El corregimiento de las diecisiete villas (fotografía: Jesús Pinedo)


Imagen del poder municipal

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EL CORREGIMIENTO DE LAS DIECISIETE VILLAS EN LA EDAD MODERNA (foto: Jesús Pinedo)
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domingo, 11 de febrero de 2024

Los Ortega y Santa María del Campo Rus

 Los Ortega se habían enseñoreado de Santa María del Campo Rus en 1626. El pueblo había sido comprado en 1608 por los Ruiz de Alarcón, señores de Valera de Arriba, tras el espejismo de un periodo de realengo, pero al ausencia de los nuevos señores del pueblo, dejaba las riendas del poder en los Ortega. De las viejas familias, que, en su día, vimos implicadas en los sucesos de 1582, los grandes beneficiarios habían sido los Ortega, que, ahora, sentaban su poder en su presencia regional y su hacienda en torno al núcleo familiar de Villar de Cantos. En Santa María del Campo copaban los puestos de gobierno del pueblo. Pedro Ortega Montoya era alcalde mayor o gobernador del pueblo en nombre de los Ruiz de Alarcón. Su hijo Pedro Ortega Montoya era alcalde ordinario por los hijosdalgo, cargo que compartía con el otro alcalde Francisco González Patiño, que, a pesar de los apellidos, era hermano del gobernador y ejercía de alcalde ordinario por los pecheros. A la familia Ortega se sumaba un hermano del gobernador, Rodrigo de Ortega, y el tío de ambos, Andrés Ortega. Los Ortega fundaban su poder en Santa María del Campo en la posesión de ganados y era el mal uso de sus ganados lo que se criticaba, pues había esquilmado las encinas de la dehesa del pueblo. Entender  a los Ortega de Santa María del Campo es fundamental para comprender su poder regional, dada su vinculación familiar con los Ortega de San Clemente.

Era tal su poder, que incluso las desavenencias surgían dentro de la familia; así el alcalde ordinario Pedro Ortega Montoya era denunciado por su propio tío Rodrigo por apropiarse de los pastos de la dehesa y tener allí sus ganados pastando durante cuatro meses. Las diferencias habían llegado hasta tal punto que, en una riña por el derecho de pasto de los respectivos ganados, Pedro había estado a punto de matar a su hermano Rodrigo. Pero las ambiciones ganaderas de los Ortega, cuyas manadas se comían también las viñas, chocaban con los intereses de los santamarieños que habían conseguido facultad real para permitir "entresacar el monte", prohibiendo la entrada de ganados. Lógicamente, un monte en el que se abrían calveros, era más propicio al pasto de ganados. El uso colectivo de la dehesa debía ir a garantizar con sus réditos a los censos cargados sobre los propios del concejo y el caudal del pósito. La dehesa, conocida por los vecinos como la Vieja,  era complementada por la llamada dehesa Nueva, propiedad del señor de la villa y que había sido comprada en arrendamiento por los vecinos a Fernando Ruiz de Alarcón, al que pagaban mil reales anuales. La dehesa nueva era para uso de los abastecedores de carnes de la villa. Ni qué decir tiene que la villa encontraba dificultades para encontrar abastecedores de carnes, pues los Ortega pretendía en el monopolio de las carnicerías y su abasto.

Los Ortega, con sus ganados, tenían el monopolio de las carnicerías del pueblo, pero a pesar de dominar las alcaldía y la gobernación de la villa, tenían enfrente al concejo santamarieño que se atrevió a embargar a Andrés Ortega setecientas ovejas. Viejas familias dominaban todavía el concejo, como Alonso García Rubio, alguacil mayor, y las decisiones del pueblo se tomaban, en los asuntos importantes en concejos abiertos, donde hemos de suponer que aún primaba la voz de las familias tradicionales. Después de doscientos años, Santa María del Campo, una villa que iba de señor en señor, demostraba ese carácter irredento que ya hemos visto en el pasado frente a los intentos de dominio señorial. NO obstante, en Santa María del Campo se estaban estableciendo nuevas familias foráneas como los Piñán o Diego Suárez de Figueroa, en este último caso, se trataba de un hidalgo llegado desde Villaescusa de Haro. Estos recién llegados estaban copando los cargos concejiles de Santa María del Campo, compitiendo con los Ortega, denunciando el monopolio que, de los oficios concejiles, tenían los Ortega: tres de los seis oficios. Enfrente de los Ortega, y sus ganados, se situaba, además de los recién llegados, familias tradicionales. Una de ellas, eran los Rosillo, que de la mano de Cristóbal Rosillo trataban de limitar los excesos de los Ortega, a los que acusaban de imponer el terror en los campos, y a los que trataban de limitar el pasto de sus ganados a una zona llamada la cabeza. Pero los Ortega rechazaban estos intentos así como otros de arrendar las dehesas del pueblo a ganaderos foráneos de La Almarcha, a los que despectivamente llamaban los sin camisa o a los propios santamarieños como Pedro Mendiola.

El control del poder concejil en Santa María del Campo era objetivo último para los ganados de los Ortega (todos declaraban tener manadas de ovejas, una, dos o tres manadas de cuatrocientas ovejas), que chocaba con las viejas familias, las reiterativos hidalgos que llegaban por matrimonio a copar nuevas vecindades o de santamarieños que intentaban descollar como Agustín Suárez Párraga

ACHGR, PLEITOS CIVILES, C- 9669, 9

lunes, 21 de mayo de 2018

De los Ortega de San Clemente a los Gómez del Cañavate




Francisco Gómez era hijo de Pedro Gómez y nieto de Juan Ortega, vecino de San Clemente. Juan de Ortega casaría con Juana Gómez. Del matrimonio nació Pedro Gómez, casado con Elvira López, hija de Juan de la Roda, hacia 1500. De éste último matrimonio nacerían Francisco Gómez, avecidado en El Cañavate, que nacería con el cambio de siglo, y Juan Gómez, avecindado en San Clemente.

Juan Ortega, vecino de San Clemente, era el típico hidalgo arruinado, pero que mostraba con orgullo su condición hidalga ante sus vecinos. De su pobreza da testimonio Juan López Palomera, que recogía el recuerdo de su suegro Alonso López de Aparicio López, hombre que tenía trato y ayudó al dicho Juan de Ortega


e asy se lo dezía su suegro que el dycho Hortega hera buen fydalgo e que aunque hera pobre veya que se tenía por hidalgo espeçialmente que vido este testigo que cómo el dicho Hortega hera pobre el suegro de este testigo le dyxo un día en que tomase una bestia suya y que truxese una carga de leña para su casa e que el dicho Hortega respondyó: señor no lo faré que perderé la fidalguía por venyr tras la bestya cargada con leña que antes querría traer la leña a cuestas, que no quiso llevar la bestya e que cree que por esto no pechaba ni le enpadronarían en pecho rreal ni conçejal en demás hera muy pobre e que tenya muy poco e que este testygo le veya que syn enbargo de ser pobre tenya fantasya de hidalgo
El orgulloso hidalgo tuvo que ceder ante la necesidad que padecía su familia, entrando a servir como jornalero en casa del padre de García Martínez Ángel, Cristóbal Ángel el viejo, un rico pechero de la villa (a soldada para el canpo, carreta e viña), creemos que durante cinco años, pero este hecho lo hemos de adivinar entre líneas, pues el expediente está roto. La humillación que debió sufrir el viejo hidalgo, de los buenos de esta tierra, solo se puede entender en el contexto de una sociedad de labradores ricos, tan orgullosos o más que los hidalgos, donde emplearse a jornal era considerado un estigma.

Pocos hombres conocían la vida de sus convecinos como Alonso Álvarez de Rebe. Este hombre de ochenta y nueve años era un testigo privilegiado de su tiempo. Correo del marqués de Villena, había recorrido todo el Marquesado con sus veredas; ante sus ojos, habían pasado varias generaciones de sanclementinos. De mensajero de los Pacheco había sentado plaza como tendero de la villa de San Clemente para el abasto de la villa . Recordaba el nombre del padre de Juan Ortega, aunque fuese por su apodo: Juan el negro. Le había conocido con nueve años, es decir hacia 1455, como hombre hacendoso y procedente de Murcia, recordando sobre todo su aspecto físico
avía sydo honbre que avya tenido buena fazienda e que avya sydo justiçia en el Rreyno de Murcia e que ge lo dezía su padre deste testygo e que porque hera justiçia allá le dezían el nonbre de negro e porque dezían guartede Juan el negro pero que no hera negro salvo que hera moreno en la color
Alonso Álvarez de Rebe coincidía en el orgullo de Juan el negro y su hijo. Orgullo de hidalgo que sobrellevaban con altivez, a pesar del estado de necesidad y pobreza en el que habían caído
e asy lo a oydo dezir este testigo a su padre deste testigo Alonso Álvarez de Rebe e a otros viejos desta dicha villa que dezía que el dicho Juan el negro e el dicho su hijo Juan de Hortega heran buenos fidalgos e aun dolyéndose dellos diziendo: mirad quales Hadán estos fidalgos porque heran pobres trayendo carga de leña a cuestas que se dezía que no los querían traer en bestyas aunque ge las dauan porque dezían que su linage no avía harreado ni ydo tras bestya 
Juan el negro y su hijo Juan Ortega eran pobres de solemnidad, sin que sepamos la razón por la que habían llegado a San Clemente dos décadas antes de la guerra del Marquesado y la causa de su desdicha. Contra corriente había defendido su nobleza, negándose a pagar impuestos en la pechera San Clemente, donde cualquier hombre por mísero que fuera pagaba pechos, con tal que fuera propietario del azadón con el que trabajaba la tierra.

Pedro Gómez y Elvira López siempre habían vivido en San Clemente, aunque habían huido de la peste en esta villa y se refugiaron en Cañavate durante dos o tres meses en la década de los veinte, pero su residencia fija era San Clemente, donde a decir de Rodrigo Ortega, tenían fama de hidalgos. Ya en 1502 o 1503, se había hecho un repartimiento, a cargo de un jurado nombrado por el concejo, entre los vecinos de la villa de San Clemente (posiblemente para comprar el trigo que Alonso Castillo vendió a una villa hambrienta); Pedro Gómez, al igual que el resto de hidalgos, quedó exento. Pedro Gómez se juntaba con los otros hidalgos de la villa para la elección de alcalde de la hermandad por los hijosdalgo y mostraba albalá en las carnicerías para la refacción de la carne. A falta de padrones de hidalgos, el símbolo distintivo de hidalguía era la participación en las llamadas juntas de hidalgos. A comienzos del siglo XVI, parece que todavía no se había establecido el posterior colegio de cuatro electores para la elección de alcalde de la hermandad por los hijosdalgo; del mismo modo, los hidalgos se reunían en juntas, que elegían dos diputados y velaban por el reparto de la alcabala, entre los hijosdalgo, un impuesto universal. También participó con el resto de hidalgos en el pleito, que no se resolvería hasta 1539, para entrar en las suertes de los oficios concejiles. En Cañadajuncosa, aldea del Cañavate, fijó su residencia hacia 1522, tras casarse, su hijo Francisco Gómez.

                                                 **********
Alcalde ordinario de San Clemente; Pascual Simón y Alonso Astudillo
Alguaciles de San Clemente: Pedro Rosillo y Benito García
Alcaldes ordinarios de Cañavate: Juan Gómez y Pedro de Lomas

Probanza de 1535

Pedro Jiménez de Buenache, vecino de Cañavate, 60 años, alcalde, regidor y diputado de Cañavate en los últimos treinta años
Juan López Palomera, pechero de la villa de San Clemente, más de 75 años
Garci Martínez Ángel, pechero de San Clemente, 70 años
Antonio Rosillo el viejo, hidalgo de San Clemente, 66 años
Alonso Álvarez de Rebe, pechero de 89 años
Cecilia López, pechera, viuda de Gil Fernández de Alfaro, vecina de San Clemente, 70 años
Francisco Rosillo, pechero, vecino de San Clemente, 70 años


ARCHIVO DE CHANCILLERÍA DE GRANADA. HIDALGUÍAS. Probanza del pleito de hidalguía de Francisco Gómez, vecino del Cañavate. 1534. Signatura antigua: 302-297-1

lunes, 16 de abril de 2018

Villar de Cantos y el origen de los Ortega

En la executoria de Diego de Ortega, padre del dicho Pedro de Montoya Ortega, hay un escudo que tiene por armas cuatro campos, y en el campo de la mano derecha en lo más alto hay una espada, y en el otro de la mano izquierda una cruz colorada y en el de abaxo de la mano derecha hay cuatro panelas, digo cinco panelas, y en el otro vienen cuatro Oes grandes (Relaciones topográficas de Felipe II de la villa de El Cañavate)

Los Ortega pasaron el siglo XVI cambiando de residencia, entre Vara de Rey, San Clemente, Cañavate y Villar de Cantos, de donde  era originaria la familia y mantenía casas y tierras.  Rodrigo de Ortega el rico se había casado  por primera vez con María Martínez, hija de Miguel Jareño, vecino de Cañavate. Casó varias veces más, pues la desgracia le hizo enviudar, la segunda con Isabel de Perona, vecina de San Clemente. Fue entonces cuando se avecindó en San Clemente y moró casa en sus aldea de Villar de Cantos. La tercera vez, con una hija de Alonso Moreno, morador de Vara de Rey; la cuarta y última, con una vecina de la Alberca, del linaje de los Villodre. Pasaba el mayor tiempo en su casa de Villar de Cantos, lugar de San Clemente por aquel entonces, donde concentraba sus heredades. En su casa de Villar de Cantos falleció.

Rodrigo de Ortega era hijo de Gabriel de Ruy Saez de Ortega y de Elvira Sánchez, vecina de Cañavate. La casa solar de los Ortega estaba en Villar de Cantos. Lo sabía bien Miguel Saiz Gallego, que de pequeño se había criado en la aldea de Villar de Cantos. Su memoria alcanzaba hasta los años posteriores a la guerra del Marquesado. Recordaba al padre de Rodrigo de Ortega el rico, Gabriel de Ruy Sáez de Ortega el mozo, pero también a su abuelo Ruy Saez de Ortega el viejo, aunque dudaba del nombre si Juan o si Diego. Seguramente su nombre era Juan. Lo que sí recordaba  a la perfección era el reparto de la herencia de Ruy Saez de Ortega el mozo, muerto hacia 1505, entre sus dos hijos: Rodrigo de Ortega, apodado el rico, que se debió llevar la mayor parte y heredamientos en Villar de Cantos, junto a otras heredades de Vara de Rey y San Clemente, y una hija que desconocemos, casada con Alonso de Luz, vecino de Villalgordo del Marquesado
y el dicho Rrodrigo de Hortega como hijo lygytimo auía heredado sus vienes y hazienda y los heredamientos que tenía en el dicho lugar de Villar de Cantos e auían rrepartido y devidido y lo vido este testigo partir y devidir entre el dicho Rrodrigo de Hortega e Alonso de Luz vezino de la dicha villa de San Clemente su cuñado casado con hermana del dicho Rrodrigo de Hortega  hija de los susodichos (Ruy Sáez de Ortega el mozo y su mujer Elvira Sáez) y para hazer la dicha partición de los vienes este testigo con un carro truxo al dicho Alonso de Luz del lugar de Villargordo a la dicha villa de San Clemente
Así la hija marchó a Villalgordo del Marquesado, mientras el heredero Rodrigo sentaba vecindad en Cañavate, lindante de sus heredamientos de  Villar de Cantos, al casar con la hija de Miguel Jareño. Del matrimonio nacería Diego de Ortega, que a su vez, casaría con Isabel de Araque, hija de Pedro de Montoya, vecino de Vara de Rey. De un segundo matrimonio de Rodrigo, con Isabel de Perona, nacería Rodrigo de Ortega el mozo, que fijaría su residencia en el solar de Villar de Cantos. Rodrigo el mozo había elegido mantener su hacienda antes que su hidalguía. Su nieto del mismo nombre sería con el tiempo, en 1626, I señor de Villar de Cantos.

Villar de Cantos era aldea antigua del alfoz de Alarcón, que en el villazgo de 1445 había caído bajo la jurisdicción de San Clemente. En el cambio de siglo era una pequeña aldea de apenas siete u ocho vecinos. En ella habían establecido su casa solar tres familias hidalgas que serían protagonistas de la historia de la comarca en los siglos siguientes: ortegas, haros y montoyas
que en el dicho lugar de Villar de Cantos auía tres hijosdalgo conviene a saver Diego de Haro e Alonso de Montoya y el dicho Juan de Rrui Sáez y Diego de Rrui Sáez de Hortega visabuelo del que litigaba
La hacienda de los Ortega permaneció en Villar de Cantos, pero tanto Rodrigo como su hijo Diego, habido del primer matrimonio según unos testigos y del segundo matrimonio con Isabel de Perona, según otros, iniciaron una vida trashumante, consecuencia de los cuatro matrimonios del padre Rodrigo. En Vara de Rey, donde Rodrigo casó con la hija de Alonso Moreno, permanecieron padre e hijo quince años. Allí, Diego entabló amistad con dos hermanos, parientes de la familia, también hidalgos: Juan Alonso y Hernando Alonso (¿estaremos ante el fundador de Casas de Fernando Alonso?). Pero si hubo una población que Rodrigo rehuyó como residencia fue la villa de San Clemente. Allí había intentado fijar su residencia, pero el concejo de San Clemente lo empadronó como pechero, iniciándose un pleito entre ambas partes, que creemos es el ya conocido de 1512, en el que se vieron inmersos una docena de hidalgos sanclementinos.

Por nuestro testigo Miguel Saiz de Gallego conocemos los enemigos sanclementinos de Rodrigo Ortega. Era un grupo de principales que copaban los cargos de regidores y alcaldes de la villa, liderados por la segunda generación de los hermanos origüelas, Pedro y Alonso; a los que se sumaban Juan López Tendero y Alonso López de Perona. Especialmente fue enconado el conflicto con este último, con quien había emparentado con su segunda mujer, hija de Juan López de Perona. Rodrigo que se negaba a pechar, defendiendo su condición hidalga, decidió marchar y refugiarse en sus casas de Villar de Cantos y avecindarse en Cañavate. En la defensa de su hidalguía, Rodrigo mantenía la posición de su padre Gabriel. Un hombre que se paseaba hacia 1500 por las calles de San Clemente con un sombrero, símbolo de distinción, para envidia de sus adversarios, y que había ido hasta la Chancillería de Valladolid para obtener ejecutoria de hidalguía, o así lo contaba Pedro Rodríguez, según recordaba de las palabras de su padre, del mismo nombre y conocido nuestro, muerto en 1489. Y es que los Ortega eran odiados tanto por su nobleza como, mucho más, por su riqueza. Todos los testigos reconocían la inmensa hacienda que acumulaban en la aldea de Villar de Cantos, a decir de algunos, alquería de su propiedad. Aunque sabemos que otras familias como los Haro o los Olivares disponían allí de extensas propiedades

Su hidalguía era reconocida por todos. Hernando de Olivares, recordaba como su padre Juan, que vivía en Villar de Cantos, le había dicho que los Ortega venían de muy buen solar. Su riqueza se centraba en las heredades de Villar de Cantos y Casablanca. Si Rodrigo Ortega el viejo se mantuvo fiel al hogar familiar, muriendo hacia 1540 en la casa de Villar de Cantos, su hijo Diego acabó, tras pasar quince años en Vara de Rey, por afincarse en Cañavate con su mujer Isabel de Araque o Montoya. En Villar de Cantos quedó el hijo segundón, Rodrigo el mozo, que mantendría la hacienda familiar; casado con Catalina de Olivares, tendría tres hijos: Francisco, Gabriel y Diego. Los herederos de Diego*, el hijo mayor de Rodrigo el viejo, migrarían hasta Santa María del Campo, donde se establecería otra de las ramas familiares con su nieto Diego de Ortega Montoya . Rodrigo de Ortega el viejo tuvo otras tres hijas: una casada con el alcaide de Hellín, otra con un Alarcón y la última con un Villodre, todos ellos hidalgos.

Rodrigo Ortega el viejo había muerto en Villar de Cantos, pero su cuerpo había sido enterrado en el monasterio franciscano de Santa María de Gracia; una de sus capillas se convertiría en el panteón familiar.

Hacia 1527 los hidalgos obtienen sentencia favorable en El Cañavate para entrar en los oficios de alcaldes, hasta entonces reservados a los pecheros. Sentencias similares se dieron en otros lugares, hasta que en 1539, fueron los hidalgos de San Clemente los que vieron reconocido el derecho a entrar en suertes para la elección de alcaldes y alguacil. Los impedimentos que podía tener Diego de Ortega para acceder a los oficios concejiles se vieron borrados, por lo que hizo valer sus derechos a la hidalguía. En la primera mitad de los cuarenta iniciará pleito para ver reconocida su hidalguía con el concejo de Cañavate; obtendría sentencia favorable el 23 de diciembre de 1547. La sentencia debió ser ratificada en grado de revista en diecisiete de marzo de 1567. La ejecutoria tiene fecha de ocho de julio del mismo año.


*Diego de Ortega tendría dos hijos: Diego de Ortega que permanecería en Cañavate y Francisco de Ortega, cuyo hijo Diego de Ortega Montoya se trasladaría a Santa María del Campo Rus



ANEXO: testigos de la probanza 1545

Pedro de Lomas, alcalde ordinario, por los hijosdalgo de Cañavate, 70 años
Martín López, vecino de Cañavate, 57 años
Miguel Sáiz Gallego, vecino de Vara de Rey, 75 años
Pedro Rodríguez, vecino de San Clemente, 74 años
Hernando de Olivares, hombre pechero, de sesenta años
Miguel López de Benito López, sesenta años, vecino de Vara de Rey
Alonso de Olivares, vecino de San Clemente, 68 años, hijo de Juan de Olivares, que murió en la guerra de Granada hacia 1488, y nieto de Juan Sánchez de Barriga
Nuño de Abengozar, hidalgo de 69 años
Miguel López Cantero, hombre pechero, vecino de San Clemente, 60 años (año 1561)

ARCHIVO DE LA CHANCILLERIA DE GRANADA. Hidalguías. Ejecutoria de Hidalguía de Diego de Ortega, vecino de El Cañavate. 1667, Signatura antigua. 304-530-1

sábado, 17 de febrero de 2018

El escudo del Palacio del Marqués de Valdeguerrero: el escudo de la familia Ortega

Escudo de los Ortega, en la calle Piquirroti nº 12 de San Clemente
Foto: Laura Mainar Alquézar

Escudo de los Ortega en la llamada Casa de la Reina Mora, San Clemente
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Las imágenes superior se corresponden con sendos escudos existentes en la casa de la calle Piquirroti número 12 y en la llamada Casa de la Reina Mora de la villa de San Clemente. Se trata de las armas de la familia Ortega, señores de Villar de Cantos, que también nos aparece en la portada principal del palacio del Marqués de Valdeguerrero y que esta familia adoptó como escudo de armas propio y diferenciado de las armas de los Guerrero de Alcaraz, de donde procedía el fundador del marquesado de Valdeguerrero. El escudo de armas de los Guerrero de Alcaraz se nos conserva hoy en uno de los cuarteles de la piedra armera del palacio de los Martínez del Peral de la Plaza de Astudillo. En el cuartel superior izquierdo aparece el águila de los Guerrero, tal como nos aparece en el dibujo de la colección Salazar y Castro de la Real Academia de la Historia

Escudo con armas de los Guerrero en la casa Martínez del Peral
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Escudo de armas de los Guerrero de Alcaraz
RAH


El águila de los Guerrero de Alcaraz aparece también en el segundo escudo de la Casa de la Reina Mora de San Clemente, quizás, porque se trate de la casa de don Diego Ortega Guerrero, caballero del hábito de Santiago desde 1640, hijo de la alcarceña Beatriz Guerrero Girón. La unión  de los Guerrero de Alcaraz con los Ortega de San Clemente se produjo definitivamente con el matrimonio de Catalina Félix Guerrero y Cárcamo, hermana del primer Marqués de Valdeguerrero, con don Rodrigo de Ortega, III señor de Villar de Cantos.

La ejecutoria de hidalguía de los Ortega de San Clemente ya se había logrado hacia 1609 (1), por Francisco de Ortega y su hijo don Rodrigo de Ortega y Avilés, I señor de Villar de Cantos. Incluso ya un Ortega, de nombre Rodrigo había pleiteado su hidalguía en Granada en 1533. La familia remontaba los orígenes nobiliarios a la época de la Reconquista, cuando el capitán Juan de Ortega había bajado del valle del Mena a la conquista de la Mancha, siendo herido gravemente en el campo de batalla en el lugar de Villar de Cantos (que la familia vincularía como señorío propio a la familia), y yendo a morir, según la tradición, a un lugar llamado Pozo de Pilillas, de difícil ubicación hoy en día (existe un cerro de Pilillas en el término de Vara de Rey).

Años antes, un Rodrigo de Ortega, llamado el rico o el viejo, vecino de San Clemente, en 1533, había pleiteado su hidalguía en la Chancillería de Granada. Sería el antecesor de una familia cuya descendencia e intereses patrimoniales se extenderían por las villas de San Clemente, El Cañavate y Santa María del Campo Rus. Su hijo Diego de Ortega y Guerrero pleiteó su hidalguía con la villa del Cañavate, consiguiendo ejecutoria de la Chancillería de Granada, que otorgó un escudo de armas para la familia, y que conocemos por las Relaciones Topográficas de la villa de El Cañavate

Ortega: En la executoria de Diego de Ortega, padre del dicho Pedro de Montoya Ortega, hay un escudo que tiene por armas cuatro campos, y en el campo de la mano derecha en lo más alto hay una espada, y en el otro de la mano izquierda una cruz colorada y en el de abaxo de la mano derecha hay cuatro panelas,  digo cinco panelas, y en el otro vienen cuatro Oes grandes (Relaciones topográficas de Felipe II de la villa de El Cañavate)

Ese escudo es el que nos aparece hoy en la calle Piquirroti 12 (vid. supra) y en el palacio del Marqués de Valdeguerrero (vid. infra)


Escudo de armas en el palacio del Marqués de Valdeguerrero. A diferencia del escudo originario de los Ortega en la calle Piquirroti nº 12, en el primer cuartel parece adivinarse, muy deteriorada la serpiente, superpuesta a la espada, y en el cuarto cuartel se ha añadido un quinto anillo u "o", que se ha intentado identificar con las armas de los Condes de Buenavista Cerro (aunque las armas de este apellido en la casa familiar de Belmonte son muy diferentes). En nuestra opinión el escudo del condado de Buenavista Cerro formado por cinco anilletes de oro, puestos en aspa, en gules (y con lema Mena por la sangre y Buenavista por el Rey) es una creación a partir de los cuatro "Oes" del escudo de los Ortega



En la imágen superior, escudo de los Condes de Buenavista Cerro en la calle del Marqués 11 de la villa de San Clemente
En la imagen inferior, escudo del apellido Mena en la casa de Belmonte del primer Conde de Buenavista Cerro, Don Diego Ventura de Mena y Cortés

Imágenes: escudo del Palacio del Marqués de Valdeguerrero y del Cerro de San Clemente
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Imagen del escudo de los Condes de Buenavista Cerro de Belmonte: Laura Mainar Alquézar



La familia de los Ortegas se dividiría en dos ramas familiares con residencia en El Cañavate y San Clemente. Diego Ortega y Guerrero, el que conseguiría ejecutoria para la familia, casó con Isabel Montoya y Araque, vecina de Vara de Rey, en primeras nupcias, y con Isabel Perona en segundas. Del primer matrimonio vienen los Ortega de El Cañavate, que continuaron la línea con Pedro de Montoya Ortega, primogénito de Diego Ortega e Isabel Montoya. Estos Ortega del El Cañavate pasarían a Santa María del Campo Rus, donde conseguirían nueva ejecutoria de hidalguía en 1578 de la mano de Pedro de Ortega y Guedeja, y de esta villa pasarían a la de San Clemente. Regidores perpetuos de Santa María del Campo, ostentarían desde la segunda mitad del siglo XVII el título de Alguaciles Mayores de la villa de San Clemente.

Escudo de los Ortega en Santa María del Campo


Del matrimonio segundo de Diego Ortega y Guerrero con Isabel de Perona vienen los Ortega de San Clemente. Su hijo Rodrigo de Ortega el mozo sigue la línea, aunque en la villa de San Clemente pervivirán dos ramas familiares, los herederos de los dos hijos de Rodrigo de Ortega el mozo, Diego y Francisco, tal como vemos en las genealogías adjuntas

Genealogía de don Rodrigo de Ortega y Ortega, III señor de Villar de Cantos y marido de Catalina Félix Guerrero, II Marquesa de Valdeguerrero. Pretendiente al hábito de la orden de Santiago en 1641
Padres 
Don Rodrigo de Ortega y doña Ynés de Ortega, vecinos y naturales de la dicha villa de San Clemente 
Abuelos paternos 
Don Rodrigo de Ortega, I señor de Villar de Cantos, y doña Ana Rosillo*, vecinos y naturales de la dicha villa de San Clemente. Fundan mayorazgo familiar en Villar de Cantos y jurisdicción de Vara de Rey (Rodrigo de Ortega, I señor de Villar de Cantos era hijo de Francisco de Ortega y López de Olivares y nieto de Rodrigo Ortega el mozo)
Abuelos maternos 
Bautista García Monteagudo y doña Catalina de Ortega**, vecinos y naturales de la villa de San Clemente 
En Madrid, a diez y ocho de enero de hebrero de mill y seiscientos y quarenta y uno
Gregorio de Tapia (rúbrica)
*En realidad, es natural de Vara de Rey
**En realidad, natural de la villa de Cañavate
Genealogía de don Diego de Ortega Guerrero, natural de la villa de San Clemente, a quien su Magestad hiço merced del áuito de Santiago  (1640)
Padres 
Don Diego de Ortega, natural de la dicha villa de San Clemente, y doña Beatriz Guerrero Xirón, natural de la ciudad de Alcaraz,

Abuelos paternos 
Don Miguel de Ortega y Auilés (Miguel de Ortega y Avilés era hijo de Diego de Ortega, a su vez hermano de Francisco de Ortega, que tuvo por hijo a don Rodrigo de Ortega, primer señor de Villar de Cantos), natural de la villa de San Clemente, y doña María Rosillo de Mendoça, natural de la villa de Santa María del Campo 
Abuelos Maternos 
Don Antonio Guerrero, natural de la ciudad de Alcaraz, y doña María Muñoz Xirón, natural de la villa de Carauaca 
Actos positivos 
El padre y el abuelo paterno del pretendiente familiares del Santo Oficio de la Inquisición
En Madrid a veynte y tres de octubre de 1639
Gregorio de Tapia (rúbrica)

Las alianzas familiares de los Marqueses de Valdeguerrero con los Sandoval de Alcaraz, los Melgarejo y los Martínez del Peral llevarían a adoptar los escudos familiares de estos apellidos por las diversas ramas de herederos. Adjuntamos los escudos de armas de estas familias

Escudo de los Sandoval en la casa palacio de los Marqueses de Valdeguerrero en Vara de Rey (hoy de los Melgarejo). El apellido de Sandoval es aportado a la casa de los Marqueses de Valdeguerrero por Vicente Sandoval, que casó con Catalina Félix Guerrero y Sandoval, IV Marquesa de Valdeguerrero

                   
Escudo de la familia Melgarejo, en la casa palacio de los Marqueses de Valdeguerrero en Vara de Rey (hoy de los Melgarejo). El apellido Melgarejo es aportado por Antonia María Melgarejo y Mena, casada con Manuel Sandoval y Sandoval, IX Marqués de Valdeguerrero
Escudo de la familia Martínez de Peral en el Palacio de los Melgarejo de San Clemente. El apellido Martínez del Peral, originarios de Iniesta donde eran regidores perpetuos, es aportado por Julián Martínez de Peral y Martínez del Castillo, casado con Pilar Sandoval y Melgarejo, XI Marquesa de Valdeguerrero
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(1) La carta de ejecutoria de hidalguía se presentó junto con otros documentos en el expediente para la obtención del hábito de Santiago de don Rodrigo de Ortega, III señor de Villar de Cantos. No se copió traslado en el expediente, aunque aparece citada al final con fecha de expedición de la Chancillería de Granada de 9 de junio de 1609.

viernes, 18 de agosto de 2017

Los Rosillo de Santa María del Campo

María Rosillo, era natural de Santa María del Campo, estaba casada con don Miguel de Ortega, vecino de San Clemente. Era mujer de carácter, pero su vida en San Clemente no fue fácil. Su marido estaba enfrentado, más bien habría que decir, enemistad visceral, con Francisco del Castillo e Inestrosa, y estas diferencias las sufriría la propia María Rosillo, cuyos ancestros eran originarios de San Clemente y su aldea de Vara del Rey. Así, la descendiente de Juan Rosillo, el reductor del Marquesado de Villena, sería acusada de tener sangre mora. Se le relacionaba con Hernando Sanclemente, un regidor sanclementino de comienzos de siglo que había sido quemado por moro y apóstata y de otro moro conocido por Macacho.

Sin embargo, doña María era hija de hijodalgo, don Cristóbal Rosillo, que había sido alcalde de la villa por este estado, y podía exhibir muchos actos positivos, entre ellos que un primo hermano suyo, el doctor Pedro García de Campos, era colegial mayor en la Universidad de Alcalá, donde estaban vigentes los estatutos de limpieza de sangre (otros, estaban obligados a estudiar en Salamanca, donde no tenían que responder por su sangre judía o pasado converso). Además tenía otros dos primos hermanos familiares de la Inquisición, Miguel Galindo de Campos, en Santa María del Campo, y Juan de Mena Ortiz, en Las Pedroñeras. La misma María Rosillo había pasado por dos pruebas de limpieza de sangre, como mujer y madre de Miguel y Diego de Ortega, que aspiraban a una familiatura del Santo Oficio. Ambos se investirían con el título de familia, a pesar de las trabas para empatar el proceso de Francisco del Castillo, que trajo a colación algunos matrimonios no muy limpios y cuando los Ortega andaban de críos a pedradas con los oficiales de la Inquisición.

No obstante, la acusación más grave contra María Rosillo es que su hijo Diego de Ortega había mudado de bisabuela para obtener el título de familiar. Es decir, la abuela de doña María Rosillo había sido permutada por otra. Quien traía a colación estas acusaciones era don Francisco de Alarcón Fajardo, vecino de San Clemente, aunque la acusación venía de treinta años atrás, con motivo del expediente de limpieza de sangre del mencionado Diego de Ortega. Los acusados eran Diego del Castillo e Inestrosa, Pedro González de Tébar y Pablo Cuenca. Pero los papeles acusatorios que estaban en el oficio de este último se habían perdido o, pasados ya treinta años, nadie quería saber nada de ellos. Pero la acusación era muy grave, pues el sambenito de Hernando Sanclemente, quemado en 1517, colgaba en la iglesia parroquial de San Clemente.

María Rosillo de Mendoza era hija de Cristóbal Rosillo, alcalde de los hijosdalgo en varias ocasiones en Santa María del Campo. Del papel protagonista de los Rosillo, como defensores de la causa real, en los tumultos de la década de los ochenta del siglo anterior ya se ha hablado.



ANEXO I: Testigos a favor de la limpieza de sangre de María Rosillo en Santa María del Campo Rus en 1641

Don Fernando Ruiz de Alarcón, caballero del hábito de Santiago y señor de la villa, 63 años.
Licenciado Francisco de Mendiola, cura de la villa reservativo, 87 años.
Miguel López de Alarcón, notario del Santo Oficio, 51 años
Don Rodrigo de Ortega, 40 años.
Jerónimo Rubio, 64 años
Jerónimo de Toro Ramírez, 70 años
Juan de Mendiola Ramírez, 61 años
Licenciado Pedro Sánchez de Villamayor, 57 años
Licenciado Juan de Toro Ramírez, 66 años
Licenciado Fernando Gallego Patiño, 71 años
Juan García, 65 años
Juan Ruiz de la Fuente, 66 años
Juan Rubio Carralero, 65 años
Francisco Rubio, 74 años
Jerónimo Galindo, 61 años
Francisco de Chaves, alguacil mayor de la villa, 65 años
Juan Herranz Fromista, 58 años
Jerónimo Patiño, 51 años
Nicolás Martínez Patiño, 72 años
Esteban Rubio, escribano, 51 años
Licenciado Gil García de Campos, 63 años
Francisco de la Solana, 70 años
Pedro Rubio Carralero, 61 años
Miguel Ruiz, 54 años
Martín López de la Torre, 60 años
Domingo Sánchez de Rus, 78 años
Juan de Castro, 75 años
Blas Martínez Bermejo, 81 años
Martín Blanco Muñoz, escribano del ayuntamiento, 56 años
Antonio de Villagarcía y Salas, 70 años
Pedro Pérez, 65 años
Andrés de Vieco, 50 años
Juan de Castro, 64 años
Bachiller Blas Martínez, prebítero, 58 años
Diego Esteban Rubiales, 70 años
Pedro Cano, 70 años
Alejo Martínez, 70 años
Miguel Saiz Jareño, 77 años
Juan Herrainz Patiño, 56 años
Alonso de la Casa, 60 años
Jerónimo de Toro el mozo, 50 años
Juan Rubio Agraz, 58 años
Miguel Redondo Marzo, 67 años
Juan de Requena Galindo, 37 años
Juan de Alarcón, 66 años
Alonso Nieto, 64 años
Pedro Esteban, 66 años
Juan de Castro Gómez, 58 años
Tomé de Vita, 75 años
Licenciado García González de Arrieta, médico, 65 años


Archivo Histórico Nacional, OM-CABALLEROS_SANTIAGO, Exp. 6009.  Ortega Guerrero, Diego de. 1640

viernes, 1 de julio de 2016

Los orígenes medievales de los Ortega (III): la línea oficial

En defensa del joven Diego de Ortega Guerrero para la obtención del hábito de Santiago acudió don Gaspar de Pacheco, señor de Minaya, que a través del tío del pretendiente, el padre Cristóbal de Ortega, hizo llegar una carta defendiendo la procedencia de un tronco común de Pachecos y Ortegas. Los Pacheco tenían ya una genealogía asentada que era similar a la presentada en un pleito que la Marquesa de Villena litigó con el Marqués de Bedmar en 1777 y que, aunque extensa, reproducimos:

Descendencia y Genealogía de la Casa y Mayorazgo  de la villa de Minaya que es en la Mancha que diçen de Aragón. El solar de los Abileses es en las Asturias de Obiedo a la ribera de la mar cerca de la villa de Gijón y Villabiçiosa y no lejos de nuestra señora de Cobadonga, así que lo que se alla de linaje de los caualleros hijosdalgo de Abilés es que aunque ay muchos en muchas partes como en Murçia, Málaga, Velmonte y Alcaraz en fin, la caueza de todos es oy la casa de Minaya, que es en la Mancha que diçen de Aragón= Juan de Ortega de Abilés fue el primero que entró con los Reyes de Castilla conquistando el obispado de Cuenca, el qual pobló el Rey Don Alfonso el nono dejó allí los caualleros Jarabas, diçiendo poblada el lugar de los mejores caualleros que pudo hauer hijosdalgo, este cauallero vino viudo diçen casó con doña Theresa de Castro, Rodrigo Rodríguez de Abilés hijo mayor fue adelantado del Reyno de Murçia hasta que su Magestad probeyó el ofiçio en fulano de Ribera, en este término vinieron los moros de Granada a zerrar un castillo y fortaleza que está abajo de Lorca junto a un aldea y su Magestad mandó a Rodrigo Rodríguez de Abilés socorriese al dicho Adelantado Ribera y hauiéndolo hecho y socorrido el Castillo y sustentádolo sesenta días por falta de vastimentos se dieron al capitán moro que lo tenía cercado con tres mill hombres y entre los demás cautibos lo llebaron  a él cauallero con grande veneración como a hombre tan principal auiendo estado muchos días preso por no poder el rey rescatallo vendió para ello a Santiago el Quebrado y a Martín de Veco y otros lugares que heran suyos, se casó con Doña María de Peralta hermana del señor de la Puebla de Almenara que entonces hera, tubieron por hijo a Don Rodrigo Rodríguez de Abilés que llaman el mozo, casó con doña Beatriz Fernández Pacheco primero señor de Velmonte tubieron por hijos a Juan de Ortega de Abilés que fue el maior murió sin hijos, Rodrigo Rodríguez de Abilés hijo segundo mas como los maestres sus primos le tomaron y criaron en la corte e hiçieron mayordomo del Prinçipe de Asturias que se llamó después Enrique quarto Rey de Castilla lo llamaron Pacheco que fue en la casa de Minaya el primer señor y Pacheco el susodicho Rodrigo Rodríguez Pacheco que con este apellido continuaremos la descendencia de esta casa, casó con doña Cathalina Ruiz de Alarcón, hija del señor de Valberde, tubieron por hijos a Juan Pacheco que casó con doña Leonor de Guzmán de los buenos de Toledo cuyo Mayorazgo tiene oy en su casa el conde de Alba de Liste tubieron por hijo a don Rodrigo Pacheco, señor de Minaya de Mendoza nietta del Marqués de Mondéjar tubieron por hijos a Juan Pacheco que casó con doña Juana de Alarcón murió sin hijos, hereda la casa don Françisco Pacheco hijo segundo casó con doña Juana de Alarcón y murió sin hijos hereda la casa don Françisco Pacheco hijo segundo casó con doña María de Alarcón, siruió este cauallero a la Magestad Cathólica del emperador Carlos Quinto en todas las guerras de Alemania e Italia y se halló en su coronación en Volonia, siruiendo de capitán de los entretenidos cerca de la persona real y después fue siruindo en la jornada de Argel a su costa en que consumió y gastó la mayor parte de su hazienda y en otras muchas partes y ocasiones tubo un hermano en la Osa de Velmonte del háuito de Calatraua tubieron por hijo a don Rodrigo Pacheco que casó con Doña María Ramírez hermana de Don Seuastián Ramírez del háuito de Calatraba en Villaescusa de Haro, sobrina de don Diego Ramírez obispo que fue de Cuenca, tubieron por hijo a don Juan Pacheco del áuito de Santiago señor de Minaya, Jentil hombre de la casa y corte del rey Phelipe Segundo embiólo con otros seis caualleros a sentarlos caualleros de quantía del Andalucía fue corregidor de Segobia y de Granada y Mayordomo de la Reyna casó con doña Theresa Jaraba, hija única del lizençiado don Gaspar de Jaraba que fue del Consejo y Cámara de su Magestad e vistó los Consejos y la Universidad de Salamanca fue albaçea de la Magestad del Emperador Carlos quinto y últimamente presidente y virrey de Méjico en comisión particular contra los hijos de Cortés y su mujer tuvieron por sus hijos a don Rodrigo Antonio Pacheco del háuito de Santiago fue a la jornada de Yngalterra y siruió en otras ocasiones fue capitán de Ynfantería española y conserbador del Patrimonio real en Sicilia casó con doña Marina de Córdoba y Carrillo hija de don Gerónimo de Valenzuela y Córdoua alcayde que fue de la real fortaleza de Baeza tuvieron por hija única y heredera en la casa y mayorazgo de Minaya que oy posee a doña Josepha Pacheco y Córdoua señora de Minaya como pareçe y consta todo lo referido del dicho árbol que volví a entregar a dicho don Françisco Antonio de Lityo (?) a que me refiero y para que conste doy el presente en la villa de Minaya a treinta y un días del mes de diciembre de mill seisçientos y nouenta y siete años
(AHN. CONSEJOS, Legs. 37776, 37621, 37678, 37783. Pleito entre el Marqués de Bedmar y la Marquesa de Villena y Aguilar, Duquesa de Escalona sobre la sucesión en propiedad de los estados y mayorazgo de Belmonte, Villena, Escalona y otros. 1771)

La genealogía no dejaba de tener alguna incongruencia. La principal era el salto en el tiempo entre el capitán Juan Ortega de Avilés, que había bajado a la conquista de la Mancha en tiempos de Alfonso nono (VIII de Castilla), y su pretendido hijo Rodrigo Rodríguez de Avilés, que las propias genealogías de los Pacheco situaban en tiempos de Juan II, es decir, más de 250 años después. Además estas genealogías reconocían que el que había venido de Asturias era este último. En cualquier caso, don Gaspar Pacheco reconocía una ascendencia común de Ortegas y Pachecos, procedente del capitán Juan Ortega de Avilés, que había tenido dos hijos: de Rodrigo Rodríguez de Avilés procedían los Pacheco y de Gonzalo Rodríguez de Avilés procedían los Ortega. También es notoria la reivindicación por los Pacheco del apellido Avilés frente al familiar que les podía emparentar con los marqueses de Villena. La razón de primar el apellido Avilés sobre el apellido Pacheco residía en la bastardía de la procedencia del segundo apellido.

El debate sobre la procedencia de Ortegas y Pachecos de un tronco común lo inició don Juan Pacheco y Guzmán, caballero de la orden de Alcántara, con motivo de su segunda declaración en el expediente para la obtención del hábito de Santiago de don Diego Pacheco y Guerrero. A juicio de don Juan Pacheco y Guzmán la genealogía que pretendían los Ortega era una falsificación que había contado con la complicidad de don Gaspar Pacheco, señor de Minaya. La razón era que los señores de Minaya habían ocupado el término limítrofe de San Clemente más de legua y media, con el apoyo tácito de los Ortega que políticamente dominaban el ayuntamiento.

Esa ascendencia común con los Pacheco había sido divulgada por el padre Cristóbal de Ortega, que, a decir de Juan Pacheco y Guzmán

a dado a entender en el lugar que desciende de un hermano de Rodrigo Rodríguez de Avilés, que se llamó Gonzalo Rodríguez de Avilés, i sabe el dicho testigo Rodrigo Rodríguez de Avilés, caballero asturiano vino de Asturias, en tiempo del Rey don Joan el segundo, a el qual por los seruicios que hiço se le dio la villa de Santiago que posee este testigo i sabe de cierto que don Rodrigo Rodríguez de Avilés no descienden los dichos Ortegas ni de hermano suyo tampoco porque vino solo de Asturias sin ningún hermano ni hermana, i que de la venida del dicho Rodrigo Rodríguez de Avilés i de lo demás sucedido en su persona asta cautivarle en el castillo de Artal junto a Lorca se hallará raçon en la Estoria del Rey don Joan el segundo de títulos colorados que es la que su magestad tiene en el Escurial i es euidente que como ay raçón de todo esto la hubiera si hubiera venido algún hermano

En su crítica, don Juan Pacheco centraba el debate  del origen común de ambas familias en la época de Juan segundo, desmitificando ese capitán llamado Juan de Avilés Ortega, que había participado en la conquista de Cuenca en tiempos de Alfonso VIII, y que sí que aparecía en la ejecutoria que ganaron en 1609 don Rodrigo de Ortega y su padre Francisco. Tras esta acusación, Don Diego de Ortega Guerrero buscará el apoyo de todos los Pachecos, que testificarán a su favor.

Cuando los informantes del Consejo de Órdenes volvieron de Blanca, donde habían entrevistado a Francisco del Castillo e Inestrosa, se pasaron por Minaya, donde pretendían obtener el testimonio del señor de esta villa, don Gaspar Pacheco. Éste declaró a favor del pretendiente considerándole a él y a sus ancestros como parientes de los señores de Minaya

i saue que le toca el apellido de Auilés al dicho don Miguel por descender de Gonçalo Rodríguez de Avilés i hijo que fue del capitán don Joan de Ortega Auilés i el dicho testigo (Gaspar de Pacheco) desciende de don Rodrigo Rodríguez de Avilés hijo del dicho capitán don Joan de Ortega y Auilés

El testimonio de Gaspar de Pacheco sería corroborado por otros Pacheco. Así don Fernando Pacheco y don Jerónimo Pacheco, vecino de Villarrobledo; en el Pedernoso, testificaría don Lope Pacheco, natural de Belmonte, y don Diego Pacheco de Solís, Milán y Aragón, y don Jerónimo Pacheco. Aunque las imprecisiones eran la nota dominante, siendo los testigos incapaces de determinar si Gonzalo Rodríguez de Avilés era hermano de Rodrigo o del capitán Juan de Ortega, los primeros en llegar a la Mancha, o de los descendientes de doña Beatriz Fernández Pacheco. Además se daba la razón a don Juan Pacheco, que establecía el origen del tronco familiar en la época de Juan II. Pero el testimonio del señor de Minaya y la carta que había entregado a Rodrigo de Ortega, II señor de Villar de Cantos, reconociendo el parentesco de ambas familias tenía el suficiente peso por su misma procedencia como para ser discutida.

No solo los Pacheco le dieron su favor, otros personajes principales también lo hicieron como Pedro de Oma o Fernando de Araque Montoya, que aprovechó para defender esa otra rama de los Avileses Güertas, pues Gaspar Garnica y Avilés, canónigo de Santiago y calificador de la Inquisisción de Cuenca procedía de esa rama (y de los Origüela, añadimos nosotros). Tambien lo hizo Juan Gregorio Santos, cura propio de la villa, colegial mayor del Colegio de Oviedo de la Universidad de Salamanca y consultor del Santo Oficio, que unos años antes había sido provisor y gobernador del obispado de Cuenca y en calidad de tal había intervenido como juez en un pleito entre Francisco Castillo Inestrosa y Miguel de Ortega, abuelo del pretendiente, que era la causa de la enemistad entre ambos. También declararía a su favor don Fernando Ruiz de Alarcón, señor de Santa María de Campo.

Además, el apoyo de los Pacheco a favor de los Ortega fue unánime; contradiciendo a su pariente don Juan, el caballero de Alcántara. Las declaraciones de don Rodrigo Pacheco, señor de Valera, y de su hijo don Iñigo Pacheco, teniente general de las galeras de España y que había heredado de su abuelo Juan el titulo de alférez mayor de la villa de San Clemente, fueron decisivas para reafirmar la limpieza del apellido Ortega.


AHN. ÓRDENES MILITARES. CABALLEROS DE SANTIAGO. Exp. 6009. Don Diego de Ortega Guerrero, 1639.


Enlaces


Los orígenes medievales de los Ortega (I)


Los orígenes medievales de los Ortega (II)

domingo, 12 de junio de 2016

Memorial de Miguel de Perona contra las familias principales de la villa de San Clemente (1641)

                                                       

El memorial que presentamos de don Miguel de Perona al fiscal del Consejo de Órdenes se enmarca en el contexto de una monarquía necesitada de la venta de cargos para conseguir los recursos financieros necesarios para sostener el esfuerzo militar. No olvidemos que estamos en el crítico año de 1641, que sucede a las rebeliones catalana y portuguesa.

Ricos del lugar, como Rodrigo de Ortega, III señor de Villar de Cantos, o Francisco de Astudillo Villamediana aprovecharán para conseguir uno de estos hábitos de la orden de Santiago y, en el segundo de los casos, ver reconocida una advenediza hidalguía. El tercero en conseguir ese año el hábito de caballero de Santiago sería Iñigo Pacheco de Mendoza, de nobleza más reconocida. La farsa de las pruebas, que reconoce el denunciante Miguel de Perona, queda manifiesta en el precio fijado para la compra de estos hábitos de las órdenes militares. 4.000 ducados pagará Astudillo.

Miguel de Perona, con mucho sarcasmo, denunciará la facilidad de acceder a la nobleza por la principales familias sanclementinas, no reconociendo tal hidalguía sino exclusivamente a los Pacheco, aunque se a dicho algo, añadirá maliciosamente. San Clemente es a su modo de ver una villa donde cualquiera puede acceder a la condición noble a través de dos procedimientos. El primero es la elección anual por septiembre de electores para el cargo de alcalde de la Santa Hermandad por el estado noble

de suerte que cada año en San Clemente se acen quatro yjosdalgo, porque está a elegción de los que nombran elejir los que quisieren con lo que si esto tubiera fuerça en pocos años fueran ydalgos todos los del lugar

El segundo procedimiento es la concesión de cédulas para obtener rebaja del precio de venta de la carne, no pagando sisa para el servicio de millones. De tal forma, que se da tal autonomía al cortador de la carne para este privilegio, que no le faltaba razón a don Miguel Perona cuando equiparaba  a este oficio con una Chancillería a la que había de corresponder la concesión de ejecutorias de hidalguías:

el cortador de esta billa era una chancillería en quanto ser linpio es lo mesmo que noble

Por último, don Miguel de Perona, ya desde el inicio de su memorial, denunciará como un escándalo general en toda la Mancha la compra venta de hábitos de las órdenes militares, denunciando a los ricos de la villa, pero también la corrupción de los informantes del Consejo de Órdenes. Nos aporta el dato, que se puede comprobar en otros aspectos de la política sanclementina (tal la colaboración con la Monarquía en estos años críticos), de lo que llama confederación de las dos principales figuras del momento: don Rodrigo de Ortega y don Francisco de Astudillo Villamediana. Alianza circunstancial, incapaz de ocultar una rivalidad de intereses encontrados



                                                              ***

                                                               (cruz)

Señor don Lope de Morales

celoso de que las órdenes militares se conserben con el lustre que piden sus estatutos ago saber a u. sª. como don Francisco Estudillo becino de esta billa de San Clemente pretende el ábito de Santiago atrebimiento digno de ejemplar castigo porque desestima a el Consejo, pareciéndole su dinero lo a de suplir todo escándalo general a causado a la Mancha, aunque con dinero comisiones y otros beneficios tiene reducidos a muchos a que dirán bien y lo que a alentado su atrebimiento a sido la confederación que a echo con don Rodrigo Ortega, pretendiente del mismo ábito, don Yñigo Pacheco tiene echa merced, don Francisco Alarcón aguarda se despachen éstos para entrar, el de los Balençuelas y Erreros pretenden en la Ynquisición, familias que compreenden casi todo el lugar y defegtuosísimas escebto los Pachecos, que aunque se a dicho algo son caballeros y an tenido siempre lucimiento. Los testigos que an dicho en las ynformaciones de don Rodrigo Ortega no se atrebían a decir la berdad porque don Antonio Pimentel y don Andrés de Nieba a quién el pretendiente tenía prebenido para que diligenciase las pruebas les decían como no podían reducir a algunos testigos y con saber esto los del lugar se atemoriçaron y no se atrebían a decir la berdad sino lo que querían los ynformantes haciendo prebención de esxaminarlos a todos tocando en los dichos de los más enteros algunos de los muchos defegtos que padece y después satisfacer con mucho número de testigos para que con estas diligencias se oscureciese la berdad y que si se daba algún memorial no tubiese fuerça, mas yo no sé cómo puedan salbar el tener una familiatura enpatada de un primo suyo a bien el padre del pretendiente sido el solicitador del despacho y estando en él en esa corte el año pasado ynbió a decir a su casa que abía sacado auto de la Jeneral Ynquisición por el que declaraban ser limpio por el quarto que a él tocaba que era en San Clemente y que lo que tocaba a la Ynquisición de Murcia se yciesen más pruebas recibieron muchas norabuenas de todo el lugar y antes de Nabidad esta pasada binieron a hacer pruebas sobre lo que abía dicho estaba ya juzgado con lo que se reconoció su embuste, es descendiente de Luis de Origüela quemado, tiene G(u)edeja de Alcaraz y otros defegtos, que si bienen otros ynformantes se berificarán y estos defegtos conprueban su proceder porque el padre del pretendiente estubo más de ocho meses preso en la Ynquisición y por mucho fabor le dieron en fiado, el pretendiente y tres ermanos suyos tienen echas causas en la Ynquisición, un primo del pretendiente preso en la Ynquisición de Balladolid, la madre del pretendiente es pechera y qué admiración causará a toda la Mancha ber que la Ynquisición está castigando a esta familia y el consejo de órdenes despachándoles ábitos por no enbiar ministros enteros y que no les mueba el ynterés como a los dichos y de ber lo que an hecho los ynformantes se alientan los más defegtuosos como es don Francisco Estudillo que no tiniendo gota de sangre noble quiere ábito siendo yjo y nieto de escribanos por padre y madre y es lo mejor que tiene abiendo pechado llanamente todos y  su padre por gran suerte fue alcalde por los pecheros y e entendido que un libro que llebó desta billa el Marqués de Agrópoli, le pide Juan de Ortega a jente de don Francisco en nombre de la billa para quitar dél por donde consta pecharon todos sus ascendientes y poner algunas protestas antes que su padre recibiese la bara para que remitiéndose los testigos a los libros allen en ellos lo faborable  a su pretensión a lo que no debe dar lugar el consejo sino retenelle y abiendo yntentado que la billa lo reciba, cosa que ace casi generalemente no lo pudo conseguir, aunque les daba muchos ducados temiendo no los llebasen a Granada y los más amigos le decían que no ynportaba el estar recibido para pretender ábito que ellos se perjurarían y en fe de esto y del fabor que le ace el corregidor y la unión que tiene con los demás, de que se ayuden unos a otros y tener concertado con don Antonio Pimentel y don Andrés Nieba le despacharán su ábito por quatro mil ducados se a atrebido y para que los testigos puedan deponer de algún agto de ydalgo a echole de su boto Pedro de Tébar para nombrar alcalde de la ermandad que en este lugar ay costumbre de que quatro personas nombran alcalde de la ermandad cada año y estos quatro ponen sus botos en otros quatro para el año sig(u)iente para que nombren alcalde y esto sin autoridad de justicia ni de billa, de suerte que cada año en San Clemente se acen quatro yjosdalgo, porque está a elegción de los que nombran elejir los que quisieren con lo que si esto tubiera fuerça en pocos años fueran ydalgos todos los del lugar, ay costumbre es esta billa de que los ydalgos y muchos que no lo son lleben cédulas a la carnicería para rebajarles la carne un marabedí de sisa y don Francisco Estudillo no se a aterbido a ynbiarla asta que bino este correjidor con ser una cosa ridícula, porque la billa tiene echo concierto con el cortador de que le a de rebajar de la carne que romana tanta cantidad y que corra por su quenta el recibir cédulas y esto se yço por los empeños que se ponía el rejidor por cuya quenta corría cada mes el pasarlas de forma que si esto tubiera fuerça el cortador de esta billa era una chancillería en quanto ser limpio es lo mismo que noble, e querido dar quenta a u. sª de todo para que la dé al consejo y se remitan ynformantes de toda consideración y se berifique todo lo contenido que juro a Dios y a esta + es berdad y en lo tocante a don Rodrigo de Ortega dirá don Pedro Baca, don Tomás Melgarejo y don Bicente Ferrer, caballero de la orden de Santiago, que trataron de casarlos con la ermana del pretendiente y no quisieron por ser tan conocidos sus defegtos y los dichos ynformantes están en esta tierra aguardando les remitan las pruebas de don Francisco a lo que si se da lugar no ay que acer estimación de los ábitos, yo cumplo con mi conciencia con dar quenta a u. sª. para que lo remedie y lo tengo por cierto por conocer la justificación del Consejo y que no a de querer se pierda el lustre y estimación de las órdenes nuestro señor guarde a u. sª. para que ayude a su conserbación. San Clemente, de mayo de 641
                                                                       Don Miguel de Perona



AHN. ÓRDENES MILITARES. CABALLEROS DE SANTIAGO. Exp. 6008. Don Rodrigo de Ortega y Monteagudo. 1641, sin foliar

El memorial de Juan de Perona contra el III señor de Villar de Cantos

                                       
La concesión del hábito de la orden de Santiago a don Rodrigo de Ortega, III señor de Villar de Cantos no estuvo exenta de polémica. De hecho,  al igual que el expediente de Francisco de Astudillo (con enemigos más declarados hay que reconocerlo), pasa de los 300 folios por las dos caras, superando en unos 100 a los de su primo Diego Ortega y Guerrero. A diferencia de Francisco de Astudillo Villamediana, que aglutinó en su contra a Juan Rosillo, Juan de Perona y el licenciado Villanueva, en el caso de don Rodrigo Ortega, el único que se atrevió a presentar un memorial acusatorio contra el pretendiente fue don Juan de Perona. Si bien es cierto, que con complicidades, como la del licenciado Villanueva, de cuyo memorial contra Francisco de Astudillo Villamediana, aparece una copia, que antecede al de Juan de Perona, con la clara intención de denunciar en lo que a ambas familias, Ortega y Astudillo, tocaba de Origüela.

El memorial de Juan de Perona Montoya obligaría a don Rodrigo de Ortega a una nueva información de testigos que negarán sus acusaciones. Pasando de puntillas sobre las acusaciones que pesaban sobre su primo Lope de Vera, evitando el tema de la familiatura de su tío segundo Diego (acusado de tener el apellido Avilés de los Güerta Villamayores y no de los Pacheco) y obviando cualquier relación de su expediente con el de Francisco de Astudillo, que por entonces también trataba de obtener el hábito de Santiago.

Especialmente eran graves las acusaciones que pesaban sobre su padre don Rodrigo de Ortega y Rosillo, II señor de Villar de Cantos, que había pasado nueve meses en las cárceles inquisitoriales por un incidente cuando era crío y que algunos años después el hijo explicaba así:

al padre del dicho suplicante le hauía presso la Inquisición de Quenca, cosa que fue niñería por unas pedradas que tiraron siendo muchachos a la tablilla de un mesón y agrauaron diziendo era cruz dicha tablilla y la Inquisición conoció la malicia del calumniante y la inocencia de la mocedad y lo soltó luego

Se negaba asimismo que Cristóbal García Monteagudo, primo hermano de su madre hubiera intentado ser familiar de la Inquisición y no lo hubiera obtenido o que el pretendiente o sus hermanos hubieran tenido causa pendiente alguna con la Inquisición.

Aunque lo que más llama la atención de la respuesta de don Rodrigo Ortega sea su definición de la villa de San Clemente como un lugar belicoso

y el lugar es tan velicoso, que ni se callara ni deja de hacer admirazión el dicho suplicante como no le han leuantado otros mayores inconuinientes para su despacho y cada día con la dilazión dél crezca a que no ha de dar lugar el piadoso celo y justificazión de V. A.

Claro que don Rodrigo de Ortega no era quien para presentarse como víctima, el dominio del pueblo, denunciado por Juan de Perona, de unas pocas familias: Astudillos, Ortegas, Pachecos, Alarcones y Valenzuelas, respondía con bastante acierto a la realidad, sobre todo, en lo que atañe a las tres primeras familias. Este dominio de unas pocas familias lo llamaba Juan de Perona la "confederación", el temor que debían inspirar estas familias queda reflejado en ese "porque en San Clemente no osa nayde". Los sobornos y compra de testigos para la consecución de títulos era la norma, y aunque se cita a Francisco de Astudillo como personaje prototipo de la compra de voluntades (por comprar voluntades compraba hasta la de Iñigo Pacheco, teniente general de las galeras de España), nuestro tesorero era uno más en ese juego de chantajes, y si hacía uso de él más que cualquier otro, era porque es el que más enemigos tenía y su presencia en las élites sanclementinas la peor vista.

Valga este memorial como presentación del que presentó su hijo, el licenciado Miguel Perona, antecediéndole  y con acusaciones mucho más graves. El cual publicaremos a continuación.

                                                           


                                                                       ***

Memorial de don Juan de Perona al fiscal del Consejo de Órdenes


                                                                               (cruz)


Señor don Lope de Morales

los días pasados escribí a u. sª. mobido de que el lustre de las órdenes se conserbase y supe cómo u. sª. la auía recibido y fio de su mucho celo pondrá remedio en semejantes atrebimientos, como los de don Francisco Estudillo haciéndoese nombren ynformantes que el ynterés no les mueba como a los de don Rodrigo Ortega que tiniendo la familiatura de su primo enpatada, siendo su madre pechera, tiniendo oy preso a un primo suyo que se llama don Lope de Bera en la Ynquisición de Balladolid por grabes erejías, tiniendo el pretendiente y sus ermanos causas en la Ynqusición abiendo estado el padre del pretendiente preso en la Ynqusición más de nuebe meses y Christóbal García primo ermano de la madre del pretendiente abiendo dicho que abía salido auto de la Jeneral Ynquisición en que daban por bueno el lado que a él le tocaba que era el de Sanclemente y recibieron muchas norabuenas y antes desta Nabidad fueron a acer pruebas de lo que abía dicho estaba dado por bueno con lo que se conoció la mentira y para berificación u. sª en lo dicho en el Consejo o fuera dél, llame al pretendiente u a su padre y preguntéseles lo referido y tengo por cierto preguntado que porque causa estubo preso lo dirá y de la lebe causa que él diere se reconocerá le allarán de raíz ynfecta, pues siendo tan lebe le tubieron tantos meses preso y todo lo confesará excebto las causas de sus yjos, porque acen u an echo alarde de su mala casta porque siendo enemigos a prestarle dieron el coche a don Lope de Bera quando lo llebaban a la Ynquisición y llegó asta Belmonte, tanbién esto induce y contra esto y lo que en el otro papel referían probado los ynformantes que el uno está en su curato y el otro en Pareja aguardándoles den las pruebas de don Francisco Estudillo an probado muchos y agtos de los origüelas como los tienen y traban el parentesco escapándose de Luis que es lo que le toca y lo q(u)e dejan o an querido acer lo de Alcaras siendo de allá y lo ydalgo lo traen probado con que Christóbal García tío del pretendiente tubo la bara por el estado de los nobles, yo lo confieso pero fue en birtud del prebilegio que él compró y Bautista García padre de la madre del pretendiente  tubo la bara de los pecheros esto y otras mucas cosas, que abiendo ynformantes de conciencia juro a Dios y a esta + se probarán aquí algunos y en los lugares circunbecinos con muchos y sean lugares esentos de la juridición de San Clemente como Billescusa de Aro, Belmonte y otros y los que dirán la berdad aunque caballeros que son amigos de onrar serán don Bicente Ferrer, don Pedro Baca y don Tomás Melgarejo, de la orden de Santiago, y doña Catalina Buedo monja en Billescusa porque en San Clemente no osa nayde porque a unos les acen perjurar los Pachecos a otros el tesorero don Francisco Estudillo a otros los Ortegas, Alarcones y Balençuelas que son pretendientes, a otros con lo que se acen las mayores maldades que se an bisto y para comprobación de esto don Francisco Estudillo a dado a don Yñigo Pacheco quatrocientos ducados y dado poder a su correspondiente para que le oblig(u)e a ley de depositario para las pruebas de don Yñigo que como lo merece sin embargo de aberse dicho algo porque le den dineros, le agan fiança y no tener enemigos agase perjuren quantos él puedan, estos negocios son para que enterados el Consejo de ellos diera ynformantes a el que lo merecía y a el que no se los denegara para escusar tantas ofensas como se arán a Dios con los perjuros, porque aunque es nobedad también lo es tales atrebimientos u. sª. como tan celoso dé quenta a el Consejo para que lo repare que tales desórdenes necesitan de remedio y como berá pretender a don Rodrigo conocer tan conocidamente ynfegto y que a salido bien de aquí sus pruebas quiere ábito quien de San Francisco se le denegara para comprobación de esta confederación sepa u. sª quando sea y an despachado ynformantes para don Yñigo, si don Francisco a ynbiado el poder dicho para que se oblig(u)en que Quebedo a quien dicen tienen muy obligado lo pidió así que Dios a u. sª. para conserbación del lustre que an tenido las Órdenes porque el Consejo, ábitos y la Ynquisición prisiones causas y penitencias y despacharles familiatura ninguna que de abuelo abajo no la tienen ni más agtos que la de don Diego Ortega se admirará la Mancha y todos lo que lo entienden. San Clemente 24 de mayo de 641

                                                                                     Don Juan de Perona

(P.D.) a que a u. sª no le comentan las pruebas de don Francisco Estudillo con don Andrés de Nieba porque todos temerán decir la berdad porque conocen lo que a pasado con don Rodrigo y esto ynporta a la orden su autoridad




AHN. ÓRDENES MILITARES. CABALLEROS DE SANTIAGO. Exp. 6008. Don Rodrigo de Ortega y Monteagudo. 1641, sin foliar

Partida de Bautismo de Rodrigo de Ortega y Ortega, III señor de Villar de Cantos

Presentamos la partida de bautismo de don Rodrigo de Ortega y Ortega (o Monteagudo), III señor de Villar de Cantos y Vara de Rey, que casaría con Catalina Guerrero y Cárcamo (hermana del I Marqués de Valdeguerrero). De este matrimonio nacería don Gabriel Ortega y Guerrero, II Marqués de Valdeguerrero y IV señor de Villar de Cantos y Vara de Rey, con quien continuaría la línea sucesoria.

Acompañamos una genealogía de los ascendientes del III señor de Villar de Cantos para una mejor comprensión del linaje.


Partida de Bautismo

En la villa de San Clemente a diez y seis días del mes de junio de mil y seiscientos catorce años yo el doctor Christóbal de Tebar cura propio de esta dicha villa bauticé a un niño hijo de don Rodrigo Ortega y de doña Inés Ortega, púsele por nombre Rodrigo nació a tres de mayo fue su compadre de pila Christobal García Monteagudo declarósele el parentesco fueron testigos Pedro Díaz y Esteban Sánchez y lo firme= el doctor Tébar=

(Es traslado de la partida original sacado el 27 de abril de 1641 por Francisco de Iranzo, presbítero y teniente mayor de cura de la Iglesia de Santiago de San Clemente)


AHN. ÓRDENES MILITARES. CABALLEROS DE SANTIAGO. Exp. 6008. Don Rodrigo de Ortega y Monteagudo. 1641, fol. 196 rº







Genealogía de don Rodrigo de Ortega y Ortega, III señor de Villar de Cantos

Padres

Don Rodrigo de Ortega y doña Ynés de Ortega, vecinos y naturales de la dicha villa de San Clemente

Abuelos paternos

Don Rodrigo de Ortega y doña Ana Rosillo*, vecinos y naturales de la dicha villa de San Clemente

Abuelos maternos

Bautista García Monteagudo y doña Catalina de Ortega**, vecinos y naturales de la villa de San Clemente

En Madrid, a diez y ocho de enero de hebrero de mill y seiscientos y quarenta y uno

Gregorio de Tapia (rúbrica)

*En realidad, es natural de Vara de Rey
**En realidad, natural de la villa de Cañavate


AHN. ÓRDENES MILITARES. CABALLEROS DE SANTIAGO. Exp. 6008. Don Rodrigo de Ortega y Monteagudo. 1641, fol. 5 rº

sábado, 11 de junio de 2016

Los orígenes medievales de los Ortega (II): los detractores

Don Francisco de Alarcón Fajardo procuraba enemistad a la familia del pretendiente al hábito de la orden de Santiago, don Diego Ortega Guerrero. Este hidalgo de 44 años debía mantener rencillas con el padre del pretendiente don Diego. Igual que reconocía diversos actos positivos a la familia de los señores de Villar de Cantos, primos de los Diego, padre e hijo, se los negaba a estos dos y al abuelo Miguel, a los que decía nunca había visto ejercer como alcaldes ordinarios o de la hermandad por el estado noble en la villa de San Clemente y cuya familiatura del Santo Oficio se había obtenido de forma sospechosa tras tres o cuatro pruebas. Ya no solo acusó de descender a los Ortega de la línea bastarda de los Avileses Güerta sino que se atrevió a insinuar que doña María Rosillo Mendoza, natural de San Clemente y abuela paterna del pretendiente descendía de un morisco llamado Hernando de Sanclemente, condenado por el Santo Oficio y cuyo sambenito colgaba de la Iglesia de Santiago. Hablaba de oídas, pero procuraba implicar a otros testigos contra el pretendiente don Diego. Ninguno de los testigos aportados corroboró sus afirmaciones, ni don Pedro de Tébar ni Gonzalo del Pozo y tampoco don Alonso de Valenzuela. Otros dos testigos aportados en Santa María del Campo, Miguel López de Alarcón y Rodrigo de Ortega, declararían a favor del pretendiente . El último de los testigos, el que debía ser principal acusador, Don Francisco del Castillo e Inestrosa, ya hablamos de su ausencia intencionada de la villa, aunque finalmente sería hallado en Blanca, donde tenía sus ganados, no atreviéndose a ratificar la impureza de los Ortega Guerrero. Sin embargo, las mismas insinuaciones contribuyeron a un extenso interrogatorio que nos aporta una amplia numeración de los vecinos del San Clemente de 1639 y una exhaustiva infirmación sobre la familia Ortega. Especialmente, la aportada por los Pacheco.

Las acusaciones contra el pretendiente no dejaban de ser endebles. No haber sido alcalde de la hermandad poco significaba, pues los cuatro cargos de electores estaban en manos de unas pocas familias que a decir de los testigos, monopolizaban el cargo. Es más, el caso conocido de nombramiento como elector de Francisco de Astudillo Villamediana en 1640 para alcalde de la Santa Hermandad constituía un caso de intromisión en el cabildo de electores de un extraño y respondía al soborno de uno de los electores: Pedro de Tébar. Tampoco era demérito no haber sido alcalde ordinario por el estado noble, pues el cargo había estado muy devaluado (cuando no suprimido), durante el primer tercio del siglo XVII, en el contexto de la disputas por su eliminación entre el alférez mayor, Juan de Pacheco Guzmán y el resto del concejo. Ahora bien más peligrosos parecían los documentos que Francisco del Castillo e Inestrosa había sacado de casa del difunto comisario Pedro de Cuenca, conteniendo las pruebas para acceso al cargo de familiar del Santo Oficio del padre del pretendiente, Diego de Ortega. Que entre Francisco del Castillo y el dicho Diego de Ortega había un odio visceral no cabe duda. La enemistad venía por una relación recíproca de acusador y acusado. Francisco del Castillo Inestrosa había provocado con sus injurias o verdades la paralización del expediente de la familiatura del Santo Oficio de Diego de Ortega, y este no debía andar muy lejos en el proceso inquisitorial que sufrió Francisco del Castillo hacia 1613 del que salió airoso*. Algún día quizás conozcamos algo más de este singular personaje, regidor del ayuntamiento de San Clemente, estante en Roma los años previos a su proceso y con contactos peligrosos, por llamarles de algún modo, con conversos portugueses y jesuitas. Mantenía una enemistad con varias familias principales de San Clemente, entre las que se encontraban, además de los Ortega, los Pacheco. No en vano, se jactaba en público de sus ascendientes judíos y debía conocer tanto sus progenitores hebreos como los de otras familias, tal es el caso de los Pacheco, cuya reciente genealogía, originaria de los montes de Asturias pasaba por inventada en la rumorología popular. Es creíble que un hombre así tuviera pocos amigos en el pueblo, Ginés del Campillo Juera decía de él:

el qual es tenido por un gran vellaco i de poca verdad i que se iacta de ser vellaco i maldiciente

Tan comprometedor o más eran las dudas sobre el origen del apellido Avilés y la presencia del apellido Sanclemente entre los de la abuela del pretendiente, María Rosillo, pues en la Iglesia mayor de Santiago colgaba el sambenito de un Hernando de Sanclemente. Un hombre de 69 años llamado Esteban Vara de Rey salió en favor del pretendiente alegando que ninguno de los dos hermanos Avileses Güertas existentes a la sazón, Jerónimo de Avilés Güerta y Juan González Güerta, tenían parentesco alguno con los Ortega; añadía además que el expediente de la familiatura de Diego de Ortega y Rosillo, había estado detenido por la grande maldad i vellaquería de algunos, sin decir quiénes. También declaró a favor de los Ortega, el escribano y regidor Miguel Sevillano, a pesar de la enemistad que reconocía tenerles un hermano suyo. Debió pesar el testimonio favorable de Francisco de Ávalos Redondo por asentar su testimonio en la tradición oral de dos fallecidos, su padre Diego de Ávalos y Hernán Vázquez de Haro, hombres nacidos hacia la década de 1530. Hasta Diego del Castillo, hijo de Francisco, testificó a favor y dio pistas sobre su padre que estaba en Blanca, cuidando de su hacienda. Otros testimonios de peso fueron el regidor Diego López Iranzo o el capitán de la milicia don Andrés de los Herreros, que contaba 32 años. Especialmente fue significativo su declaración por acusar con nombres a los enemigos del pretendiente y plantear desde su pretendida defensa los argumentos de los detractores:

sabe que el padre y el abuelo del pretendiente fueron familiares del Santo Oficio; que sin envargo de lo dicho que tiene por cierto i verdadero i a oido decir a don Francisco del Castillo (a quien tiene este testigo por su enemigo y hombre temerario i arrojado) de los padres i abuelos del pretendiente que la familiatura de don Diego de Ortega padre del pretendiente que salía de gracia porque de iusticia no podía porque él le auía puesto impedimento verdadero por donde no saliese i asimesmo a oído decir a don Francisco de Montoya Caballón vecino de esta villa que el licenciado Diego de Montoya i Pedro de Montoya padre del dicho don Francisco le pusieron i trocaron una abuela, las cuales palabras a dicho muchas i diuersas veces i asimismo tiene al dicho don Francisco de Montoya por enemigo de los dichos padre i abuelo del pretendiente: i lo que oió decir a don Francisco del Castillo fue decir que le tenía por auilés güerta i que se trataba don Miguel por pariente de Pedro de Güerta vecino de esta villa (folio 46 vº)

Tanto don Miguel de Ortega, abuelo del pretendiente, como Rodrigo de Ortega, I señor de Villar de Cantos, tenían fama de jactarse de estar emparentados con los Pacheco de Minaya, compartir sus linajes el mismo apellido Avilés desde hacía más de doscientos años y despreciar públicamente en la villa de San Clemente a esos otros Avileses Güertas con fama poco limpia. Los Pachecos eran claves en su declaración apoyando o negando esta aseveración. El primero que declaró fue Fernando Pacheco, vecino de San Clemente y primo del señor de Minaya. En ese sentido parecía que debía ir el testimonio de los Pacheco, hasta que llegó el testimonio de Juan Pacheco y Guzmán, de treinta y seis años, señor de Valdosma y Tejada y también de la villa de Santiago de la Torre,que cuatro años antes había obtenido el hábito de Alcántara. Sus palabras, mezclando nombres, lugares y genealogías fue devastador; hasta se atrevió a acusar a los Ortega de inventarse una ascendencia originaria del fundador de San Clemente, Clemén Pérez de Rus, del que se reconocía una descendiente en el pueblo de apellido Calcerrada. Es curiosa la presentación que nos hace de la plaza mayor de San Clemente como un hervidero de rumores y polémicas; allí se presentaban los diferentes bandos con sus libelos que leían en voz alta para acusar públicamente a sus enemigos con el objeto declarado de destruirlos:

... i dixo que en quanto a la limpieza de los dichos no sabe más que lo que a oído decir a diferentes personas que una de ellas es don Francisco de Montoya  Cauallón familiar del Santo Oficio i don Andrés de los Herreros capitán de la milicia de esta villa que para que saliese la familiatura que tubo detenida don Diego de Ortega padre del pretendiente tubo necesidad de trocarse una abuela o bisabuela que no a entendido que apellido tenía la que se quitó pero a entendido que la que se puso se llamaba fulana de la Calcerrada que era descendiente de Fernán (sic) Pérez de Rus, fundador de este lugar, i la que se supuso era limpia= y que para que se halle más claridad de la verdad me remito a un papel que el comisario del Santo Oficio de esta villa Pedro de Cuenca dexó hecho de la descendencia de los dichos por quien es preguntado i se le dexó a don Francisco del Castillo i sabe esya verdad i lo cita i a don Pablo de Cuenca hermano del dicho comisario vecino de esta uilla:i asimismo cito a don Andrés de los Herreros, a don Miguel de Perona, a don Diego de Alarcón Faxardo vecinos de ella i a don Francisco, i al licenciado Miguel López de Alarcón notario del Santo Oficio, i repreguntado que no obstante lo que dice que a oído a los dichos que qué crédito les a dado i que concepto a hecho el dicho testigo de la calidad de los dichos por quien es preguntado y si a oído a otros hablar en abono o tiene otras raçones o fundamento en pro u en contra de la calidad i limpieza del pretendiente padre o abuelo paterno= dixo que a lo que tiene dicho tiene dado crédito por ser personas principales a quien lo ha oído decir= i que asimismo oi martes veintidós de este mismo mes (noviembre), estando con don Francisco Montoya Cavallón me dixo que él auía aiudado al pretendiente en lo que auía podido i que si él quisiera decir o dixera lo que sabía podía destruirlos i asimismo me a dicho esta mañana el licenciado don Miguel de Perona, abogado de esta villa, como vio un papel que sacó don Francisco de Alarcón Faxardo a la plaça i lo leyó en presencia de ocho o diez personas, que don Miguel de Perona dirá quien si que el dicho papel contenía algunas faltas en la calidad en la limpieza y tócale una descendencia de un moro Macacho al pretendiente i a su familia que se remite a quien lo oyó porque no tiene más fundamento de lo que dice pero a entendido ser cierto por decírselo quien se lo dixo que el dicho papel i el que este testigo a citado en poder de don Francisco del Castillo es todo uno= i asimismo dixo que ablando con el comisario Juan de Villanueva en casa misma del pretendiente i sus abuelos me dixo tiene entendido en quanto a la limpieza no auía en que topar a lo que él entendía i lo tengo por hombre de verdad i que si supiera otra cosa lo dixera: i asimismo me dixo el comisario en esta conversación que en quanto a la nobleça no sabía que la tubiesen antes tenía entendido eran hidalgos de huida que en empadronándolos en un sitio se iban a otro i que de esta manera se andubieron sin litigar en ninguno= i dixo más que a entendido de diferentes personas que el padre Christóval de Ortega tío del pretendiente anda mostrando en la plaça una carta que don Gaspar Pacheco señor de Minaya a escrito a don Rodrigo de Ortega diciéndole en ella que si fueren allá dirá que los auilés que tiene el dicho Miguel de Ortega i el de su casa es todo uno i que el dirá esto i que este testigo sabe esto es a fin de hacerle buena obra al pretendiente por no tocar el dicho auilés de la casa de Minaya i que si les tocase ninguno lo podía saber mexor que este testigo por ser el descendiente de Rodrigo Rodríguez de Auilés i por ser su hacienda i tener todos los papeles de la descendencia i por saber este testigo asimismo que Rodrigo Rodríguez de Auilés casó con doña Beatriz Pacheco hija de Joan Fernández Pacheco señor de Belmonte los quales tubieron por hijos a Joan  Ortega de Auilés lo mataron en la guerra moço de diez i ocho años sin auer dexado sucesión por lo qual se casó Rodrigo Pacheco su hermano menor de quien descendemos todos los Pachecos de la Mancha i que asimismo e oído siempre ser auileses los Ortegas del pretendiente de los Güertas Villamayores de este lugar i que Alonso Güerta iba i benía a las colmenas i hacienda de don Diego de Ortega i se trataba i comunicaba con él por pariente al qual se remite i a Diego de Aualos Güerta su hermano i a los de este apellido i que no sabe por donde le toca el apellido Áuiles que lo dirán ellos a quien se remite i que no a oído no entendido ni sabe más de las calidades del pretendiente padre i abuelo (fols. 52 y 53)

Miguel de Perona, abogado de 36 años, corroboraría las acusaciones de Juan Pacheco. Contrasta el respeto que mantenía hacia don Rodrigo de Ortega, I señor de Villar de Cantos, con el desprecio que manifestaba por la rama Ortega Guerrero del pretendiente. Según él, la familiatura del Santo Oficio de Diego, padre del pretendiente, había estado suspendida cuatro años por haber falsificado los papeles trocando su abuela natural por la mencionada descendiente del primer fundador de San Clemente. Además establecía relación parental directa entre los Ortega y los Güerta. Un tal Pedro de Güerta el viejo, que había sido alcalde ordinario pechero y alguacil mayor, era primo del abuelo Miguel de Ortega, quien le había ayudado a obtener esos oficios. El hijo de Pedro, Alonso Güerta Villamayor seguía manteniendo un trato de primo con el padre de Diego de Ortega Guerrero. Nos presentaba, por último, a Juan Pacheco y Guzmán aislado y enemistado con la familia Pacheco, en especial el señor de Minaya, y con todos los Ortega.

que el dicho señor de Minaya si dice esta conformidad (estar emparentado con los Ortega) será por acer bien i por un disgusto que tubo con don Juan Pacheco, señor de la villa de Santiago y cavallero del  háuito de Alcántara con quien los dichos Ortegas tienen enemistad grande y el dicho don Juan con los dichos Ortegas (fol. 55 rº)

Pero el resto de testigos se echaron atrás en las acusaciones. La polémica ahora andaba en torno a los papeles acusatorios contra los Ortega, existentes a la muerte del comisario Pedro de Cuenca en su oficio. Estos papeles trataban de genealogías y ascendencias y eran bastantes comprometedores para algunas familias del pueblo. Según Francisco Alarcón Fajardo, dichos papeles habían sido sacados del oficio del comisario por el regidor Pedro González de Tébar, un Origüela, que los había destruido. Éste último negaba la destrucción, pero implicaba a don Rodrigo de Ortega, señor de Villar de Cantos, denunciando su presencia en el momento de sacar los papeles del difunto Pedro de Cuenca, y de nuevo salía a colación el nombre de don Francisco del Castillo de Inestrosa. Por supuesto don Rodrigo de Ortega, al que se tomó declaración un veinticuatro de noviembre de 1639, no aportó nada nuevo, salvo su ejecutoria de hidalguía, de la que desgraciadamente no se sacó traslado, y mencionar una ascendencia común con el pretendiente que llegaba vía paterna a los bisabuelos Diego y Francisco.

Tres miembros de la familia Güerta, en declaraciones calcadas una de otra, no reconocieron parentesco con la familia Ortega y un tal Jerónimo de Avilés, que mantenía dicho apellido, reconoció no tener ningún parentesco con los Ortega a los que reconocía lazos con el Señor de Minaya y el marqués de los Vélez de Murcia, que según decía se había alojado en casa de los Ortega en sus visitas a San Clemente. Los comisarios del Consejo de Órdenes habían concluido sus interrogatorios en San Clemente sin pruebas concluyentes contra el pretendiente, así que decidieron ir a Blanca en busca del que todos decían que podía ser el testigo clave: Don Francisco del Castillo e Inestrosa. Antes se pasaron por Alcaraz y Caravaca para hacer informaciones de la ascendencia materna del pretendiente. Sería en esta última localidad donde toparían con un testimonio no buscado, pero de enorme valor, el padre de la Compañía de Jesús Francisco Romero.

El padre Francisco Romero, jesuita y rector del Colegio de Caravaca, había residido años antes en el Colegio de la Compañía de Jesús de San Clemente. Había asistido en el momento de su muerte, hacia 1625, a don Miguel de Ortega, abuelo del pretendiente, y a petición de éste había intentado una reconciliación de última hora, en aras de favorecer la salvación de su alma, con sus enemigos, concretamente con uno de ellos, don Francisco del Castillo e Inestrosa, que había despreciado la reconciliación. Del testimonio del jesuita se refleja el odio entre ambos personajes, presentándonos a un Francisco del Castillo, que además era clérigo, obstinado en incumplir con su obligación cristiana de aceptar el perdón de su enemigo moribundo:

dicho día el padre Francisco Romero de la Compañía de Jesús retor que a sido de este Collegio de Carauaca juró de que lo que diría era la verdad= y fue el caso al dicho padre Francisco Romero que vivía en el Collegio de San Clemente le llamaron para disponer i andar a bien morir a don Miguel de Ortega el dicho padre lo hiço i saliendo de confesarle varias personas le admitieron que dicho don Miguel tenía algunos enemigos en la dicha villa en especial don Francisco del Castillo con el qual auía tenido grandes pesadumbres i que sería bien traerlos i en especial al dicho Francisco para reconciliarlos i acerlos amigos i quitar la nota i escándalo grande que auía en la dicha villa de San Clemente el padre Francisco Romero lo hiço i buscó a don Francisco del Castillo i le dio el siguiente recado de parte de don Miguel de Ortega= como se estaba muriendo i deseaba asegurar su salvación de todas maneras i perdonar a sus enemigos i que bien sabía que auía tenido enemistades capitales que hiciese merced de venirle a uer para perdonarle y pedirle perdón i el dicho don Francisco del Castillo nunca se quiso dexar persuadir con las raçones diuinas y humanas que el dicho padre le alegó para irle a uer como de hecho no quiso ir i el dicho padre le respondió= señor don Miguel de Ortega a cumplido con la obligación de cristiano i io con la de mi oficio como no quiere cumplir con la suia a Dios dará la cuenta i con eso lo dexo (folio 94 rº y vº)


Pero la obstinación de Francisco del Castillo de unos años antes había desaparecido cuando los comisarios del Consejo de Órdenes le encuentran en Blanca un doce de diciembre. Ahora es un anciano de 65 años, refugiado en el cuidado de sus ganados, y que, aunque se presenta a sí mismo como el mayor enemigo que an tenido padre y abuelo del pretendiente, quiere olvidar las afrentas pasadas. Reconocía que la familiatura de Diego de Ortega había estado empatada varios años tras la denuncia de un tal Juan de Gemio ante el comisario del Santo Oficio Pedro de Cuenca, que emparentaba a los Ortega con los Avileses Güertas, conocidos en el pueblo como judíos notorios, pero lo atribuía a una invención de los enemigos de los Ortega sin darle veracidad a este papel como tampoco se la daba a lo que el llamaba el truco de la abuela. Su declaración dejaba el camino libre para la obtención del hábito de Santiago a don Diego de Ortega y Guerrero. A continuación todos los Pachecos de la comarca saldrían en su apoyo, recordando el glorioso pasado común de la familia de asentadas raíces en los años de la Reconquista.


*La información de dicho proceso nos la da el profesor Vincent Parelló. Según su estudio de los Castillo y, en concreto, el expediente 5416 del legajo 381 del Archivo Diocesano de Cuenca, nos refiere a don Francisco del Castillo e Inestrosa como descendiente de Violante González, cuyos huesos fueron quemados en la plaza Mayor de Cuenca en 1497. En 1613 Francisco del Castillo que era regidor de San Clemente y miembro de la compañía de Jesús sufrió un proceso inquisitorial por criptojudaísmo y blasfemia. Ya entonces considerado como notorio descendiente de judíos (de lo cual él no se arrepentía: boto a Dios que sé mui bien que soi judío de señal o descendiente de judíos de señal) y hombre desvergonzado y bellaco, cuyas opiniones heréticas eran propias de un arriero. Sus blasfemias iban contra Dios, la Virgen o los Evangelios, negando por ejemplo la resurrección de Lázaro. De San francisco decía que tocándole a la honra perdía la paciencia. Aunque más peligrosas eran sus amistades: mantenía relaciones con Simón Rodríguez y la comunidad portuguesa, que ya hemos estudiado, y había estado en Roma al servicio del marqués de Villena, lo que al parecer había aprovechado para visitar la sinagoga de esta ciudad.



La información sobre Francisco del Castillo y la persecución inquisitorial que sufrió la familia se puede ver en el magnífico trabajo del profesor Vincent Parelló:


Vincent Parello, «Los Castillos ante el tribunal de la Inquisición de Cuenca (siglos xv-xvii)», Les Cahiers de Framespa [En ligne], 18 | 2015, mis en ligne le 26 juin 2015, consulté le 11 juin 2016. URL: http://framespa.revues.org/3220 ; DOI : 10.4000/framespa.3220


Anexo: fe de bautismo de don Diego de Ortega Guerrero

En la villa de San Clemente a veinte i siete días del mes de mayo de mil i seiscientos i veinte i tres años yo don Juan de Cavallón teniente mayor del beneficiado bapticé a Diego hijo de don Diego de Ortega y de doña Beatriz Guerrero su legítima muger nació a primero de mes de abril de dicho año fue su compadre de pila el moço declarósele la obligación i parentescofueron testigos Esteban Sánchez y Bartolomé López y lo firmé Juan de Caballón i a la margen de la dicha partida dice don Diego Ortega i Guerrero (fol. 57 vº)



AHN. ÓRDENES MILITARES. CABALLEROS DE SANTIAGO. Exp. 6009. Don Diego de Ortega Guerrero, 1639, folio 21 rº y vº.