa, el doctor Pedro Alonso de Arce y el licenciado Alonso González de Santacruz. El primero, que era un médico de prestigio en la Corte, pronto delegaría su poder en el procurador Baltasar Romero. Al mismo tiempo se recurrió a la jurisdicción eclesiástica del provisor del obispado, doctor Rueda, que mandó le remitieran las actas del matrimonio que obraban en poder del notario de San Clemente, el presbítero Cristóbal de Iranzo. Mientras el corregidor Juan de Benavides y Mendoza seguía inflexible; un mes después de los hechos, tal como atestiguaba el escribano Gaspar Llanos, mantenía encerrado en la cárcel al joven licenciado Gaspar de Garnica.

Don Jorge de Mendoza, era hijo de Iñigo López de Mendoza y natural de la villa de Uclés.
Había conocido a María de Avilés a través de su hermano Gaspar de Garnica, que estudiaba en Alcalá de Henares junto a Jorge de Mendoza. Se había presentado en la villa de San Clemente el 29 de septiembre, pero aún esperaría hasta el cinco de octubre para casarse con doña María de Garnica y Avilés. Los días que transcurrieron entre las dos fechas los aprovechó para obtener mandamiento del juez ordinario del obispado de Cuenca, doctor Rueda, que le autorizara al casamiento. Alegaba don Jorge que no podía esperar a las tres amonestaciones preceptivas, porque sus deudos se opondrían maliciosamente al matrimonio si se alargaban los trámites. Conseguiría la licencia del matrimonio, condicionada a que no cohabitase con la novia hasta no cumplir con las necesarias amonestaciones, relegadas al momento posterior al acto sacramental. El mandamiento del provisor ordenaba al doctor Tébar celebrar el matrimonio, que se aseguró bien de guardar las formas, examinando a los testigos, Antonio de Oma Zapata y Gaspar de Garnica, advirtiendo a los novios de la disparidad de condición social,

que mirase que era noble y generoso, que podía ser uno de los grandes de España y que todas estas calidades le faltaban a la dicha doña María de Avilés

de su libertad para contraer matrimonio y de evitar la cohabitación de momento y asegurándose que la ceremonia matrimonial fuese pública, abriéndose las puertas de la casa de doña Juana Valderrama.

que los matrimonios no se hacen a puerta cerrada sino muy abiertas y que lo sepa Dios y todo el mundo y no solamente los de los aposentos, sino los de la calle y llamen testigos e ansí luego mandó abrir las puertas

Es de destacar la premura con la que el corregidor iniciará las averiguaciones, desde el mismo momento del casamiento; pero también la celeridad, 20 de octubre, con que el Consejo Real pide le sean remitidos los autos del corregidor e inicie informaciones de testigos para saber lo acaecido. Pronto las tomas de declaraciones dejan bien definidos dos bandos en el pueblo. En el primero, se sitúan los Garnica, los Oma y el doctor Tébar, junto a otras figuras menores del momento. En frente, los vecinos principales del pueblo se ven obligados a tomar partido a favor o en contra del cura. El número de enemigos era mayor que el de amigos.

La declaración tomada al doctor Tébar por el corregidor Juan de Benavides fue agria. Intentaba demostrar el corregidor el poco celo religioso del doctor Tébar, que había celebrado el santo sacramento con testigos que eran parientes de la novia y del propio cura, de modo secreto (¿Cuántos testigos pasaron al abrir las puertas?, preguntó con malicia el corregidor) y estando excomulgado. El doctor Tébar se negó a contestar y también a firmar su declaración. No se detendría el corregidor que inició una serie de declaraciones para demostrar que el cura no era quién para celebrar un matrimonio estando excomulgado.

El corregidor tomaría declaración al sacristán de la Iglesia de Santiago, Millán Martínez, que con apenas un mes en el oficio, reconocería saber de la excomunión del cura Tébar. A continuación se consultó en la iglesia la tabla de memorias donde se asentaban los nombres de los excomulgados; allí aparecía el nombre del cura junto a otros vecinos, socios suyos, con la fecha del 25 de septiembre como día de la excomunión. Desde esa fecha tenía prohibido decir misa y administrar los sacramentos. La excomunión por el ordinario de Cuenca tenía su origen en la irregular administración del cura Tébar de la administración de las rentas eclesiásticas, que había dejado de ingresar en el obispado de Cuenca, y la pena se había aplicado también a sus fiadores. Curiosamente, algunos de estos fiadores aparecen también como aliados del cura en el expediente promovido contra su sobrino el licenciado Herriega quince años después. Entre ellos, Francisco Carrera, padre del dicho licenciado, o Miguel Cantero. El escribano del ayuntamiento Martín de la Cámara daría fe

que un hombre de Cuenca abía venido e traya un braço seglar contra el dicho doctor Tébar.

Los testigos, sacristán y socios, reconocerían lo que había negado el cura: el doctor Tébar no sólo no decía misa sino que tenía prohibido acudir a ella.

El corregidor, demostrada la incapacidad del cura para administrar el sacramento del matrimonio, iniciaría su particular cruzada. Esta vez se trataba de acumular testimonios de las personas principales contra el clérigo. No todos declararon contra él.


                                                                                                      (continuará)




AGS. CRC, 434, 7.  El corregidor de San Clemente, Juan de Benavides y Mendoza, contra Jorge de Mendoza, hijo de Iñigo López de Mendoza, y María Garnica Avilés, porque se casaron sin amonestaciones. 1593

martes, 26 de abril de 2016

Cómo los Garnica entroncaron con la Grandeza de España (1593)

Don Jorge de Mendoza, nieto y hermano de Marqués de Mondéjar, joven de 18 años, se presentó un veintinueve de septiembre de 1593 en la villa de San Clemente; seis días después a las nueve de la noche se casaría con María, la hija de Juana de Valderrama, viuda de Hernando de Avilés, que vivía en la ya entonces llamada plazuela de Astudillo, antes que esta familia adquiriera notoriedad en la villa. Provisto de un mandamiento del provisor del obispado de Cuenca que autorizaba su casamiento con la hija de Juana, María de Garnica y Avilés, estaba dispuesto a formalizar en contrato matrimonial lo que sin duda eran auténticos sentimientos de amor hacia la joven María, mezclados de la fogosidad  propia de la edad. La familia del joven, Grandes de España (el grupo nobiliario de mayor prestigio social y acceso a la Corona) era, por supuesto, desconocedora de lo que estaba pasando aquella noche de San Miguel en la lejana villa manchega.

El matrimonio se celebraría, siendo el sacerdote oficiante el doctor Tébar. Don Cristóbal de Tébar es conocido como el inmaculado cura que fundó el Colegio de la Compañía de Jesús en la villa de San Clemente, pero cada vez que nos aproximamos a su figura, nos aparece como un hombre muy comprometido con su tiempo, y con los bienes materiales. Ese día de San Miguel, que casó a los dos jóvenes enamorados, Jorge y María, no se encontraba en la mejor situación en la comunidad eclesiástica. Dicho sin rodeos, el doctor Tébar se encontraba excomulgado por un asunto turbio relacionado con la administración de las rentas eclesiásticas.

Pero la familia Mendoza no estaba dispuesta a aceptar un matrimonio que por la condición de los contrayentes era, en palabras de la época, de gran disparidad:  no era imaginable que un joven emparentado con los Grandes de España casará con la hija de un hombre pechero y llano y una humilde mujer, cuya nobleza no era pareja a su posición social. Además, en el pueblo estaba presente el corregidor don Juan de Benavides y Mendoza, dispuesto a desbaratar tal despropósito matrimonial. Actuando como confidente de los Marqueses de Mondéjar, intentó compaginar su actuación legal para invalidar el matrimonio con el papel de un actor más implicado en este vodevil. Tal como comunicaba el corregidor al Marqués de Mondéjar el día 9 de octubre de 1593, en su apreciación, el matrimonio de los dos jóvenes era una confabulación de curas, emparentados con los Garnica y los Oma:


El día de San Miguel que se contaron 29 del pasado vino a esta villa (de San Clemente) don Jorje de Mendoza, hijo de Yñigo López de Mendoza en compañía de un Gaspar de Garnica, vezino della, el qual a lo que yo he podido alcançar le deuió de engañar y persuadir con sus deudos a que se casase con una hermana suya y para haçerlo ganaron liçençia con secreto del probisor de Cuenca para desposarlo como lo hiçieron sin que se hiçiesen las amonestaçiones que manda el Santo Conçilio y ymagino que ayudaron a este negoçio que tan mal a pareçido en esta tierra: en Cuenca el dotor Martín de Garnica, canónigo, y aquí el dotor Tébar, cura desta villa, y Tristán de Pallarés, clérigo, por ser deudos y amigos

El corregidor ampliaba la trama denunciando a Antonio de Oma Zapata, primo hermano de la viuda Juana de Valderrama, que por entonces vivía en Belmonte, bajo la protección del marqués de Villena. Asimismo informaba que había mandado encerrar con grillos en la cárcel de la villa al principal inductor del matrimonio, Gaspar de Garnica, hermano de María de Garnica, mientras que mantenía en arresto domiciliario a la novia y a su madre. El joven don Jorge de Mendoza quedaba confinado en la casa del corregidor a espera de que se aclarasen los hechos.

A pesar de las diligencias del corregidor, el matrimonio se consolidaría y María de Garnica y Avilés, quedaría convertida en la esposa de don Jorge Mendoza, marqués de Agrópoli desde  1617. Su hermano, Gaspar de Garnica, superando el amargo contratiempo de la prisión, llegaría a ser prior y canónigo de la catedral de Santiago y consultor de la Suprema del Santo Oficio. El doctor Tébar se convertirá en benefactor de la villa con su legado jesuítico y los Oma volverían desde Belmonte a su villa natal de San Clemente para convertirse en una de las principales familias del pueblo.

Pero a nosotros nos interesa el incidente del matrimonio para conocer un  poco más del San Clemente de 1593.

                                                    (continuará)


AGS. CRC, 434, 7.  El corregidor de San Clemente, Juan de Benavides y Mendoza, contra Jorge de Mendoza, hijo de Iñigo López de Mendoza, y María Garnica Avilés, porque se casaron sin amonestaciones. 1593

sábado, 16 de abril de 2016

Los Salazar de El Pedernoso

Francisco de Salazar casó con Doña María Pacheco
     -1. Doña Beatriz
     -2. Francisco de Salazar vecino del Pedernoso, casó 1º con doña Leonor de Acuña, el testamento 22 de noviembre de 1510, arch. de Cifuentes
                     
                     -Luis de Salazar, vecino del Pedernoso, universal heredero de su padre y de su madre. Y a quenta del dote della le cedió su padre en El Pedernoso 16 de septiembre 1509 ante Asensio Madrid, escribano público las heredades que tenía en Almonescer y si estaban obligadas en alguna debda prometió como caballero ombre fijodalgo que los pagaría, era casado Luis con doña Guiomar Carrillo y su padre ofrece pagarle 40.000 mrs. que había tomado de su dote. Este Luis de Salazar, en Villarejo de Fuentes, 12 enero 1514, ante Juan Muñoz de Vadellos, escribano público de la dicha villa, vende a Juan Velázquez vecino della por 25.000 mrs. las casas que tenía en Almonescer y las heredades de su término lo qual hubo de su padre como su universal heredero.
     -3. N. ... de Salazar

                  -Diego Pacheco, vecino de Villanueva de Alcardete, en Belmonte a 29 de abril 1495, ante Fernán Sánchez de Alcaraz se sacó traslado al señor Juan Pacheco, señor de Minaya y el señor Diego Pacheco, alcalde de Belmonte, vendió por 14.000 mrs. a Francisco de Salazar su tío, hijo de los señores Francisco de Salazar y doña María Pacheco, sus abuelos, todos los bienes raíces que los dichos sus abuelos heredó en el Marquesado de Villena, Orden de Santiago, Obispado de Cuenca y Priorato de Uclés, excepto la heredad de la Moraleja, que retuvo para su poderla vender sin requerir primero al dicho su tío por si la quisiese por el tanto, casó con Juana de Ayala; arch. de Cifuentes



Real Academia de la Historia — Signatura: 9/307, fº 189 v. Los folios 190 a 197 v. están en blanco. — Signatura antigua: D-32, fº 189 v. Los folios 190 a 197 v. están en blanco.  Noticias de algunos señores de la familia de Salazar, señores de El Pedernoso. [Manuscrito]

Los Araque y sus relaciones familiares con los Buedo

Hernando de Araque y Violante de Montoya
  -Hernando de Montoya Araque vivió en San Clemente y casó con doña María Muñoz de los Ángeles, sacó ejecutoria en posesión y propiedad
         -1. Fernando de Araque casó en San Clemente con doña Catalina de Montoya
                 -Don Fernando de Araque Montoya casó con su prima hermana María
                      -Don Fernando, Alonso, Juan, Juana, Ana, María
         -2. Alonso de Araque casó en San Clemente con doña Juana de Buedo, hija del capitán Martín de Buedo, tesorero de Su Majestad en el partido de San Clemente
                 -Doña María de Araque
         -3. Pedro de Araque casó en el Castillo con doña Ginés de Liébana, hija de Juan de Liébana, sin sucesión
         -4. Licenciado Juan de Araque, abogado, casó en San Clemente con Inés de Buedo, hermana de su cuñada
                 -Don Juan de Araque caso en Albacete con doña Catalina de Resa, sin sucesión
                 -María de Araque casó en el Castillo con Pedro de Araque
         -5. Francisco de Araque, clérigo
         -6. Doña Violante y doña Ana, monjas franciscas.




Real Academia de la Historia — Signatura: 9/304, fº 234. — Signatura antigua: D-29, fº 234. Tabla genealógica de la familia de Araque, vecina de San Clemente (Cuenca). [Manuscrito]
        

miércoles, 13 de abril de 2016

Pedro de Oma Arteaga

Don Pedro de Oma vecino y originario de la villa de San Clemente, casado con Doña María Conexero y Noguerol, natural de la ziudad de Cuenca.

Padres del dicho Don Pedro de Oma: Don Antonio de Oma Zapata, natural de la villa de San Clemente, y Doña Madalena Zaluid, natural de la villa de Alarcón.

Abuelos paternos de Don Pedro de Oma: Don Martín de Oma y Doña Juana de la Fuente, naturales y vecinos de San Clemente.

Abuelos maternos del dicho Don Pedro: Domingo de Zaluid y Doña Ana de Valderrama, vecinos y naturales de la villa de Alarcón.

Padres de la dicha Doña María Conexero y Noguerol. Eugenio Conexero y Doña Ana Noguerol, vecinos y naturales de la ziudad de Cuenca.

Abuelos paternos de la dicha doña Maria: Paulo Eugenio Conexero y Theresa de Pedraza, vezinos y naturales de la ziudad de Cuenca

Actos positivos por parte de Antonio de Oma, padre del dicho Don Pedro, familiar del Santo Oficio. Don Gaspar de Garnica, prior y canónigo de Santiago de Galicia, consultor de la Suprema, y Doña María de Mendoza, mujer del marqués de Agrópoli, familiar del Santo Oficio y Caballero de la Orden de Alcántara, sobrina del dicho Don Gaspar, hija de una hermana suia, y el dicho prior es primo segundo del dicho Don Pedro por el apellido de Oma y asimismo son de una sangre de abuelos abajo por el apellido de Valderrama y Granero con dicha doña Madalena Çaluid, madre del pretendiente, y en todos los apellidos con dicha doña Madalena. Doña Mariana de Valençuela, mujer de Don Alonso de Valençuela, familiar del Santo Oficio, prima hermana del pretendiente por las madres y por parte de Doña Juana de la Fuente, abuela paterna del dicho pretendiente


Real Academia de la Historia — Signatura: 9/327, fº 209 v. a 212. Signatura antigua: D-53, fº 209 v. a 212.  Certificación de la genealogía y extracto de pruebas de Pedro de Oma, vecino y originario de San Clemente (Cuenca), y de doña María Conejero Noguerol, su mujer, presentadas por el nombramiento de aquél de familiar del Santo Oficio. [Manuscrito]



Pedro de Oma y Loiola casó con Juana de Valderrama Granero de Heredia

    -Doña María de Oma casó con Fortún de Garnica Chavarri, veedor general de la escuadra de Guipúzcoa
             -Doña Juana de Garnica casó con don Fernando de Avilés de San Clemente
                           -Doña María de Garnica y Avilés casó con don Jorge de Mendoza, marqués                         Agrípoli
                                     
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Don Pedro de Oma Arteaga, familiar del Santo Oficio y regidor de San Clemente casó con doña María e Pedraza
     -Don Eugenio de Oma, cauallero de Santiago, rexidor y natural de San Clemente, casó con doña Ana Antonia de Haro y Buedo, natural de Bara de Rey
     -Don Antonio de Oma, cauallero de San Juan, dejó el áuito y casó con....
              -Don Pedro Manuel de Oma casado con doña Josepha López de Haro



Real Academia de la Historia — Signatura: 9/309, fº 63 v. — Signatura antigua: D-34, fº 63 v. Tabla genealógica de la familia de Oma, vecina de San Clemente (Cuenca). [Manuscrito]

sábado, 2 de abril de 2016

El señorío y mayorazgo de Villora y sus intereses en la Manchuela

Torre albarrana de la fortaleza de Villora
Los Zúñiga, señores de la villa de Villora, vincularon sus bienes a dos mayorazgos. Su valor total era de 140.000 ducados. El primero, con muchas reminiscencias feudales, se centraba en la villa de Villora, de la que eran señores desde 1499. A los derechos señoriales sobre los vecinos de Villora, se unía la propiedad de varias dehesas en la zona, molinos, tierras y rentas sobre los productos de las cosechas. El segundo mayorazgo, nucleado en torno a las casas familiares de Cuenca y la propiedad de un regimiento, recogía además las rentas de diversos censos correspondientes a préstamos a diversas villas del corregimiento de San Clemente, sus vecinos y otras villas de la tierra de Cuenca. Creemos que esos censos están directamente relacionados con los procesos de villazgo y exención de diversas aldeas en la década de los sesenta. Creemos que las cifras cuadran con la cantidad que, por ejemplo, pagó Quintanar por su villazgo. Está por estudiar si aparte de los beneficios de la rentas anuales de los censos, los Zúñiga tenían otros intereses en la zona. De momento, y como veremos en una próxima entrada, tenemos constatado que el nieto de don Eugenio Zúñiga, propietario en este momento del mayorazgo, casaría con una vecina de San Clemente: la hija de don Rodrigo de Cantos, y que varias nietas profesarían como monjas franciscanas en esta villa.


Genealogía de los Villora

La generosa familia de Zúñiga y la Cerda trae su origen de la Casa Real de Navarra en la de Bejar y emparentada con otras de Castilla; Don Diego de Zúñiga, hijo segundo de Don Albaro de Zúñiga y de Doña Isabel de Manrrique, Duques de Arébalo, Placencia y Béjar, sirbió a los señores Reyes Católicos en las Guerras de Granada, quien casó con Doña Juana de la Cerda, de la Casa de Medinaceli, hija de Don Luis de la Cerda y Doña Francisca de Castañeda, dueños de la villa de Villora, y de la de Traspinedo, Yémeda, y de(he)sas de Pancrudo, Cortina y Fuencaliente, por los años de 1499 según resulta de la cuenta de mercedes, que hizo a los vecinos de la dicha villa de Villora; tuvieron por sus hijos a Francisco de Zúñiga y a Doña Francisca, ésta casó con el conde de Cabra y llevó en dote a Traspinedo de quien vienen los Duques de Sessar, y el dicho Don Francisco que fue del ábito de Santiago, y sirvió en las guerras de su tiempo, sucedió en la dicha villa de Villora, Yémeda y de(he)sas referidas por los años de 1504, según lo manifiesta la misma carta de mercedes, refrendada por éste que casó con Doña Beatriz de Fonseca, y tuvieron a Don Luis que le sucedió y murió sin hijos, por lo que entró a poseer la referida villa y de(he)sas Don Diego de Zúñiga que habiéndose ordenado fue abad de Parraces y primer Marqués de Huélamo, por fallecimiento de éste sucedió don Antonio de Zúñiga, que casó con Doña María Recalde, y tuvieron a Don Francisco y Don Luis Oydor que fue de la Real Chancillería de Granada y Don Diego capitán de infantería de Italia y éstos murieron sin hijos recaiendo por ello dicha villa de Villora, de(he)sas de Pancrudo, Cortina y Fuencaliente en aquel (Francisco de Zúñiga) que casó con doña Magdalena de la Mota y murió en la villa y corte de Madrid estando de procurador de Cortes por la ciudad de Cuenca, como regidor que era en las que se celebraron en 1574, dejó por su hijo y sucesor en la dicha villa, heredamientos y dehesas a Don Eugenio de Zúñiga, caballero de la orden de Santiago y regidor de la ciudad de Cuenca, y procurador de Cortes dos veces, la una año de 1595, y la otra de 1602, en que se hizo el servicio, y casando con Doña Magdalena de Medrano tuvo a Don Eugenio de Zúñiga, caballero de la orden de Santiago, sucesor en la dicha villa de Villora, Yemeda y Dehessas, el qual en su mujer Doña Ana de Liébana tuvo al sobredicho Don Eugenio de Zúñiga, caballero de la orden de Santiago, dueño de dichas villas de Villora y San Payo, heredamientos y dehesas, que en su mujer Doña Francisca Royo y Cantos tuvo a los suplicantes con otros religiosos (Don Eugenio de Zúñiga y Cerda, cuyas son las villas de Villora, heredamientos de Yémeda y dehesas de Pancrudo, Cortina y Fuencaliente y las fortalezas y feligresías y concejos de San Payo y sus hermanos, don Rodrigo de Zúñiga, caballerizo de V. Majestad, Don Antonio de Zúñiga, general de Artillería, y gobernador de Melilla, Don Luis de Zúñiga, capitán de caballos y sargento mayor de un tercio de caballería y don Joseph de Zúñiga, capitán de caballos, y Don Christóval de Zúñiga capitán de infantería..... habría que añadir, como veremos, dos hermanas profesas en el convento de franciscanas de San Clemente)

AHP Zaragoza - Expedientes Casa Ducal de Híjar            
AHPZ - P/1-77-15 - Antecedentes y noticias sobre la solicitud que D. Eugenio de Zúñiga hizo a Carlos II, para que le concediese el título de marqués de Villora para sí y sus sucesores. Contiene borrador del diploma con título de Castilla, de marqués de Villora, expedido por Felipe V. Madrid, 8 de abril de 1717

Mayorazgo de Villora

Memorial de bienes de los mayorazgos de la villa de Villora y la ciudad de Cuenca en que don Eugenio de Çúñiga mi señor a sucedido por fin y muerte de Don Francisco de Çúñiga y Cerda su padre y de doña Madalena de la Mota su madre que son los siguientes (estamos hablando en los años correspondientes a finales del quinientos)

                                             Mayorazgo de Villora

Primeramente la villa de Villora con su jurisdición cibil y criminal alta baja mero y mixto ymperio en todo y su castillo en ella en que ponen su alcayde con derechos de fortaleza y castillaje y un alcayde mayor para la ajudicatura son los vecinos vasallos y renteros por ser todo del señor términos, tierras, casasa viñas y güertas, y yerba y término cerrado y redondo, hacienda de mucha cantidad y calidad della que si se podiera vender por lo anejo y perteneciente a la dicha villa y mayorazgo della habrá quien dé sesenta mill ducados y se an ofrecido muchas vezes

Primeramente pagan el concejo y vecinos de la dicha villa de Villora ciento y sesenta y cinco fanegas de trigo para en cada un año por renta y yerba que a la tasa de su magestad que siempre vale allí por ser raya de Valencia monta dos mill y novecientos y setenta reales (18 reales la fanega)

Pagan pilas los dichos vecinos y molinero treynta fanegas de trigo grano en cada un año por el molino de los golpes que es del dicho señor y está en la dicha juridisción en el río Cabriel que valen quinientos y quarenta reales

Para el dicho concejo y vecinos diez ducados en cada un año por la renta de la güerta del señor

Pagan el dicho concejo y vecinos setenta reales por un pedazo de majuelo que dicen el Largo

Pagan el dicho concejo y vecinos treynta y seys reales cada un año por un  pedazo de viña que llaman de Samartín

Pagan los susodichos dos ducados en cada un año por un pedazo de oliuar y viña que llaman la Caveçada

Pagan los dichos vecinos quarenta y seys reales cada año por el pedazo que llaman de acaydía y molinillo

Paga el dicho concejo y vecinos de Villora por basallaje docientas cargas de leña y cien cargas de paja que a real son trecientos reales

Paga el concejo y vecinos del lugar de Cardenete que amojona con el término y juridisción de Villora docientas y veynte fanegas de trigo y cebada por mitad de censo perpetuo en cada un año por la vega de Yemeda y molinos de ella y deessas de Ygualada y dados y rinconada que a la tassa montan dos mill y nibecientos y setenta reales

Yten cincuenta ducados en cada un año por las yerbas de la deessa de Fuencaliente que está en la juridisción de Enguídanos y amojona con la de Villora es deessa de mucha caça mayor y menor y pesca passa por ella el río Cabriel

Yten diez y syete ducados de renta en cada un año por otra deessa más pequeña que llaman de la Cortina que está en la dicha juridisción y amojona con Villora

Yten cien ducados con sus maravdís de renta en cada un año por la deessa de la muela Pancrudo que está en la juridisción de Cuenca junto a las majadas

Yten ciento y quarenta y tres mill y cinquenta y cinco maravedís de renta y juros en cada un año por prebilejio de su magestad los cinquenta y cinco mill sobre las alcabalas y rentas de la ciudad y partido de Güete y los ochenta y ocho mill y cinquenta y cinco sobre las alcabalas y rentas de la ciudad y partido de Cuenca a razón de a veynte

Yten otro pedazo de güerto que llaman el Cerrado que tiene por merced Bartelomé real por sus días dase del dos ducados quando se arrienda

Yten la capilla mayor de la dicha villa de Villora que tiene el señor para su entierro

Monta el mayorazgo de la dicha villa de Villora en cada un año quatrocientos y quarenta y seys mill quinientos y treynta y siete maravedís

                                             Mayorazgo de Cuenca

Primeramente unas cassas principales pegadas con el monasterio de la concepción francisca con su oratorio en ellas con buleto de su santidad para decir missa en él y su jardín balen las dichas cassas a común estimación ocho mil ducados ay en ellas un alcayde y mayordomo quando se arrienda dan cien ducados dellas

Yten ducientas y quarenta mill maravedís de renta y censo en cada un año sobre el concejo y vecinos de la villa de Quintanar con facultad real y salario y sumisión a Cuenca (es decir, hablamos de 640 ducados de renta al año, un interés de 14 al millar, o siete por ciento, creemos que por los 9.000 ducados pedidos por la villa para la compra de su jurisdicción y villazgo)

Yten diez y seys mill y setenta y dos maravedís de censo en cada un año sobre Martín de Tebar y García Donate y otros consortes vecinos de la dicha villa de Quintanar con salario y sumisión a Cuenca

Yten nobenta y tres mill setecientos y cinquenta maravedís de censo en cada un año sobre el concejo y vecinos de la villa de Taraçona con facultad real salario y sumisión a Cuenca

Yten trece mill trecientos y ochenta y ocho maravedís de censo en cada un año sobre Juan de Mondéjar y Francisco de Mondéjar y consortes vecinos de la villa de Taraçona con salario y sumisión a Cuenca

Yten cien mill setecientos y catorce maravedís de censo en cada un año sobre el concejo y vecinos de la villa de la Minglanilla con facultad real salario y sumisión a Cuenca

Yten cinquenta y seys mill y ducientos y cinquenta maravedís de censo en cada un año sobre el concejo y vecinos de la villa de Cañada del Oyo con facultad real salario y sumisión a Cuenca

Yten quarenta y nuebe mill trecientos y diez y nuebe maravedís de censo en cada un año sobre el concejo y vecinos de la villa de Fuentes facultad real salario y sumisión a Cuenca

Por manera que montan las rentas del mayorazgo de Cuenca un quento (un millón) trecientas y veynte y nuebe mill seiscientos y quarenta y un maravedís

Tiene más son Eugenio mi señor ciento y doce mill y quinientos maravedís de renta y juro de por vida por merced de su magestad por un prebilegio sobre la renta del Solimán y açogue de Castilla

(continúa con la dote de su mujer doña Magdalena de Medrano)

Baldrá el principal de las casas y mayorazgo de Cuenca y regimiento a común estimación más de ochenta mill ducados contado a como se acostumbra la renta de heredades y cassas y juros y censos a como está el mayorazgo de Villora monta más de sesenta mil ducados por ser lo más basallos y yerba y pan de renta

La dote monta catorce mill ducados sin lo de Medinaceli

Monta el principal de todo ciento y cinquenta y quatro mill ducados


AHP Zaragoza - Expedientes Casa Ducal de Híjar                    
AHPZ - P/1-140-3 - Inventarios, tasaciones y particiones de bienes pertenecientes al Estado de Villora. 1579-1740


 

viernes, 25 de marzo de 2016

San Clemente: la memoria histórica olvidada

Palacio Piquinoti,casa de Pedro González Galindo
Aquel año de 1612 todo parecía igual que hacía diez años, pero las cosas habían cambiado radicalmente en la villa de San Clemente. Don Juan Pacheco y Guzmán, alférez de la villa, y su mujer Elvira Cimbrón estaban enfrentados a la villa y su poder muy debilitado, su intento de señorialización de Perona les procuró la enemistad de todo el concejo. El doctor Cristóbal de Tébar nunca había sido tan rico, gracias a las aportaciones de su hermano Diego, vuelto del Perú; entre ambos se habían construido un emporio económico centrado en dos núcleos: la hacienda de Matas Verdes, en Villarrobledo, y la hacienda de las Cruces, en la futura aldea de Casas de Fernando Alonso, pero sus enemigos ya empezaban a cerrar filas contra él, y desde 1608 intentaban involucrar a algunos de sus familiares con acusaciones de judaísmo ante el Santo Oficio. Mucho debieron pesar estas acusaciones en su decisión de donación de sus bienes a la fundación de un Colegio de la Compañía de Jesús. El sobrino político del doctor Tébar, Pedro González Galindo, intentaba hacer aceptar su vecindad en San Clemente. Este indiano que había abandonado mozo su pueblo natal, volvía a él, para instalarse en el palacio hoy derruido de la calle Piquirroti. !Qué mal ha tratado San Clemente a uno de sus hijos más predilectos! Vituperado por sus vecinos cuando paseaba junto a su mujer María de Tébar por las calles de la villa, modificado el apellido Piquinoti en Piquirroti, para denunciar sus orígenes conversos, olvidando la ligazón matrimonial de los González Galindo con los principales banqueros de Felipe IV, y, hoy en día, dejando en la ruina su casa palacio. La historia es cruel y más su recuperación. Por eso, es curioso el gran esfuerzo que se ha hecho por recuperar la iglesia del Colegio de la Compañía de Jesús. Quizás, las autoridades actuales sean inconscientes que lo que están recuperando sea la infame memoria de los Origüela. Aquella ermita de Nuestra Señora de Septiembre, reconvertida en iglesia de los jesuitas, era la predilecta de los Origüela, y su cofradía del mismo nombre, su refugio para defender la pureza de su fe de cristianos viejos. Lástima que la actual iglesia reformada de los jesuitas no pueda recuperar dos recuerdos familiares que antaño se encontraban en la Iglesia de Santiago: uno no querido, el sambenito del chamuscado en 1517 Luis Sánchez Origüela, y otro especialmente deseado por la familia, la querida lámpara de plata que colgaba frente al altar mayor de la Iglesia y para la que Pedro González Galindo, consciente de los odios que despertaba en la villa, había reservado en caso necesario su querida ermita de Nuestra Señora de Septiembre, de la que, elevada a la categoría de Iglesia del Colegio de los jesuitas, se había garantizado el patronazgo en sus descendientes por deseo del doctor Tébar.

¿Qué hacían las familias de solera de la villa ese años de 1612? Los sempiternos Rosillo, cuya memoria estaba garantizada en la capilla de la Iglesia de Santiago, seguían en guerra con todos y diluyendo su apellido en otras familias de más futuro como los Ortega. Su última guerra había sido con los Vázquez de Haro, antes de la crisis de 1600, por la capellanía de Tristán Pallarés, asociada a la olvidada capilla de San José de la Iglesia de Santiago (hoy simplemente de Pallarés). Los Haro, con sucesión femenina, en lo que era una condena para la época, habían sabido enlazar vía matrimonial con esos desconocidos que son los Tribaldos. Desconocidos hasta que aparece el doctor Fernández Tribaldos, fundador del Colegio de Manchegos de la Universidad de Alcalá, donde durante siglo y medio se formarán gran parte de las élites de la Manchuela conquense. Hoy, en el Archivo Histórico Nacional se conserva los expedientes de limpieza de sangre de estos jóvenes bachilleres: los Tribaldos, sustituido este apellido desde mediados de siglo XVII por el de sus sucesores los Lucas, y los de otros jóvenes de familias principales de la comarca. Pero no debemos olvidar, cuando consultemos cada uno de estos expedientes, en aquellos otros jóvenes que se les negaba la admisión en la Universidad de Alcalá de Henares, como Francisco de Astudillo Villamediana, obligados a ir a estudiar a Salamanca. Hasta allí llegarán las acusaciones de su raíz infecta de sangre judaica.

Mientras, los Oma, seguían alejados, es un decir, en Belmonte, bajo la protección del Marqués de Villena. No tardarán en volver, reforzados con nuevas alianzas familiares con los Conejero de Cuenca. Los Herreros, cuya memoria se mantiene en la capilla de San Antón de la Iglesia de Santiago, y en sus derrumbadas casas palacio de la villa de las que sólo quedan fachadas maltrechas y los escudos familiares con sus dos leones sujetando el caldero, se mantenían vivos en la villa: determinantes en la elección de alcaldes de la hermandad por el estado noble e imponiendo sus capitanes en las compañías de milicias. Pero la pequeña corte manchega, que es San Clemente, se les queda pequeña, sus ambiciones pasan por su presencia en los Consejos de Guerra y Hacienda de la Monarquía. Por su parte los Pacheco, divididos en tres ramas familiares, ven como Rodrigo Pacheco, el hijo del alférez mayor, intenta su proyección social más allá de la villa con un aventurado matrimonio con una pariente de los duques del Infantado de Guadalajara. El nieto de la saga honrará el apellido familiar como teniente general de las galeras de España.
Castillo de Santiago de la Torre
Juan Pacheco y Guzmán, caballero de la orden de Alcántara, mantendrá viva la presencia de los Pacheco en la vida sanclementina de mediados del seiscientos, pero es sólo una sombra de su homónimo el alférez mayor de la villa. Su única virtud, o más bien la de su madre, saber concertar un matrimonio con su prima Beatriz que ha heredado el mayorazgo de Santiago de la Torre, que doscientos años después su padre Alonso ha recuperado para la familia vinculando en 1603 la propiedad, incluido el castillo que hoy se nos cae, como mayorazgo. Se alejarán del protagonismo del pueblo, pero no olviden que cuando aparezca un Mesía como el mayor hacendado del pueblo a mediados del siglo XVIII, se trata de un Pacheco.

¿Y los Castillo? De la mano de los Pacheco, nos hace olvidar la pervivencia de esa otra rama familiar de los Castillo y de la figura del jesuita Francisco Castillo e Inestrosa, que allá por 1613 mantenía firme y orgulloso su ascendencia judaica ante el Santo Oficio de Cuenca. Hombre de mundo, que debía conocer bien los entresijos de Roma, por su estancia allí en años pasados, y que ahora en San Clemente andaba en tratos con la pequeña comunidad de marranos o conversos portugueses existente en la villa. Y no hablamos sólo de aquel tendero llamado Simón Rodrigues, dedicado al trato de sedas y especias, sino de los que hacían tratos con los añinos de La Roda para proveer de materia prima a algún sombrero de Lisboa o de los Luises, esos enigmáticos hermanos, que habían establecido en el campo un pequeño fondaco de los portugueses, almacén desde donde debían comerciar y vender productos en toda la comarca... casas aisladas que estuvieron a punto de dar lugar a una nueva aldea.

Los Perona se han volcado con la ganadería a finales del quinientos. Han conseguido poder. Hasta el punto de plantarse ante Juan Pacheco, alférez mayor de la villa, en la defensa de la jurisdicción ordinaria de San Clemente. Su presencia es hasta tediosa en el ayuntamiento; les pasa lo que a los Ortega, que su apellido se repite insistentemente entre los nombres de los regidores de la villa. Ahora, los Perona, de pastores darán el salto a abogados de los Reales Consejos. Pero la actividad de estos letrados se centra en los negocios de San Clemente; a veces, más que abogados y de la compañía de otros, como el licenciado Villanueva o los Rosillo, parecen intrigantes siempre presentes allí donde hay polémica. Algo similar ocurre con los Ruiz Ángel, viven en estos años su reconocimiento social como familiares y notarios del Santo Oficio, pero esta familia siempre más apegada a lo terrenal, buscan la seguridad familiar del negocio como abastecedores de carnicerías. Acusadores de los Origüela y los Tébar hacia 1608, no dudarán aliarse con un converso como Astudillo veinticinco años después en el abasto de carnes y renegar de él poco después. Aunque si algo nos inquieta del apellido Ángel es qué hacía una familia milanesa desde fines del cuatrocientos en San Clemente.

Si algo marcará la historia de San Clemente ese año de 1612, será la irrupción con fuerza de dos hombres en la vida de la villa: don Rodrigo de Ortega y Francisco de Astudillo. Enemigos acérrimos y colaboradores necesarios cuando el interés eran común. No tendrán piedad con el arruinado Martín de Buedo Gomendio, apoderándose de su hacienda. Disputarán su poder en la villa, agasajándola con inolvidables octavas del Corpus. El triunfador a la larga será don Rodrigo de Ortega. Su triunfo es la victoria del terrateniente sobre el poder financiero de Astudillo; victoria del hidalgo que remonta, con sus sombras, sus orígenes a los primeros hidalgos de la conquista, sobre el advenedizo converso que reconstruye sus orígenes entre pobres hidalgos residentes bien en las montañas de Zamora bien en un pueblo de Guadalajara llamado Millana, cuando no entre pobres de Hellín cuyo pasado se niega o conversos del Castillo de Garcimuñoz de cuyo origen se reniega. Astudillo es un símbolo de la multiplicidad de orígenes de los vecinos de San Clemente que, en la riqueza de sus diversas procedencias, construyeron su pasado histórico común. Su derrota es el símbolo del fin de una sociedad cosmopolita. Los Astudillo, quizás por escapar de ese gueto de conversos donde vivían, que sus enemigos llamaban la calle de la Amargura, habían soñado con crear una zona de recreo ciudadana, diríamos hoy, en torno al espacio de la Celadilla. Un espacio de descanso y recreo, con sus bancos de piedra y su alameda. Las ilusiones familiares y de muchos vecinos serían destrozadas en 1641, igual que lo fueron los chopos, cortados a hachazos, y los bancos de piedra, salvajemente rotos a mazazos.

No nos podemos olvidar tampoco de los escribanos. Ante ellos pasan muchos de los tratos de los vecinos del pueblo y saben aprovecharse de ello en beneficio propio. Su sentimiento de grupo o corporativo es muy fuerte. Tanto que han constituido una cofradía propia unos pocos años antes: la de los Cuatro Evangelistas o de la Vera Cruz. Entre ellos destacan dos que harán fortuna y serán regidores del ayuntamiento sanclementino: Bartolomé de Celada y Miguel Sevillano. El segundo constituye saga familiar con sus hijos. Miguel y su hijo Juan darán fe de los acuerdos del concejo durante cuatro décadas, pero sobre todo, no lo olvidemos, serán uno de los principales agentes de la Monarquía en el corregimiento de las diecisiete villas para imponer su política centralizadora.

Mientras, otras familias claves en el espacio vital sanclementino en el último tercio del siglo XVI se deshacían. Los García Monteagudo, mantenían su presencia en la vida política del concejo, con Bautista, que casado con Catalina Ortega, pronto legaría su título y hacienda a los Ortega. Los Santacruz parecen renacer con el segundo matrimonio de doña Ana González Santacruz con Bernardo Ramírez de Oropesa, hombre de voluntad férrea y uno de los mayores ganaderos del pueblo. A su sombra se arrimará Francisco de Astudillo, aunque la principal beneficiaria será la familia Melgarejo; con uno de ellos, Tomás, había casado, para ser repudiada, Ángela, la hija de Francisco de Astudillo padre.

Otras familias se les ve presentes todavía en los albores del nuevo siglo, pero han perdido el empuje del siglo anterior. Tales son, por citar algunos, los Granero, los Alfaro, los Caballón, los Ávalos,  o los Vala de Rey. Pero, quién se acuerda de aquel capitán Vala de Rey, que había luchado con el Duque de Alba en Flandes, si no es algún descendiente empeñado en recordar el pasado militar de una familia condecorada con cinco laureadas de San Fernando. Otros, como los Caballón, de intereses más mundanos, permanecen anónimos, pero recuperarán protagonismo a mediados de siglo como depositarios del dinero de la hacienda real. Esa es la historia de San Clemente, el honor y la reputación conviviendo con lo más mundano.

¿Y las familias hidalgas? Se ha dicho una y otra vez que San Clemente es tierra de hidalgos. Falso; ningún pueblo como éste ha puesto tantas cortapisas a los hombres por ver reconocida su hidalguía. San Clemente es más bien una tierra importadora de hidalgos. De hidalgos venidos de Vascongadas, como los Mondragón, los Oma y otros que como canteros, arquitectos o plateros vinieron a levantar sus edificios civiles, religiosos y todo su patrimonio artístico. La presencia de apellidos como Zuri, Obieta, Meztraitua o Zalbide se perderán en este siglo XVII, pero su legado renacentista pervivirá para siempre. De hidalgos judeoconversos procedentes del Castillo de Garcimuñoz, como los Castillo, los Piñán o los Origüela, que reconocida o no su hidalguía la hacen imponer a golpe de ejecutoria. Y sobre todo de hidalgos procedentes de Vara de Rey. Alarcón es cabeza reconocida de la Reconquista con justicia. Nos olvidamos de Vara de Rey. Nunca ha habido pueblo tan pequeño y que haya soportado tantas familias hidalgas en su escasa vecindad. ¿No será que estas familias hidalgas se ganaron su nobleza en el campo de batalla de la Reconquista de los siglos centrales del medievo? Montoya, Pérez de Oviedo, Ortega, Rosillo, Alarcón, Cuéllar, Granero, Buedo y un largo etcétera mantendrán con orgullo su casa solar en Vara del Rey o en la aldea de Pozoamargo. Ahora bien, la pureza de la sangre cuesta mantenerla sin dinero. Los Montoya se han mezclado con los Origüela en San Clemente y un Pérez de Oviedo casa con una hermana de Pedro González Galindo. Es curioso como los Montoya omnipresentes en los oficios públicos del quinientos ahora escogen el celibato en el seiscientos. La familia dará grandes predicadores y calificadores del Santo Oficio de la Inquisición.

Pero San Clemente no sólo importa hidalgos,  también vendrán pecheros en busca de fortuna. Aquí llegarán los Rodríguez Garnica de Hellín (el segundo apellido de San Clemente les dará aceptación en la villa). Se les conocerá como los pelagatos, pero mal que les pese a las viejas familias sanclementinas, que no dudan en expulsar al regidor Francisco Rodríguez Garnica de la procesión de la virgen de Rus,  la representación de la villa ante la Corte y los Reales Consejos recae en esta familia y sus parientes los Pérez de Tudela. Otros como los Cantero vienen de Iniesta y dejarán notar su presencia con la fuerte personalidad de doña Elvira Cantero. Pero los venidos de Iniesta siempre han provocado rechazo; no es la acusación de baja procedencia que pesa sobre los Rodríguez de Hellín, es la interesada acusación de judaísmo. Los Fernández, luego transformados en Astudillo, y los Guerra vienen de Sanabria en Zamora. Otros tienen una procedencia más cercana, tales los de la Osa de Barchín del Hoyo. Con ésta y otras villas comarcanas, la permeabilidad de San Clemente en el intercambio de vecinos es constante. La reconstrucción de la historia de San Clemente no es posible si no se enfoca desde una proyección regional, que rompe los límites del Obispado de Cuenca para adentrase en ese espacio más amplio del Marquesado de Villena.

Es la población pechera la que muestra la heterogeneidad de la villa de San Clemente. Algunos con apellidos comunes como García o López, que se adornan de ecos nobiliarios,transformados en apellidos compuestos como los García Monteagudo o los López de Garcilópez. Pero esta mayoría anónima, dotada de apellidos del común, y desde su trabajo de jornaleros, pastores, comerciantes, albañiles o artesanos, fue la que levantó y construyó en su abnegación y constancia el pueblo que conocemos. Algunos de ellos, como esa minoría de poco más de setenta familias moriscas, no tenían más apellido que el que se habían visto obligados a tomar de prestado. Criticados hasta la saciedad por el doctor Tébar por su escasa profesión religiosa, nadie hizo ascos en recibirlos cuando llegaron en el cambio de los años 1570 a 1571 para aportar los brazos que escaseaban para el pastoreo y la labranza que supliera a los jóvenes de la villa muertos en la rebelión de las Alpujarras. No se tendrá contemplación con ellos, ni la Inquisición en los cuarenta años que vivieron en la villa ni la Corona cuando llegue en 1609 la hora de expulsarlos.

A pesar de todo, en 1612, la sociedad sanclementina sigue siendo una sociedad abierta. Su Plaza Mayor, presidida por su imponente ayuntamiento, convertido desgraciadamente hoy en un almacén de anticuario repleto de cosas modernas, es un espacio que invita a todo el mundo. Hay que tener mucha imaginación para ver en ella la antigua casa familiar de los Herreros, pero el espacio cívico creado por el ayuntamiento, la Iglesia de Santiago o el edificio del pósito y carnicerías nos permiten recrear en nuestra fantasía aquellas espectaculares fiestas del Corpus, los tenderetes de los comerciantes que durante la feria de septiembre se levantaban en las calles aledañas, las representaciones de los comediantes o las fiestas de toros con sus toriles en la planta baja de la casa del concejo. Las fiestas y diversiones públicas eran sufragadas por un patriciado urbano que dominaba el poder local, su munificencia desinteresada no ocultaba su egoísmo interesado. Sus decisiones políticas cada vez estaban más alejadas del buen gobierno que simbolizan las figuras en relieve del friso corrido de la cornisa.
La representación del hombre que sujeta con fuerza en una mano una soga,  expresión de la jurisdicción propia y del poder local de una villa orgullosa de sus libertades mientras que con la otra mano caída sujeta la gorra de quien, descubriéndose, sabe reconocer su subordinación a un poder superior, el de la corona, garante del bien de la república, ya no representa a los regidores que dentro de la sala del ayuntamiento ejercen un poder arbitrario; un patriciado tan egoísta en la paz como cobarde en la guerra.
Tan sólo el hombre renacentista, que con la espada en una mano y el libro en la otra, parece un símbolo para la esperanza y que nos recuerda el trasnochado ideal que don Quijote intenta revivir en su discurso de las letras y las armas. Es como si la villa de San Clemente no quisiera olvidar el espíritu cervantino que había sido la causa de su crecimiento y esplendor, que no es otro que el cada uno es hijo de sus obras.

Y, sin embargo, al igual que la Plaza Mayor empezó a cerrarse con los arcos que se levantaban, la sociedad sanclementina empezó a cerrarse y a perder dinamismo. Sobrevivió a la guerra de Granada, pero no superaría el agotador esfuerzo de las banderas que para la recluta de soldados se levantaban en la plaza desde finales de los años veinte ni la terrible sangría de jóvenes enviados a la guerra de Cataluña desde 1640, perseguidos de noche sin descanso por los campos con candiles, tal como hacía el corregidor Antonio Sevillano. Los patios renacentistas de las casas familiares fueron sustituidos por el recogimiento de la vida interior de las monjas del convento de San José y Santa Ana. Las casas palacio renacentistas, hechas a la medida del hombre, sustituidas por las casonas de los Oma o los Valdeguerrero, con grandes balconadas símbolo de su poder, pero cuya única condescendencia al exterior eran unos tímidos adornos rococós. Un Rodrigo de Ortega, llamado el rico, y símbolo en el quinientos de la nueva capa social de los labradores acomodados, ha sido sustituido por su descendiente del mismo nombre, convertido en señor de Villar de Cantos y Vara de Rey y, luego en la persona de sus sucesores, Marqués de Valdeguerrero. El nieto de Francisco de Astudillo, aparte de su título de Gentil Hombre de Boca de Su Majestad, es poco lo que aporta a la villa, acabando su herencia en manos de la Iglesia. Los sucesores de Pedro González Galindo terminarán huyendo de la villa, con la que acabarán metidos en pleitos interminables, convertidos en Condes de Villaleal, cambiando el nombre a una pequeña aldea llamada Carrascosilla de Huete con la que poco o nada tenían que ver. San Clemente ya no recuperará nunca el esplendor de antaño. Ni siquiera en el siglo XVIII, cuando todavía centro administrativo de la comarca, su poder es contestado por otros pueblos que, empujados por la pujanza del siglo, hacen ostentación de su independencia frente a la antigua cabeza de partido, convertidos en nuevas sedes de corregimientos.

Entre estos dos sanclementes, el abierto renacentista y el cerrado del barroco, hay un edificio anterior en el tiempo y que debería actuar en su permanencia como lazo de unión: el convento de San Francisco o de Nuestra Señora de Gracia.
Convento de Nuestra Sra. de Gracia (1)
Su aspecto disonante en un espacio renacentista esconde las huesos de multitud de personas principales de la villa allí enterrados. Todos juntos sin distinción de su sangre, noble o pechera, conversa o cristiana vieja. Tumbas que en su devenir diacrónico conservan los huesos de los sanclementinos que construyeron y vivieron la historia del pueblo, dando continuidad a las generaciones sucesivas.



(Valga este artículo como breve bosquejo del San Clemente de comienzos del siglo XVII y como respetuosa denuncia del estado de abandono de algunos de sus edificios históricos)

(1) Imagen tomada de José García Sacristán

martes, 9 de febrero de 2016

El Colegio de San Clemente Mártir o de los Manchegos de la Universidad de Alcalá de Henares.


El Colegio de San Clemente Mártir, también llamado Colegio de los Manchegos, de Alcalá de Henares, se situaba en la calle de la Justa, hoy de Santa Úrsula. El edificio que se mantiene en pie hoy en día, ha perdido su torreón.

Fue fundado por Sebastián Martínez de Tribaldos, capellán de honor de S. M. y prior de Roncesvalles, por testamento otorgado en Madrid el 7 de diciembre de 1620, que ejecutará su hermano y albacea Pedro Fernández de Tribaldos, jesuita, que redactó sus constituciones en 1631.  Previamente existía un colegio anterior fundado en 1589 por García Loaysa, antiguo estudiante de la Universidad de Alcalá y futuro arzobispo de Toledo. El 18 de enero de 1628 se había obtenido licencia del cardenal Zapata para decir misa en la capilla recientemente erigida

que en la casa que para este efecto tienen elegida an hecho una capilla con el adorno necesario para poder dezir misa

Inicialmente con la refundación en 1620 del doctor Tribaldos sólo tenía 6 becas para teólogos y canonistas, aunque se pretendía aumentar su número a 20. Eran preferidos como colegiales los del linaje de Tribaldos, pero dos de las becas se otorgaban a los naturales de la Mancha, obispado de Cuenca. En 1641 se le incorpora el colegio de San Lucas Evangelista o de Magnes, incorporación que será ratificada por el reformador García de Medrano y en 1759 se le agrega el de San Cosme y San Damián o de Mena, aunque como veremos en el documento anexo su unión ya se había intentado en 1698, siguiendo el modelo de fusión de otros colegios. El colegio tenía un total de 9 colegiaturas: 4 propias, 3 de Mena, 1 de San Lucas y 1 fundada por Pedro Díaz Mayorga para sus parientes por testamento de 9 de abril de 1674. Próximo este colegio al de Santa Catalina Mártir o de los Verdes, se le agrega a él con sus adscritos en 1781, tras la reforma del cancelario D. Pedro Díaz de Rojas. Previamente el colegio de los Verdes había absorbido al de Tuy en 1663 y al de los Vizcaínos en 1664.

Su fundador el Doctor Sebastián Fernández Tribaldos era vecino de San Clemente. Siendo en 1609 licenciado todavía obtendrá el nombramiento de capellán de su majestad y licencia para administrar sacramentos y decir misa en la Corte por facultad otorgada por el capellán mayor don Diego Guzmán. En 1610 se le otorgará una renta anual de 300 ducados sobre las rentas de la iglesia de Barcelona. Posteriormente obtendría el cargo de juez ordinario de dicha capilla real y prior de Roncesvalles, 15 de mayo de 1613. Confirmando su ascenso con el título capellán mayor del Cardenal Infante, 13 de agosto de 1620.

El licenciado Tribaldos procedía de una familia principal de San Clemente. Era hijo del regidor García de Haro y Andújar y de doña María Haro Tribaldos. La saga familiar continuaría en San Clemente de la mano de la hija, María Haro Tribaldos-Olivares, que casaría con el licenciado Mateo Lucas Fernández Alarcón, a quien vemos como alcalde ordinario hacia 1640. El hijo de este matrimonio, también llamado Mateo Lucas Fernández, sería patrón del Colegio de San Clemente, y su hermano Pedro Fernández Tribaldos canónigo de las Iglesia de los Santos Justo y Pastor, en la mencionada ciudad de Alcalá de Henares.

De la reserva de una parte de las becas conservadas a la familia Tribaldos dan fe las informaciones geneálogicas conservadas en el Archivo Histórico Nacional:
  • Información genealógica para admisión a beca en el Colegio San Clemente Mártir o de Manchegos de José de Haro Olivares Andujar Tribaldos, natural de San Clemente. 1638      (Signatura: AHN. UNIVERSIDADES, L. 390, Exp. 2)
  • Información genealógica para admisión a beca en el Colegio San Clemente Mártir o de Manchegos de Luis Tribaldos de Toledo Castejón, hijo de Luis, Cronista Mayor de Indias. 1629      (Signatura: AHN. UNIVERSIDADES, L. 390, Exp. 2)
  • Asiento en el libro de capillas del Colegio de San Clemente Mártir o de Manchegos correspondiente a María Haro-Tribaldos Olivares, esposa de Mateo Lucas Fernández Alarcón, vecinos de San Clemente, que oposita al patronato del Colegio. Información de ser hermana de Sebastián Fernández Tribaldos, e hijos de García Haro Andújar y de doña María Haro Tribaldos. 1650      (Signatura:  AHN. UNIVERSIDADES, L.975,Fol.169)      
  • Asiento en el libro de capillas del Colegio de San Clemente Mártir o de Manchegos correspondiente a Sebastián Fernández Tribaldos. 1632  (Signatura: AHN. UNIVERSIDADES, L.975, Fol.13)
  • Asiento en el libro de capillas del Colegio de San Clemente Mártir o de Manchegos correspondiente a Mateo Lucas Fernández Tribaldos, patrón del colegio de San Clemente. 1666 (Signatura: AHN. UNIVERSIDADES, L. 975,Fol. 310)             

Aunque la agregación del Colegio de San Cosme y San Damián o de Mena no se produce hasta 1759, hubo un intento de unión en 1698, pidiéndose informe al provisor del obispado, que debió ser desfavorable:

Pablo Sáez en nombre del Rector y collegiales del collegio de San Clemente Mártir de esa Universidad y del rector y collexiales del de Mena de ella nos hiço relación que por la esterilidad del tiempo las rentas de dichos collegios se hauían disminuido de forma que el de San Clemente lo más que podía mantener eran ocho collegiales y el de Mena tres o quatro sacando los gastos del Mayordomo y despenseros amas y criados de mancomún de que se originaban que ambos collegios tenían gran falta de exercicio en sus concursos y que no se hacían en la forma que deuieran hacerse y para remediar lo referido tenían tratado que dichos dos collegios se uniesen e yncorporasen en la conformidad que lo hauían echo otros como era el de los verdes en dicha universidad porque uniéndose compondrían una comunidad de doce o catorce collegiales de voto y quatro porcionistas en lo qual los exercicios serían más frequentes y la utilidad maior...





AHN. UNIVERSIDADES. 391, exp. 61. Mandamiento del provisor para que se haga información sobre la conveniencia de unir los colegios de los  Manchegos y el de Mena. 16 de mayo de 1698

martes, 2 de febrero de 2016

Genealogía de los Oma de San Clemente

                                                                        





Ascendencia paterna de Eugenio de Oma (San Clemente)

                                                                            (Cruz)

                                                                            señor

En cumplimiento de lo que V. A. fue seruido de mandarnos por su real prouisión que viene por cabeça destos autos en orden a haçer las informaciones de nobleça limpieça y de mas calidades de don Eugenio de oma pretendiente del auito de Santiago, atendiendo a la genealogía que presento en nombre suio el padre Joseph de oma de la compañía su tío hermano de don pedro de oma su padre i conformándonos con ella, auiendo echo primero el juramento el uno al derecho de haçer información según dios i orden i que no hauía impedimento que lo escusase dimos principio a ella, i por constar que el pretendiente i su abuelo paterno Antonio de oma hera i auía sido dicho su abuelo natural de la uilla de san clemente, examinamos en ella veinte i quatro testigos cuias disposiciones vienen en la información sin otros muchos que examinamos en voz, los quales uniformemete i sin diferencia alguna tiene ser dicho pretendiente natural de san clemente i de hedad de veintiséis años como pruébase con la fee de su baptismo que se alla fojas treinta i la califica el libro original que tenemos que es el instrumento 1º a fojas catorce que viene siñalada y rubricada , conuienen que don pedro de oma su padre es natural de la villa de velmonte i que su abuelo paterno Antonio de oma auía sido natural de san clemente sin que ninguno dudase en lo contenido hicimos diligençias exactas para buscar el libro de su baptismo no pudo allarse por raçón de que los libros que pareçieron en el archiuo de la parrochial de san clemente heran mui modernos i la causa de no hallarse otros más antiguos auía sido de auer estado en poder de un teniente teniéndolos en su casa i que vino una inundación con que se perdieron con otras muchas alajas de las casas, motiuo que obligó a que en la iglesia se hiçiese un archiuo para custodia de dichos libros, mas compruébase auer sido natural de dicha villa dicho Antonio de oma por un testimonio autenticado de la santa inquisición de Cuenca que es el instrumento 2º, dichos testigos disponen sin diferencia ni duda alguna con el pretendiente don pedro de oma su padre y Antonio de oma su abuelo paterno i fundados en noticias ablan con toda estimación de todos los expresados en la genealogía conformándose en todo a ella ser legítimos de legítimo matrimonio nacidos i procreados sin que ninguno dellos toque género de vastardía ni ilegitimidad alguna, limpios cristianos viejos sin nota ni mancha de moro judío ni conuerso en todo grado por remoto i apartado que sea sin que en tiempo alguno se aia dicho ni entendido que ninguno dellos ni otro de sus ascendientes dentro ni fuera del quarto grado aia sido preso ni penitenciado por el santo oficio de la inquisición de Cuenca consta por caso graue ni ser fundando suscribir en el común crédito i asentada opinión con que los susodichos auían estado tenidos i reputados en aquella villa como por sauer que en crédito de su limpieça tenía el pretendiente el auer sido Antonio de oma su abuelo paterno familiar del santo oficio de la inquisición de cuenca consta por ser así por un testimonio de dicha inqusición que es el instrumento 3ª i que actualmente lo era don pedro de oma su padre i oficial de la santa inquisición suprema verificado el instrimento 2º  ia mencionado, Don Antonio de oma hermano de padre del pretendiente es cauallero de la orden de san joan de justiçia asimismo califican la calidad de su nobleça de el pretendiente padre i abuelo paterno del motiuo que les asiste para crédito es el auer uisto i entendido que los dichos en aquella villa se an conseruado con los créditos de notorios hijosdalgo de sangre i no de priuilegio sin que se aia dudado en lo contrario i como tales an goçado i an sido admitidos para la obtención de la uara de alcalde de la hermandad i ser votos para elegir que es el acto distintiuo que tiene aquella villa para la diferencia de estados i se comprueba ser así por el cuaderno original que traemos de las elecciones de la uara de alcalde de la hermandad que es el instrumento 4º in fojas çinquenta i tres se alla puesto don Eugenio de oma, a fojas sesenta i cinco don Antonio de oma su hermano a fojas sesenta i nuebe a la buelta se alla don pedro de oma arteaga como de estar por el estado de los hijosdalgo, a fojas diez i nuebe a la buelta se allan puestos por hijosdalgo don pedro de oma arteaga i don Antonio i don Eugenio sus hijos i porque dichos testigos disponen que por ser notorios hijosdalgo a dicho don pedro de oma les admitan la çédula para dejar de pagar un cuarto en cada libra como los demás hijosdalgo examinamos a los oficiales de la carne e pescado i dijeron ser así pero que las çédulas en toda quenta se rompían, califican dicha nobleça en el acto de ser don Antonio de oma hermano de padre del pretendiente cauallero de la orden de san joan de justiçia, i con la executoria de nobleça que nos entregó don pedro de oma padre del pretendiente que va inserta información, la qual admitió la villa de san clemente como consta de dicha executoria i que toque al dicho don pedro parece se comprueba por la genealogía que presentó en la inquisición generan en la ocasión que se hiço familiar que es el instrumento 2º arriua referido de forma que todos los testigos examinados en la villa de san clemente de poner en crédito de las calidades del pretendiente teniéndolos por de los primeros de aquella villa i como tales se auían portado i se portauan el pretendiente i su padre con todo lustre i deçençia viniendo de sus rentas i hacienda sin ser mercaderes ni caminadores ni exerçer ofiçio vil ni mecánico ni otro indecente constare estas diligençias desde el folio 1º hasta el de 32=



Ascendencia materna de Eugenio de Oma en Cuenca

En la genealogía de don pedro de oma se expresa ser natural de alarcón como dicha doña magdalena zalbid su madre que es el instrumento 2 i continuando dicha información pasamos a la ciudad de cuenca naturaleça de doña maría conejero noguerol la de pablo Eugenio conejero de pedraça y la de ana noguerol madre i abuelos maternos de este pretendiente, en dicha ciudad examinamos veinte i quatro testigos cuias deposiciones vienen escritas i otros muchos en voz conuienen sin discrepar ninguno como los susodichos son i fueron naturales de dicha ciudad compruéuase su verdad por las fees de baptismos que se allan en los libros siguientes que vienen originales, en el libro de los baptismos de la parrochia del señor san Andrés a fojas diez i nuebe a la buelta rubricada i señalada se alla baptiçada la madre del pretendiente es el instrumento 6, en otro libro de la parrochia de santa cruz de cuenca instrumento 7 se halla la partida de su baptismo de doña ana noguerol abuela del pretendiente= en otro libro instrumento 8 de la parrochia del señor san salvador de cuenca se alla la partida de la fee del baptismo de Eugenio conejero i pedraça abuelo de dicho pretendiente, dichos testigos sin diferencia ni duda alguna deponen ser los susodichos legítimos de legítimo matrimonio nacidos i procreados limpios sin mezcla ni mancha de moro judío i conuerso en todo grado por remoto i apartado que sea i sin penitencia del santo oficio pública ni secreta fundar sustentar demás del autoridad i común estimación con que an estado tenidos i reputados en todo tiempo por tener in crédito de su limpieza el ser don pedro de oma padre del pretendiente  familiar del santo oficio calificando a su mujer doña maría conejero noguerol don pablo conejero noguerol hermano de la dicha doña maría fue también familiar de la santa inquisición de cuenca, doña mariana conejero noguerol hermana entera de los referidos dejó por su hijo legítimo a don joan valle de Velasco cauallero que es oi de el áuito de calatraua i primo hermano del pretendiente, don francisco Eugenio conejero i pedraça cauallero de la orden de Santiago y capellán actual de honor de su magestad, don Antonio conejero de pedraça su hermano receptor de la santa inquisición de cuenca son primos terceros por su varonía conejero de el pretendiente confiesa el parentesco dicho don Antonio de pedraça testigo examinado folio sesenta i una a la buelta, asimismo afirman destos testigos ser el pretendiente por la línea materna doña maría conejero noguerol e su abuelo Eugenio conejero noguerol hijosdalgo notorios de sangre según fuero i costumbre de España i no de priuilejio i la raçón que las asiste para crédito demás del autoridad crédito i reputación con que se a conseruado la familia conejero en la común aceptación de cuenca sin cosa que suponga a este buen nombre, lo califican por más entendido i ser público que se allaron pablo Eugenio de pedraça i su hijo don pablo conejero de pedraça abuelo i tío del pretendiente en las copias de los caualleros hijosdalgo que es el acto distintiuo que ay en dicha ciudad, compruébase este sentir con la partida que se alla a fojas 249 de el libro de los fechos i negocios de el ilustre aiuntamento de la ciudad de cuenca que es el instrumento 9º, se alla lo siguiente este día se mando sentar en la copia de los hijosdalgo de esta ciudad a Eugenio conejero de pedraça por tal hijodalgo como lo están pablo Eugenio conejero su padre Eugenio conejero de mariana su abuelo, i a la fojas 476 de dicho libro rubricada la partida se alla puesto en las copias de los hijosdalgo Eugenio conejero de pedraça i en dicho libro a fojas 321 a la buelta se alla puesto por hijodalgo Eugenio conejero de pedraça, i en otro libro forrado en pergamino blanco con sus botones que en la cubierta de dicho libro dice libro de copias de la ciudad de cuenca desde el año 1594 hasta el de mil 642 se alla puesto a fojas tres Eugenio conejero de pedraça es instrumento 10=
I en otro libro de copias que es el instrumento 11 que empieza desde el año del 1640 a foja primera de dicho libro a la buelta se alla esta partida en el aiuntamento que tubieron los señores justicia y regimiento de la ciudad de cuenca sentar i escribir en este libro de copias de hijosdalgo por tales caualleros de hijosdalgo el señor don pablo de pedraça noguerol regidor desta ciudad y a don Alonso noguerol de pedraça su hermano como lo están Eugenio de pedraça conejero su padre i pablo Eugenio conejero su abuelo demás de los actos referidos conforman dicha nobleça con el áuito de calatraua de don joan valle de Velasco primo hermano de el pretendiente i el de don françisco Eugenio conejero cauallero del orden de Santiago ia arriua mencionados

i aunque es verdad que en la genealogía consta que el abuelo materno de el pretendiente se llamaua pablo Eugenio conejero i los testigos lo deponen así i en los libros de las copias no parece allarse más que Eugenio conejero se da a entender ser falta de noticia de quien dio la genealogía i equiuocación con su hijo don pablo noguerol hermano de la madre del pretendiente i no alcançar a conocer dichos testigos el dicho eugenio conejero de pedraça por auer muchos años años que murió supuesto que en la fee de su baptismo que es el instrumento 8º no se halla más que Eugenio= i en el testamento que hiço con su mujer doña ana noguerol en el qual a instituido por sus herederos a la madre de el pretendiente a don pablo i doña mariana noguerol i otros hermanos se firma Eugenio conejero de pedraça viene original que es el instrumento 12=


Don Antonio de Oma y el Marqués de Villena

por quanto en la genealogía consta i contextan los testigos examinados en la villa de san clemente que don pedro de oma padre del pretendiente es natural de la uilla de velmonte fuimos a ella i examinamos ocho testigos que de conocimiento deponen auer nacido en dicha villa i baptiçádose en la colegial della conformase esta verdad en la fee de su baptismo que viene en el libro original de dicha iglesia que es el instrumento 13 en la foja señalada, dichos testigos deponen con todo crédito i estimación de la legitimidad limpieça y nobleça i actiones personales no sólo de el dicho don pedro de oma padre del pretendiente sino de sus padres Antonio de oma i doña magdalena de Zalbid  a quienes conocieron de vista trato i comunicación teniendo el dicho Antonio de oma por natural de san clemente y a su mujer doña magadalena de zalbid de la villa de Alarcón con la qual casó de segundo matrimonio porque antecedentemente auía casado en velmonte con una fulana monrreal deuda mui próxima de don francisco ramirez de Monreal cauallero de la colegial desta villa en la quual estubo tenido dicho Antonio de oma por limpio i por mui hijodalgo notorio de sangre siendo de lo primero en el porte ilustre i por serlo el excelentísimo marqués de Villena lo hiço alcaide de la fortaleça su maiordomo dándole los oficios decorosos de la república como son los de alcalde ordinario i aunque es verdad que en la villa de velmonte no ai distinción de estados ni la auido de inmemorial a esta parte se conocen muy bien los hijosdalgo i los atienden como a tales demás que el dicho Antonio de oma tenía su carta executoria i si la presento sería para manifestar su nobleça como otros muchos lo an echo, pero no por esto constituie acto distintivo i concluien que don pedro de oma padre del pretendiente en el tiempo que asistió a su padre Antonio de oma se portó con todo lustre i decencia sin ocuparse en exercicio menos decoroso .....
velmonte, 30 de nobiembre  de 1674

(informe elaborado por don Rodrigo de Ortega, señor de Villar de Cantos, y el doctor Espejo)


AHN. ÓRDENES MILITARES. CABALLEROS DE SANTIAGO. EXP. 5906. Eugenio de Oma. 1674



Enlace relacionado

http://bibliotecadigital.rah.es/dgbrah/es/consulta/resultados_busqueda.cmd?id=5022&materia_numcontrol=&autor_numcontrol=&posicion=3&presentacion=mosaico&forma=ficha

Real Academia de la Historia (RAH). Salazar y Castro. Signatura: 9/327, Signatura antigua: D-53, fº 209 v. a 212. Los fº 213 a 215, último de este volumen, están en blanco. Certificación de la genealogía y extracto de pruebas de Pedro de Oma, vecino y originario de San Clemente (Cuenca), y de doña María Conejero Noguerol, su mujer, presentadas por el nombramiento de aquél de familiar del Santo Oficio. [Manuscrito]

sábado, 23 de enero de 2016

Hidalgos vascos en San Clemente: los Mondragón

Juan de Orbea y Mondragón debió llegar, procedente de Guipúzcoa, a la villa de San Clemente hacia 1525. Desconocemos los motivos que le obligaron a venir a estas tierras. Aunque el oficio que aparece asociado a su apellido en otro expediente, platero, nos hace suponer que vería su oportunidad de negocio para su trabajo en una villa en expansión y que en las décadas siguientes iniciaría la primera fase de remodelación de su iglesia parroquial de Santiago, a cargo de su paisano vizcaíno y arquitecto Domingo de Meztraitúa. El caso es que, a pesar de su artesanal oficio, unos veinte años después se sentía lo suficientemente integrado en esta villa manchega como para hacer valer, como buen vasco, sus orígenes hidalgos. Hasta entonces había sido tratado y se había comportado como un pechero más. Ni siquiera había hecho valer su condición hidalga a la hora de avecindarse en la villa, o al menos presuponemos este hecho, pues no se referirá a esta posibilidad cuando litigue su nobleza. La razón estaría en su falta de ambición, o sus limitaciones, para ocupar oficios concejiles. Así cuando en la década de los cuarenta, al calor de los numerosos pleitos entre el concejo de San Clemente y los vecinos principales del pueblo que luchaban por su hidalguía, intento hacer valer su sangre nobiliaria, se encontró con la oposición y desprecio de la oligarquía cerrada de los regidores perpetuos que estaban accediendo por compra de sus oficios al poder municipal.

Pero Juan de Orbea Mondragón podía alegar lo que pocos podían presumir en el pueblo, y menos los advenedizos al poder local: un tronco familiar sin una mancha de raíz infecta y una casa solar en pie allá en Orbea, jurisdicción de Éibar, testimonio de sus orígenes. Es más, y esto debió doler a los hidalgos sanclementinos, en Gupúzcoa, dada la condición general de hidalguía de su población, no había lugar para los pecheros. Si el grupo de nobles sanclementinos era cerrado, aún así, era bastante permeable con respecto a la exclusividad de una sociedad vasca que no aceptaba al foráneo. Dicho de otro modo la sociedad sanclementina empezaba a cerrarse, pero la vasca se negaba a abrirse:

la provincia de guipúzcua haze siempre muy grande pesquisa e inquisición quando quiera que venía a vivir a ella alguno de fuera de ella para saber si hera hombre fijodalgo o pechero o de linage de pecheros y si parescía que era hidalgo le dexavan vivir en la dicha provincia y si no, no le consentían vivir en ella

Uno por uno los testigos vascos presentados por Juan Orbea Mondragón, todos ellos hidalgos por supuesto, declararon a favor de las raíces nobles del pretendiente; haciendo hincapié que por cada hidalgo vasco siempre existía, atestiguando la condición, la correspondiente casa solar. Además allí todos sabían quién era cada cuál; conocedores de su pasado y del ajeno:

conoscía al dicho juan de orvea mondragón desde niño pequeño e que ansímismo conosció al bachiller juan de orvea su padre e que también conosció a ochoa de orvea su abuelo y padre de su padre y que al que litigava conoscía dende niño pequeño acá al qual conosció viviendo con su padre de la villa de mondragón donde él hera casado a la dicha villa de ybar muchas vezes y que al dicho su padre le conosció en la dicha villa de ybar en casa de su padre criándose en la dicha su casa y después le conosció casado en la dicha villa de mondragón por tiempo y espacio de treynta años poco más o menos fasta que fallesció diez e ocho años poco más o menos y que al dicho su avuelo padre de su padre del que pleyteaba le conosció por tiempo y espacio de quinze años poco más o menos fasta que fallesció quarenta años poco más o menos...
... y que conoscía y conosció deudos y parientes de partes del padre y avuelo del que pleyteaba por línea rreta de varones que avían sido y heran hombres fijosdalgo notorios y conoscidos porque especialmente conosció juan pérez de orvea que fue dueño de la casa solar de orvea sorayn que es en la juresición de la dicha villa de ybar, que era primo carnal del que pleyteaba donde venían y dependían todos los de orvea padre y avuelo 
(Declaración  de Francisco Ibáñez de Ibarra, escribano de la villa de Éibar)

Juan de Orbea Mondragón obtendría sentencia favorable de hidalguía de la Chancillería de Granada el 24 de mayo de 1547, y algún tiempo después la correspondiente ejecutoria (sin  que podamos saber la fecha exacta por encontrarse parcialmente roto el pergamino que la contenía). El ayuntamiento de San Clemente lo aceptaría como hidalgo en su sesión de trece de junio de 1551. Pero una vez más, en esa reunión contaban tanto o más las ausencias que las presencias. Ninguno de los Herreros o de los Pachecos asistió a la sesión, actuando como anfitriones la rama lateral de los Origüela, los Tébar, y sus aliados. Allí estaban Andrés González de Tébar, alcalde ordinario, y los regidores Alonso de Valenzuela, Gregorio Castillo, y Pedro de Tébar. El resto de regidores prefirió ausentarse de la villa, antes que sufrir el oprobio de recibir un nuevo advenedizo en su círculo:

...syn los demás señores del ayuntamiento que ginés de moya portero de dicho ayuntamiento dio fee que no están en la villa ...

San Clemente, tierra de oportunidades, veía una vez más el ascenso social de uno de sus vecinos recién llegados. Pero poco duraría a la familia Mondragón su reconocimiento; un turbio incidente del hijo de Juan de Orbea en el prostíbulo de la villa, truncaría el ascenso social de los Mondragón. Es lo que pretendemos narrar en próximos capítulos con la lectura del expediente judicial que al respecto se conserva en el Archivo de Simancas.

                                                                                 (continuará)






ACHV (Archivo de la Chancillería de Valladolid), PERGAMINOS, CAJA 14, 2.  Ejecutoria de hidalguía de Juan de Orbea Mondragón. 1547