El corregimiento de las diecisiete villas (fotografía: Jesús Pinedo)


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EL CORREGIMIENTO DE LAS DIECISIETE VILLAS EN LA EDAD MODERNA (foto: Jesús Pinedo)
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sábado, 16 de abril de 2016

Ortega de San Clemente, desde el siglo XVII: hacia los Valdeguerrero

Continuamos con una serie de genealogías, de fácil acceso, sacadas de la Colección Salazar y Castro de la Real Academia de la Historia. En este caso con los Ortega y su secuencia, a partir de la fundación del mayorazgo por Rodrigo de Ortega y Ana Rosillo, I señores de Villar de Cantos y Vara de Rey, y la posterior continuidad de la familia en los Marqueses de Valdeguerrero, y su entronque con los apellidos Guerrero, Pacheco y Sandoval.


Don Rodrigo de Ortega, vecino de San Clemente, casó con doña Ana Rosillo, hija de Fernando Rosillo Vara de Rey, y de María Saiz Gabaldón, hija de Jorge López Gabaldón y de María Collado.

     -Don Rodrigo de Ortega casó en San Clemente con doña Inés de Ortega

         -Don Rodrigo de Ortega García, señor de Villar de Cantos, caballero de Santiago, casó con doña Catalina Félix Guerrero, hermana de don Gabriel Guerrero de Luna, caballero de Santiago, 1º Marqués de Valdeguerrero, del Consejo de Guerra

           -1. Don Gabriel de Ortega Guerrero, 2º Marqués de Valdeguerrero, Gobernador de Aranjuez, casó con doña María Josefa Zambrana,  muerto en 1728

          -2. Doña Manuela casó con don Juan Francisco Pacheco y Solís, señor de Valdeosma y Tejada

         -3.Doña Agustina casó con don Francisco de Sandoval, caballero de Santiago



Real Academia de la Historia — Signatura: 9/310, fº 172 v. — Signatura antigua: D-35, fº 172 v. Tabla genealógica de la familia de Ortega, vecina de San Clemente. Manuscrito

lunes, 4 de abril de 2016

El ocaso de los Buedo y el ascenso social de Francisco de Astudillo (III)

La elevación de la segunda puja de don Rodrigo de Ortega obligó a Francisco de Astudillo y a Martín de Buedo Gomendio a un nuevo concierto de 8 de marzo de 1612, firmado ante el escribano Bartolomé de Celada. La puja subiría hasta los 12.050 ducados, haciéndose necesaria la colaboración y aportación financiera del capitán Francisco Rodríguez Garnica para que Astudillo ganara la subasta. Aún así don Rodrigo de Ortega por medio de Bautista García Monteagudo se haría con los bienes de la cañada del Abad. Astudillo se haría con el oficio de tesorero elevando su precio en 1.700 ducados más y la viña y olivares de la cañada de Sisante, elevando su precio en 194.110 maravedíes sobre los 425.000 ofrecidos por don Rodrigo.

El concierto o pacto entre Astudillo y Buedo incluía la aceptación por éste último que los bienes se remataran en Astudillo o su cuñado el capitán Rodríguez Garnica. El oficio de tesorero que sería rematado en el capitán por 9.700 ducados, sería cedido inmediatamente en Astudillo, que a su vez daba la posibilidad de revertirlo en Buedo a los seis años, si estaba dispuesto a pagar un precio de 8.000 ducados, inferior al remate. De ese dinero del precio del oficio de tesorero, se descontaron 3.800 ducados a pagar a los fiadores del censo de Juana de Guedeja (Diego de Agüero y sus consortes Cristóbal Galindo y Miguel García Macacho), y que Astudillo debía abonar a la Real Hacienda en un plazo de seis meses. En cuanto a los bienes raíces, treinta mil vides, 1.500 olivos, molino de aceite, casas, mulas y aperos de labranza, que se remataron en Astudillo por 2.350 ducados,  serían cedidos a Martín de Buedo Gomendio, según escritura posterior de 12 de agosto de 1612, que para recuperarlos se comprometía a pagarle a Astudillo 4.000 ducados en un periodo de cuatro años de 1613 a 1616, a razón de mil ducados anuales. El propio Buedo reconocía que la hacienda que se le iba a ceder rentaba alrededor de 600 ducados. Contaba, además, Martín de Buedo para recuperar sus bienes con el cobro de diversas deudas: de las rentas reales, 70.000 maravedíes de San Clemente, 560.000 maravedíes de Iniesta y diversas deudas particulares, 1.000 ducados del concejo de Vara de Rey como cesionario que era de un censo del convento de monjas de San Antonio el Real de Segovia, 100 ducados de Gómez de Valenzuela y el dinero de las mulas que Martín de Buedo había vendido a su familiar Pedro de Buedo.

Pero cuando se cumplió en marzo de 1613 el primer plazo del remate, Martín de Buedo no pudo pagar, por lo que Astudillo pidió la ejecución de bienes del tesorero. Aprovechando para quedarse de forma definitiva con el oficio de tesorero (aunque el título sólo sería expedido dos años más tarde por la Contaduría de Mercedes) y para el remate del resto de bienes de Martín, que de prenda predatoria pasarán a plena propiedad, ya no sólo de Astudillo, sino de don Rodrigo de Ortega. Ambos habían llegado a un acuerdo para rematar el proceso ejecutivo de un año antes. Así acuerdos y conciertos se mudaban según los intereses de las partes y, porque no decirlo, las ambiciones y egoísmos personales. Francisco de Astudillo, que tenía facilidad para los conciertos, era hombre que no perdonaba los incumplimientos. Por eso, esta vez humillaría a Martín de Buedo, incluyendo en la ejecución de los bienes tres esclavos, de nombres Lucas, María y Beatriz, a los que Buedo tenía especial cariño. Astudillo, que en todo procuraba mantener las formas legales, había convenido con Buedo en 1612, hacer postura por dichos esclavos para cedérselos a continuación a Buedo a cambio del ganado lanar de éste. Apenas un año después Astudillo pedirá también los esclavos con la excusa de que el remate de los esclavos había caído en Juan de Araque, a quién había comprado los esclavos, dejando sin valor el concierto.

Francisco de Astudillo, mientras tanto, llevaba un doble de juego con Martín de Buedo. Antes de la ejecución de bienes había sido apoderado por Buedo para la cobranza de las rentas reales de Iniesta; ahora, Astudillo, en posesión de la tesorería consideraba que los 560.000 maravedíes cobrados correspondían a su ejercicio como tesorero y, de hecho, fueron destinados inmediatamente al pago del asentista Gerónimo Serra, privando de esta forma a Buedo de los 1.500 ducados que pretendía recaudar en Iniesta para hacer pago de sus obligaciones. Además, Astudillo, que como escribano que era, daba muestras de pulcritud en cuestiones legales, reducía las buenas formas a la plasmación por escrito de los compromisos, pero no a los medios para conseguir sus objetivos y la firma de escrituras de renuncia de Martín de Buedo:

y para que no le pidiese los demás bienes referidos con el poder que tiene con las justicias y vecinos de la dicha villa de San Clemente, desde que usa el dicho oficio procuró perseguir al dicho Martín de Buedo, buscándole calumnias para prendello y buscándole con gente de a cauallo y de a pie por los campos y en su casa, y cercándola muchas veces para el dicho efecto, solo a fin de obligallo a que otorgase en su favor dos escrituras, una en que hiciese dexación del oficio,y otra en que aprobase los dichos remates y posesiones, y se apartase de qualquiera derecho que tuviese contra él. Y el dicho Martín de Buedo compulsó y apremiado contra su voluntad, otorgó las dichas escrituras ante Francisco Rodríguez escriuano de la villa de San Clemente la escritura en que hizo dexación del dicho oficio de Tesorero y ante Bartolomé de Celada escriuano asimismo la escritura en que aprobó el dicho remate, y hizo apartamiento de los dichos derechos

Astudillo, muy dado a los equívocos, había sabido dar una nueva lectura a las concertaciones de 1612. Se suponía que los 4.000 ducados que Buedo se había obligado a restituir a Astudillo, pertenecían al censo de la memoria de Juana Guedeja, pues Buedo hacía frente a un pleito ejecutivo contra su fiador en dicho censo Diego de Agüero, que había conseguido salvar con los cuatro mil ducados cedidos por Astudillo a Buedo, destinados a pagar el principal de dicho censo, pero del que no reconocía que se hubiera dado la propiedad de sus bienes raíces como garantía, sino que sólo se había cedido su uso para pago de los mil ducados anuales. No lo entendía así Francisco de Astudillo, que por vía ejecutiva decidió quedarse con un olivar y 30.000 vides.

Martín de Buedo había tejido toda una serie de alianzas para garantizar la posesión de sus bienes. No cabe duda que su principal aliado era Francisco de Astudillo, pero en la almoneda habían acudido otros hombres de paja, familiares de Martín, para hacerse con los bienes y evitar que cayeran en manos de Rodrigo de Ortega. Así Pedro de Buedo había adquirido las mulas y Juan de Araque, los esclavos. Ahora todo este entramado de intermediarios se hundía.

En este enrevesado juego no debía permanecer pasivo don Rodrigo Ortega. Enseguida exigiría a Astudillo que le entregará los frutos de la explotación de la hacienda de Buedo como pago de sus deudas, cosa que Astudillo hizo. Además, sabemos que don Rodrigo Ortega había prestado dinero al concejo de Vara del Rey, que incapaz de devolverlo tendrá que vender su jurisdicción en favor de aquél. Desde entonces, la justicia de Vara de Rey, y por varios siglos, quedará en mano de Rodrigo Ortega y sus sucesores los Marqueses de Valdeguerrero. Hemos de suponer que para mantener su independencia jurisdiccional el concejo de Vara de Rey lucharía hasta el límite, y la forma más a mano que tenía era cobrar 37.000 reales que Martín de Buedo debía al pósito de esa villa. Incapaz de pagar, Martín de Buedo se vio inmerso en un pleito con el concejo de Vara de Rey, ante el Consejo Real; Astudillo, que se había constituido en fiador de Buedo para garantizar su presencia en el juicio y que no huyera, fue traicionado por Buedo, que no se presentó ante el Consejo Real, obligándose Astudillo a entregar la fianza dada para evitar su prisión y verse embarcado en un pleito ante el Consejo Real por tiempo de dos años, que le costaría más de tres mil ducados. Desde ese momento, cualquier compromiso entre Astudillo y Buedo fue imposible.

Firma de Francisco de Astudillo








ARCHIVO DE LA CHANCILLERÍA DE GRANADA (AChGr). 01RACH/ Caja 2854, PIEZA 7. Martín de Buedo Gomendio, vecino de Vara de Rey, con Francisco de Astudillo, tesorero de rentas reales del Marquesado de Villena, vecino de San Clemente sobre el oficio de tesorero. 1620

jueves, 24 de marzo de 2016

El ocaso de los Buedo y el ascenso social de Francisco de Astudillo

Era el inicio del año 1612 y Martín de Buedo Gomendio se hallaba acorralado por sus deudores. Apenas si habían pasado cinco años desde que su hermana Catalina, tutora del menor Martín y viuda del capitán Alfonso Martín de Buedo, le había cedido la tesorería de rentas reales del Marquesado de Villena. El supuesto acuerdo familiar no ocultaba los apuros de la viuda ni tampoco las ambiciones y falta de escrúpulos familiares de Martín de Buedo. Era nuestro protagonista una persona que no se arredraba; nada más acceder al cargo de tesorero, en noviembre de 1605, había tenido un sonoro encontronazo con el corregidor de Chinchilla por el cobro de las tercias reales en especie. Su ambición por controlar el trigo excedentario de las tercias, y con ello controlar el precio de este producto, posiblemente no le dejara ver su aislamiento, traducido en falta de apoyos y colaboración de las autoridades y personas principales de la villa de San Clemente. Seguramente que sabía que podía confiar poco en don Rodrigo Ortega, cuyas tierras en Vara de Rey eran colindantes y cuya enemistad debía ser fama pública, pero un personaje como Francisco de Astudillo, antiguo escribano y servidor de diversos oficios públicos al servicio del corregidor de San Clemente, denostado y odiado en la sociedad sanclementina, más allá de la natural desconfianza, no debía procurarle más temores ni mucho menos predisposición al rechazo.

Cuando Martín de Buedo Gomedio fue alcanzado en las cuentas de su tesorería de 1610 y 1611 por un total de más de ocho millones de maravedíes, alrededor de 22.000 ducados, el primer postor que acudió a hacer la correspondiente puja sobre los bienes embargados fue don Rodrigo de Ortega. Sólo una persona parecía capaz de mejorar esa postura o al menos era capaz de tejer las suficientes alianzas para una puja más alta, pues nos parece dudoso que en el San Clemente de aquel tiempo, nadie superara en liquidez o numerario en efectivo al referido Rodrigo de Ortega, excluyendo claro está a los hermanos Tébar o al indiano Pedro González Galindo. Ese hombre era un converso, de la familia de los Orihuela, que había medrado a la sombra del corregidor. Había fortunas sanclementinas que venían del último tercio del siglo XVII. Algunas de ellas, con la crisis de comienzos de siglo se arruinaron. Pero los hubo avezados como Francisco de Astudillo que empezaron a descollar con el cambio de siglo. Poco sabemos de la consolidación de su fortuna que comenzaría como servidor público y sabría asegurar cuando entroncó familiarmente con los Rodríguez Garnica de Hellín (conocidos como los Pelagatos, pero con contactos en la corte por medio del procurador Rodríguez de Tudela). Francisco de Astudillo había casado con Ana María García de Villamediana, hija de Francisco Rodríguez Garnica, pero con un segundo apellido materno, Villamediana, que contribuiría a limpiar la imagen de la baja extracción social de su procedencia y hacer olvidar su sangre conversa con su matrimonio con una cristiana vieja, de las familia de abolengo en la villa y ejecutoria de nobleza ganada en la Chancillería de Granada.

Sería Francisco de Astudillo el elegido por Martín de Buedo Gomendio para sacarlo del atolladero en el que se encontraba aprisionado. Para hacer frente a su deuda, Buedo Gomendio vio cómo se ponían en almoneda sus bienes y cómo el principal postor era don Rodrigo de Ortega. La venta del oficio de tesorero era insuficiente para saldar sus deudas, pues Martín Buedo tenía otras obligaciones. No ha mucho que había tomado prestados en dos censos cerca de 4.000 ducados dotados por Juana Guedeja para sufragar las obligaciones que conllevaban la memoria fundada tras su muerte, pero Martín no podía pagar los réditos de los dos préstamos y sus fiadores, entre los que destacaba Diego de Agüero, no parecían muy dispuestos a respaldarle con su dinero, pretendiendo cobrarse de los bienes del dicho Martín el capital necesario para la redención de dichos censos. Se sumaba a estas cargas, el dinero adeudado por Buedo al pósito de Vara de Rey del que había tomado prestado a censo otros 37.000 reales. En resumen, Buedo Gomendio había hecho una apuesta arriesgada, había pedido prestados cerca de 8.000 ducados fiando su futura fortuna al ejercicio del oficio de tesorero de rentas reales del Marquesado de Villena, pero sus proyectos se había roto por la quiebra de las finanzas de la Monarquía en 1607. La bancarrota de ese año había llevado a Felipe III a postergar los pagos de la Monarquía con los asentistas extranjeros mediante un programa de conversión de la deuda flotante en deuda consolidada; es decir, nuestro tesorero vio como nuevas obligaciones de pago se acumulaban en su tesorería en forma de los llamados juros, títulos de deuda a largo plazo situados en las rentas reales del Marquesado, o lo que es lo mismo, las alcabalas y tercias del Marquesado estaban hipotecadas al pago de los asentistas extranjeros. Hasta San Clemente llegarían las exigencias de un Lucas Palavesín o un Gerónimo Serra y con ellos llegaría la ruina del tesorero.

Don Rodrigo de Ortega con su puja mostraba a Martín de Buedo su penosa situación. Ofrecía 10.000 ducados para adquirir la totalidad de los bienes del tesorero, que quedaba en la más absoluta ruina. Don Rodrigo pretendía comprar el título de tesorero por 8.000 ducados, sus tierras y casas por 1.500 ducados y sus mulas y aperos de labor por 5.500 reales. Martín de Buedo se quedaría sin hacienda y sin blanca para pagar las deudas correspondientes a los réditos del censo del pósito de Vara de Rey y al principal del censo de Juana Guedeja que le pedía su fiador Diego de Agüero para librarse de sus obligaciones. No le quedó más remedio que acudir a buscar la ayuda de quién únicamente en San Clemente estaba dispuesta a prestársela. Ese era Francisco de Astudillo, despreciado en el pueblo por sus antecedentes familiares conversos ligados a los Origüela y su baja extracción social.

Ambos, Buedo y Astudillo, acordarían por escritura de 10 de febrero de 1612 una fórmula transaccional para evitar que los bienes en almoneda cayeran en mano de don Rodrigo de Ortega. Francisco de Astudillo se comprometía en mejorar la puja de don Rodrigo en 2.000 ducados, subiendo la cifra ofertada hasta 12.000 ducados. La oferta por el título de tesorero subía hasta los 9.500 ducados; por las tierras de labor y heredad en Vara de Rey se subía la puja en 500 ducados hasta 2.000 ducados y se mantenían los 5.500 reales en las bestias y aperos de labranza, confiando que, una vez perdida la opción a las tierras, don Rodrigo desistiera.

El acuerdo transaccional entre Astudillo y Buedo radicaba en que se trataba de encubrir la postura de Astudillo como una donación inter vivos de carácter temporal, en el que no había pago de intereses pero si condiciones draconianas para la devolución del dinero. Francisco Astudillo adquiría el título de tesorero por seis años pero con el compromiso de que si Martín de Buedo al cabo de ese tiempo le devolvía los 8.000 ducados, el oficio volvería de nuevo a él o a su familia. Astudillo aportaba los 4.000 ducados necesarios para pagar a Diego de Agüero, fiador de Buedo en los censos tomados de Juana Guedeja, y deseoso de librarse de las obligaciones contraídas. Astudillo incluso cedía la explotación de las tierras de Vara de Rey a Martín de Buedo, para que con su fruto pudiera pagar los réditos del censo de Juana Guedeja y del pósito de Vara de Rey y, es más, cedía en la posibilidad de que Buedo le devolviera los 4.000 ducados prestados a razón de 1.000 anuales y una renta anual, garantizándose la recuperación de sus heredades.

Francisco de Astudillo se presentaba como el benefactor de Martín de Buedo Gomendio, a cambio de las rentas temporales que había de proveerle el uso de la tesorería durante seis años y una exigua renta de arrendamiento a pagar por Buedo por la explotación de sus heredades. Martín de Buedo, en una situación límite, confiaba en recomponer su hacienda en un plazo de cuatro a seis años, cobrando las rentas reales adeudadas por pueblos como Iniesta y la ayuda de algunos familiares de Cuenca. Por supuesto, Francisco de Astudillo pensaba que el desembolso de los doce mil ducados no era sino inversión que recuperaría acrecentada con las rentas reales cobradas en los próximos seis años y maquiavélicamente jugaba la carta de quedarse, dadas las condiciones draconianas, con el oficio de tesorero y convertirse en terrateniente a costa de Martín, cuyas tierras quedaban hipotecadas a los pagos anuales comprometido con Astudillo. Pero uno y otro calculaban mal; don Rodrigo de Ortega se disponía a mejorar su propia oferta de 10.000 ducados  y la de los 12.000 de Astudillo por los bienes de Buedo. Tanto Astudillo como Ortega estaban arriesgando demasiado y poniendo sobre la mesa la totalidad de sus capitales. ¿Qué garantías tenían para incrementar sus ofertas? Esas garantías eran las alianzas familiares que ambos habían tejido en esos años. Era la hora de los cuñados. En ayuda de Rodrigo de Ortega acudió Bautista García de Monteagudo, casado con su hermana Catalina. En socorro de Astudillo llegaría el capitán Francisco Rodríguez Garnica, hermano de su mujer.


                                                          (Continuará)





ARCHIVO DE LA CHANCILLERÍA DE GRANADA (AChGr). 01RACH/ Caja 2854, PIEZA 7. Martín de Buedo Gomendio, vecino de Vara de Rey, con Francisco de Astudillo, tesorero de rentas reales del Marquesado de Villena, vecino de San Clemente sobre el oficio de tesorero. 1620

sábado, 20 de febrero de 2016

Don Rodrigo de Ortega: la usurpación como origen de la riqueza familiar (III)

Pozoamargo
Las tierras obtenidas por Rodrigo de Ortega en la almoneda de junio de 1613 a costa de Martín de Buedo alcanzarán un valor en el remate de 2400 ducados; prácticamente, la mitad de su valor real. Buedo Gomendio se reservaba la posibilidad de recuperar esas tierras si saldaba su deuda en el plazo de dos años. No obstante, Rodrigo Ortega no parecía muy dispuesto a ceder su nueva adquisición, cuya superficie había incrementado moviendo en su favor los mojones con las tierras colindantes que aún conservaba el tesorero. Es más solicitará a la justicia de San Clemente, que se la dará en 1614, la posesión y plena propiedad de esas tierras, convirtiendo una garantía o derecho de ocupación temporal en definitivo. Negándose a cualquier trato con el tesorero dispuesto a pagar el valor de las tierras en el remate:

...el dicho Rodrigo de Hortega contrabiniendo a el dicho trato y callando la verdad dél pidió posesión de las dichas tierras ante la justicia de la dicha villa de San Clemente y se le dio despoxando a mi parte de la que se tenía por estar yndefenso y en la cárcel y ser la parte contraria persona poderosa y demás del dicho despoxo cobró  de mi parte más de trecientas fanegas de trigo y cebada de las rentas de la dicha heredad los dichos años...

Pero para 1620, Rodrigo Ortega ya tenía muy consolidado su poder y es hombre protegido en la misma Corte, donde el Consejo de Hacienda solicitará a la Chancillería de Granada, que se inhiba del caso y le remita los autos, los cuales serán enviados a Madrid el 15 de junio de 1620. Martin Buedo, vecino de Vara del Rey, se sentirá  a partir de ese momento más preocupado por su propia seguridad que por su hacienda, pidiendo amparo ante el rey para evitar las represalias de Rodrigo de Ortega, en cuyas manos está la justicia ordinaria del pueblo que es vecino.

El valor de las tierras adquiridas por don Rodrigo y su ubicación se puede ver en la transcripción del siguiente memorial presentado por Martín Buedo. Como hecho a destacar, estas mismas tierras en algunos casos procedían de tierras comunales, objeto de rapiña por los poderosos. El total de tierras que pasaban de las manos de Martín de  Buedo a Rodrigo de Ortega ascendía a más de 1600 almudes; vía expolio la cantidad duplicaba la adjudicada en venta judicial. Sobre este patrimonio, don Rodrigo Ortega y su mujer Ana Rosillo Gabaldón fundarían el mayorazgo, que heredarían los marqueses de Valdeguerrero.

Memoria de la eredad y aças que don rodrigo de ortega tiene de mi martín de buedo es la siguiente-

-primeramente quinientos almudes de tierras trigales y cebadales donde dicen la calabera y rubiales que es y están en la oya la cierba y en sancha que son tierras que se adeesaron por pleyto sean desecho y por concierto se desicieron que la villa de vala de rey y roda y san clemente y doña ana ortiz truxeron en raçón que se desiciesen, el tal pleito se trató en esta corte que pasa ante Gaspar del adarbe escribano de cámara della como co(n)stará por el dicho pleito los cuales están un pedaço alinde de aças de erederos de diego de montoya espinosa y el camino de san clemente que ba al molino y otro pedaço alinde del dicho don rodrigo de ortega y al mismo camino y otro pedaço en la boca los rubiales xunto a las biñas.
-más otro pedaço de ciento y beynte almudes de tierras trigales a do dicen los olmillos alinde de rodrigo de ángulo y a una parte y otra de camino de poçoamargo que ba por la sierra y biñuelas
-más otros cincuenta almudes a la mano dizquierda del dicho camino de poçoamargo a la mano dizquierda dél
-más a do dicen el poço de xinés de andúxar treynta almudes alinde de Fernando de gabaldón y el camino de la cañada el abad  a la mano derecha como se ba a ella
-más diez almudes camino de san clemente alinde de madrigal y del camino dicho trigales
-más camino del orado blanco beynte almudes trigales alinde de los erederos de ortega de angulo
-más en los seros beynte almudes trigales y cebadales alinde de fernando díaz y don rodrigo de ortega
-más seys almudes de cebadal con una era a do dicen la era de francisco de alarcón alinde del camino que ba a la naba
-más seys almudes de cebadal a do dicen el rebentón alinde del camino que ba a la cañada sisante digo ocho almudes
-más cincuenta y seys almudes de cebadales en seys pedaços en la bega de bala de rei
-más a do dicen el corral de gonçales doce almudes de cebadal
-más camino de rus en dos pedaços quince almudes de cebadales
-más otros seys almudes con una era do dicen la era de diego de buedo
-más otros beynte almudes de cebadales a do dicen los corrales de madrigal
-más diez almudes camino de rus trigales
-más otros doce almudes camino de minaya trigales
-más los ciento y tres almudes de alonso de xabega en cuatro pedaços
-más treynta almudes en texarexos alinde de pedro de buedo y el camino de texarexos
-más diez almudes en do dicen el nacimiento del agua en la naba alinde del dicho rodrigo de ortega
-más beynte y cinco almudes en claro de en medio alinde del dicho don rodrigo trigales
-más otros beynte almudes en claro de la güerta alinde de erederos de pedro lópez
-más otros beynte almudes trigales a do dicen la royça
-más deciséis almudes a do dicen el gilillo alinde de fernando de gabaldón
-más ochenta almudes de trigales en el prado de las forcas alinde de don rodrigo de ortega
-más cinquenta almudes donde dicen los pedregales a una parte y otra del campo de texarexos
-más trecientos almudes donde dicen la oya perona cebadales en una aça que era de mi padre y otra de la de felipe balero y otra de la de lionardo de cuéllar y otro de mari de xabega y otro de fernán saiz y otro de encima las penas y otro de francisco royz con una era xunto a ellos
-más en el portillexo beynte almudes trigales xunto al camino del cañabate
-más otros beynte almudes donde dicen el corral de fernando de sebilla que eran de fernán sayz
-más a do dicen el pago beynte almudes de cebadal en dos pedaços
-más encima el pago treynta almudes de cebadales que eran de mi padre y francisco de alarcón
-más otros treynta almudes de cebadal en la oya perona que eran de alonso ximénez alinde de madrigal
-más otro cebadal de cuatro almudes en la cuesta escurridera
-más un cercado de cuatro almudes de cebadal en medio el lugar
                                                              martín de buedo gomendio (rúbrica)


ARCHIVO DE LA CHANCILLERÍA DE GRANADA (AChGr). 01RACH/ Caja 2854, pieza 6. Martín de Buedo Gomendio contra Rodrigo Ortega sobre propiedad de tierras en Cañada del Abad. 1620, fols. 12 y 13

Don Rodrigo de Ortega: la usurpación como origen de la riqueza familiar (II)

Martín de Buedo Gomendio era vecino de Vara del Rey, aunque como heredero de la tesorería de rentas reales del Marquesado, sus actividades públicas estaban centradas en San Clemente. Sus propiedades raíces se localizaban tanto a un lado como otro de la división de los términos entre Vara del Rey y San Clemente. Por contra, Rodrigo Ortega Avilés el mayor era vecino de San Clemente y gozaba de una de las regidurías perpetuas de la villa, pero sus intereses iban más allá de San Clemente, invirtiendo su capital en juros situados en las rentas del Marquesado y en préstamos al concejo de Vara del Rey.

La suspensión de pagos declarada el 27 de noviembre de 1607, debió sumar más problemas a la tesorería de Buedo Gomendio, forzado a hacer frente al pago de nuevos juros surgidos del medio general acordado de conversión de deuda para intentar arreglar el problema de endeudamiento. Los impagos se fueron sucediendo a partir de 1609, tanto a los asentistas extranjeros como a los poseedores locales de juros. Entre los primeros estaban el genovés Juan Lucas de Palavesín o los portugueses y hermanos Rodrigo y Pedro de Castro; entre los segundos, Rodrigo Ortega. Pero a diferencia de los extranjeros, Rodrigo, cuyas heredades limitaban con las de Martín Buedo,  aprovecharía las dificultades de su vecino tanto para recuperar sus deudas como para apoderarse de su patrimonio.

Tal como había hecho Pedro González Galindo en 1607, prestando 10.000 ducados al ayuntamiento de San Clemente, Rodrigo Ortega haría lo propio aprovechando las dificultades financieras del ayuntamiento de Vara de Rey. Pero el concejo de Vara de Rey, menos rico que el de San Clemente, se había visto incapaz de hacer frente al pago de los intereses del préstamo a Rodrigo Ortega, pagando su insolvencia con su independencia jurisdiccional. La justicia de Vara de Rey y sus oficios quedarían en manos de Rodrigo Ortega. Así lo certificaba en fecha posterior, 1620, el escribano Esteban de los Herreros:

... y ansimismo por deuda que el concejo desta uilla de Bara de Rey dize le deve al susodicho (Rodrigo de Ortega) tiene la posesión de la judicatura de esta uilla de vara de rrey y como tal nonbra los alcaldes y justicia desta villa e tierra e de presente los que usan el dicho oficio de alcaldes están puestos y nonbrados

Así Rodrigo de Ortega se iba haciendo con una posición política envidiable. Una posición dominante en el concejo de San Clemente, pues a la regiduría perpetua que poseía en San Clemente, se sumaba la alianza familiar con regidores como los García Monteagudo, poniendo en peligro la supremacía del alférez mayor de la villa don Juan Pacheco Guzmán. Y también protagonista de un proceso de señorialización que, iniciado con la posesión de los oficios públicos de Vara de Rey, se extendería a la adquisición en 1626 de derechos jurisdiccionales sobre el patrimonio territorial consolidado en torno a Villar de Cantos.

Esa posición privilegiada sería la que aprovecharía Rodrigo de Ortega cuando se produce la quiebra del tesorero Martín de Buedo Gomendio. Para hacer frente al alcance en su contra de ocho millones de maravedíes, unos 22000 ducados, tuvo que poner en venta su título de tesorero y sus propiedades. El gran beneficiario, no obstante, sería Francisco de Astudillo, que en la almoneda de 10 de marzo de 1612 se haría con la tesorería de rentas reales del Marquesado por 10700 ducados frente a la puja de Rodrigo de Ortega. Sin embargo a largo plazo el beneficiario del secuestro de bienes de Buedo sería Rodrigo de Ortega. La tierra tendía a convertirse en un valor seguro frente las fluctuaciones de la riqueza financiera. Así cuando Rodrigo de Ortega se hace con las tierras de Buedo Gomendio, como prenda predatoria de los 2400 ducados que se le adeudan, está poniendo las bases patrimoniales de la familia en el futuro. En realidad, Rodrigo Ortega tomará como garantía esas tierras para el pago de la deuda por el tiempo de dos años, pero se las arreglará para evitar cualquier acuerdo con el tesorero que ve como a pesar de las cantidades satisfechas a Rodrigo, éste se niega, primero, a ver reconocida como saldada la deuda y, después, se apropia definitivamente de las tierras.

Rodrigo Ortega era hacia 1611 heredero de una rica fortuna, que, al igual que otros, había invertido en la deuda pública de la época: los juros. Era poseedor de un juro dotado de una renta anual de 362612 maravedíes anuales (cerca de 1000 ducados), situado sobre las rentas reales del Marquesado de Villena. Serían los impagos de esa renta, que se venía arrastrando desde el año 1608, el origen de su conflicto con Buedo Gomendio. Éste reconocía la deuda desde el año 1610 y estaba dispuesto a ajustar cuentas con Rodrigo de Ortega, pero no así éste, que le exigía los pagos correspondientes al último tercio de 1608 y los años 1609 y 1610, además de una cantidad adicional de 97189 maravedíes.

Buedo Gomendio por fin se verá obligado a reconocer su deuda en los términos planteados por don Rodrigo por escritura otorgada ante el escribano Juan Varón el 27 de agosto de 1611. La situación parecía arreglada y, de hecho, ambos contendientes quedaron en reunirse unos días después para firmar nueva escritura que reconociera finiquitadas las obligaciones por ambas partes. Pero don Rodrigo de Ortega actuará maliciosamente y se negará a firmar el compromiso definitivo alegando que quedan sin pagar cantidades del año 1610. Un Martín Buedo molesto protestará, pues el valor de sus pagos, 43450 reales (unos 4000 ducados) prácticamente duplicará la deuda contraída. Poco puede hacer. Los impagos a los asentistas conducen a la quiebra y a su encarcelamiento en Madrid. Rodrigo Ortega, malévolamente, exigirá en el proceso que se ha iniciado contra el tesorero el pago de nuevo de intereses ya liquidados, pero cuyo pago íntegro se niega a reconocer. Encerrado en la cárcel de Madrid, Martín de Buedo no puede exhibir un traslado de la carta pago otorgada ante el escribano Juan Varón. Hemos de suponer que Rodrigo de Ortega hará todo lo posible para presionar a la justicia de San Clemente para evitar que el escribano Juan Varón exhiba dicha carta de pago ante el juez y mero executor de Hacienda, licenciado Arburola. Conseguirá su objetivo de llegar a la almoneda de los bienes del tesorero como deudor y así hacerse con sus tierras. Martín de Buedo todavía confiaría en recuperar sus tierras al salir de la cárcel, pues la posesión de don Rodrigo era temporal, dos años, como garantía del pago de las rentas anuales de su juro.

                                                                           (Continuará)



ARCHIVO DE LA CHANCILLERÍA DE GRANADA (AChGr). 01RACH/ Caja 2854, pieza 6. Martín de Buedo Gomendio contra Rodrigo Ortega sobre propiedad de tierras en Cañada del Abad. 1620

viernes, 19 de febrero de 2016

Don Rodrigo de Ortega: la usurpación como origen de la riqueza familiar (I)

Era el año 1612 y el entonces tesorero de rentas reales del marquesado de Villena, Martín de Buedo Gomendio, estaba preso y sus bienes en ejecución por un alcance en las cuentas de los años 1610 y 1611 de 8.245.042 maravedíes, alrededor de 22.000 ducados. Las causas de la quiebra las desconocemos, pero sabemos que en1605, Buedo Gomendio, cuyo cuñado, Martín Alfonso de Buedo venía desempeñando la tesorería desde 1580 y la había legado al hijo ese año de 1605, se encontraba enfrentado con villas como Albacete por intentar cobrar las tercias procedentes del trigo y la cebada
del marquesado de Villena en especie y centralizar el producto de la recaudación en San Clemente, haciendo valer una provisión real de 1583, cuando en un momento de disputas entre las villas por su aportación a la real Hacienda, se había mandado como administrador de rentas al licenciado Mieses. Tal vez el conflicto escondía un problema de más calado, aparte de las pretensiones especuladoras de Buedo Gomendio: la necesidad de la villa de San Clemente, dedicada al monocultivo de vid y, en menor medida y de forma complementaria e incluso residual al olivo, de garantizar de modo regular el aprovisionamiento de cebada y trigo. No debemos olvidar tampoco que el problema planteado por el licenciado Mieses en 1583, coincide cronológicamente con los primeros años del pósito de Alonso Quiñones en San Clemente. Necesidad de suministro de cereales que era un problema crónico en la villa. Estos intentos de acaparamiento chocarían no sólo con las villas del marquesado, también con los asentistas, dueños de juros y el clero perceptor de los diezmos y parece que fueron respondidos por las villas, caso constatado de La Gineta, con el rechazo de los ejecutores enviados para el cobro. En el caso de los asentistas, ya en 1609 tenemos noticias de que entablaron pleitos ejecutivos contra Buedo de Gomendio por los juros situados en las rentas del Marquesado de Villena. En la almoneda celebrada el 10 de marzo de 1612 se subastaron el título de tesorero, valorado en 10.700 ducados y posteriormente, en venta judicial de 1613, los bienes raíces, tierras de cereales, viñas y olivares.

De los despojos del arruinado tesorero se forjaría la fortuna de las dos principales familias de San Clemente en los años que se sitúan en torno a mediados del siglo XVII. Un impotente Martín de Buedo Gomendio veía como como se deshacía el patrimonio familiar y acababa en manos de Francisco de Astudillo padre, que adquiría el título de tesorero y algunos bienes raíces, y de Rodrigo de Ortega Avilés (o Tébar, que era el apellido materno), que arrebataba a Martín de Buedo una rica hacienda a caballo entre las villas de San Clemente y Vara de Rey, consolidada con el mayorazgo fundado junto a su esposa y herencia nuclear de los futuros marqueses de Valdeguerrero. Las dos familias beneficiarias, Astudillo y Ortega, mantendrán en los años siguientes una rivalidad por el dominio de la vida local sanclementina; rivalidad que oscilaría entre las ambiciones personales y la complementariedad de intereses. Su protagonismo en la vida local pronto desplazaría a otras familias como los Herreros o los Pachecos; en el primer caso, por haber desplazado su actividad pública hacia la Corte, y, en el segundo caso, alejados de San Clemente por una ambiciosa política matrimonial.

  Inútilmente, Martín de Buedo Gomendio intentaría recuperar sus bienes en 1620, interponiendo pleito ante la Chancillería de Granada. Hábilmente don Rodrigo Ortega conseguirá echar abajo el proceso judicial consiguiendo su advocación por el Consejo de Hacienda, que le ratificaría los bienes conseguidos siete años antes.

Rodrigo Ortega no había comprado los bienes directamente de Buedo Gomendio. El papel de testaferro en la venta de judicial de los bienes embargados al tesorero había correspondido a Bautista García de Monteagudo, casado con la hermana de Rodrigo, Catalina Ortega de Avilés, y que le había cedido los bienes adquiridos en la venta judicial de junio de 1613 ante el licenciado Arburola, alcalde mayor y juez ejecutor de la Real Hacienda. La compra de bienes, utilizando un familiar como hombre de paja, tenía su precedente, cuando un año antes Francisco de Astudillo había hecho lo propio utilizando a  su cuñado el capitán Francisco Rodríguez Garnica, quien tras adquirir la tesorería la había cedido. Este proceder similar quizás ocultara el deseo de ambos, Rodrigo Ortega y Francisco de Astudillo, de no despertar demasiados recelos en el resto de familias principales de la villa de San Clemente. O quizás era algo más simple, se trataba de no reconocer la liquidación de las deudas al tratarse de una venta indirecta.

Pero la aparente legalidad de la venta judicial de los bienes del tesorero a favor de Rodrigo Ortega escondía un proceso más violento de usurpación de tierras. Rodrigo Ortega había tenido pocos escrúpulos en utilizar la posición de fuerza que gozaba sobre Buedo Gomendio, preso y arruinado, para, excusándose en una deuda limitada, despojarle de su patrimonio. En este proceso la fuerza jugó un papel tanto o más importante que las acciones judiciales. La venta judicial de tierras del año 1613, había dejado paso un año después a la ocupación violenta de tierras en la llamada cañada de El Abad, tal como denunciaba Martín de Buedo Gomendio, por boca de su procurador:

... por fuerça se a entrado en la dicha heredad y rompiendo las lindes y quitando los moxones  juntándolo con sus mismas tierras




                                                     (continuará)


ARCHIVO DE LA CHANCILLERÍA DE GRANADA (AChGr). 01RACH/ Caja 2854, pieza 6. Martín de Buedo Gomendio contra Rodrigo Ortega sobre propiedad de tierras en Cañada del Abad. 1620

miércoles, 23 de diciembre de 2015

Don Diego de Ortega Guerrero y la ganadería en San Clemente a mediados del seiscientos

Dos Ortega se imponen en la villa de San Clemente durante la mitad de la centuria del seiscientos. Don Rodrigo Ortega y don Diego Ortega y Guerrero. Es nuestra intención volver sobre esta familia, cuyas ramificaciones familiares e intereses económicos van más allá de la villa de San Clemente. Pero hoy pretendemos presentar un esbozo del declinar de la actividad ganadera en San Clemente a través de los conflictos de la villa con el segundo de los Ortega, Don Diego.

El catastro de Ensenada, a mediados del siglo XVIII,  nos presenta una actividad ganadera en la villa de San Clemente muy disminuida, limitada a los agostaderos y excluida del aprovechamiento de los pastos comunales de la tierra de Alarcón. La actividad ganadera sanclementina tuvo un devenir histórico problemático: los conflictos con los ganados trashumantes de la Mesta durante el siglo XVI tuvieron su contrapartida en la salida de los ganados locales de los pastos del suelo común, intentando complementarlos con nuevos pastos en Alcaraz, Chinchilla o Murcia mediante la integración en los circuitos trashumantes hacia esos destinos. Familias como los García Monteagudo, Alfaro, Oropesa o Perona deberán gran parte de su fortuna a la propiedad de hatos de ganados de dos mil a cuatro mil cabezas, destinados al abasto de la carne de la villa de San Clemente, pero también de otras localidades de la zona y de la misma ciudad de Cuenca, o en menor medida a la venta de otros productos derivados como los añinos o lanas. Otras familias probarían el éxito en el negocio ganadero desde finales del siglo XVI; algunos como Miguel Sevillano o Francisco Astudillo, debiendo su ascenso social al desempeño de oficios públicos a la sombra del corregidor, consolidarán su patrimonio con la incorporación al pastoreo; otros, como la familia Ruiz Ángel, se convertirá en asiduo abastecedor de la carnicería pública de la villa.

Pero la ganadería sanclementina dio síntomas de agotamiento desde el mismo momento de su despegue. Ya desde finales del siglo XVI conocemos de pleitos con la villa de Albacete, que intentaba imponer un derecho aduanero adicional al servicio y montazgo de Chinchilla a los ganados de la villa de San Clemente. Véase al respecto el conflicto del ganadero Pedro Castañeda y Haro con los recaudadores albaceteños. Los conflictos se extendieron al aprovechamiento de los pastos comunes de los propios de la villa. Es más, creemos que el conflicto de comienzos del siglo XVII del alférez de la villa, Don Juan Pacheco y Guzmán con el concejo por la supresión de los alcaldes ordinarios esconde profundas diferencias con familias ganaderas como los Montoya, Oropesa o Perona, y tal vez los Ortega. El conflicto local se debió agudizar por el rompimiento de tierras a causa del establecimiento del servicio de millones desde 1590. San Clemente ya arrendaría sus propios para el pago del nuevo impuesto. Pero las consecuencias de servicio de millones irán más allá de San Clemente. La Alberca y Santa María del Campo, cerrarán sus dehesas para el uso exclusivo de sus vecinos y la misma determinación tomará Barchín del Hoyo. Curiosamente es ahora cuando los pueblos intentan conseguir confirmaciones de la primera instancia de sus alcaldes ordinarios frente a la justicia del corregidor. El hecho no era accidental, pues la privacidad de la primera instancia era fundamental para sustanciar en los pueblos de origen los conflictos por los aprovechamientos comunales a favor de los lugareños.

El servicio de millones fue el inicio de la dislocación de los aprovechamientos  comunales de los pastos del suelo común de Alarcón. Las necesidades militares de la Monarquía desde finales de los años veinte y, especialmente, en las dos décadas siguientes dislocaría las propias economías locales con el arrendamiento de los propios, el rompimiento de las tierras comunes y su apropiación de hecho por los ricos locales. En San Clemente, la dehesa de Alcadozo ya se arrendó a finales de los años veinte en favor del presbítero Cristóbal Olivares y sus ganados. En 1635, y en el contexto de asignar arbitrios para financiar el reclutamiento de soldados para presidios, los dos pinares del pueblo serán rematados a favor de Martín Alfonso de Buedo para apacentar ganados lanares. Los Buedo compartían sus intereses en San Clemente con los propios de su villa natal Vara del Rey, donde estaban entrando en colisión con los Ortega.
La lógica que se establece por el aprovechamiento de los bienes propios de la villa desde 1635 es infernal, prueba de ellos son las innumerables denuncias por la intromisión de ganados en los propios de la villa, ahora arrendados en manos de particulares, y, en menor medida, por la corta de leña. Las denuncias se extenderán a las dos décadas siguientes. Es en este contexto, en el que se desarrolla el pleito que tratamos a continuación.

Don Diego de Ortega Guerrero había obtenido, al igual que su primo Rodrigo, el hábito de la orden de Santiago en 1640, y al igual que su primo disfrutaba una de una regiduría perpetua en el concejo de San Clemente, que, sin duda, sabía aprovechar en beneficio propio... y de sus intereses ganaderos. De hecho, podemos considerarlo como el último gran ganadero de los malogrados rebaños sanclementinos. Parece que la obtención del hábito de Santiago dio un nuevo impulso a las ambiciones de este caballero, que utilizaría su posición política para iniciar una escalada en la usurpación del aprovechamiento de los bienes públicos:

        nuestro fiscal, en el pleito con don diego ortega guerrero cauallero de la orden de señor Santiago regidor de la villa de san clemente de que se le mandó dar traslado para que pidiese lo que conviniese  por una petizión nos hizo relazión diziendo que como parezía del pleito el susodicho con muchos ganados que tenía y avía tenido era dañador público comiéndose las dehesas públicas e montes de la dicha villa e las viñas heredades y sembrados de los vezinos y respecto de ser como era poderoso

El pleito era de 1659, y se había iniciado a instancias de un vecino del pueblo, Pedro Carrasco Rada, (parte interesada como abastecedor de carnicerías y a quien habitualmente se reservaba la dehesa carnicera) que había acudido a la Chancillería de Granada en busca de justicia y cuyo segundo apellido ya anuncia las nuevas familias que se harán hueco en la vida municipal a lo largo del setecientos. La raíz de la denuncia era doble: el uso privativo de los bienes comunales y la colisión con los intereses ganaderos, en una difícil convivencia entre propietarios de ganados y agricultores:   

     en que por parte de pedro carrasco rada denunciador se auía alegado que auía contra el dicho veinte y quatro denunziaziones de daños echos en viñas y otros en la dehesa carnizera... tres denunziaziones que se le hizieron un cinco de maio  de zinquenta y siete por el dicho pedro carrasco rada por aprehensión de los ganados en la dehesa carnizera

La Chancillería de Granada ordenará remitir traslado de las denuncias de la justicia de San Clemente contra Don Diego los diez años anteriores, así como de las ordenanzas municipales. Desconocemos el resultado del pleito, pero no parece que hiciera mella en el poder ganadero de esta familia, que tampoco habían olvidado la alternativa de la trashumancia por los puertos de Chinchilla. En 1708, el sucesor de Don Diego, Don Diego Joseph Ortega Guerrero, registrará a finales de noviembre en el puerto real de Chinchilla 3.190 cabezas de ganado y medio mes después otras 750 cabezas; su familiar Rodrigo Ortega, 3.166 y 656 cabezas respectivamente. Un familiar de Santa María del Campo, Agustín de Ortega, registrará 3.906 reses. Otros vecinos de San Clemente participarán también de esta ruta, pero en menor medida: Juana de Cañizares registrará 2.017 y José de Haro 1.110. Otros ganados como los de Francisco Pacheco dividirán sus pastos entre los puertos de Chinchilla y los de Villanueva de la Fuente (1). Así se puede hablar de un renacer de la ganadería sanclementina en la época borbónica, pero la contrapartida fue la concentración de los ganados en unas pocas familias; en 1777, Bernardo Tausí contará con más de 8000 cabezas, al igual que la familia Melgarejo. El resto de ganaderos no pasaran de las 3000 cabezas.


(1) VICENTE LEGAZPI, M. LUZ N., La ganadería en la provincia de Cuenca en el siglo XVIII, Tomo II, Tesis doctoral. Universidad Autónoma de Madrid. pp. 1179-1180

FUENTES

AMSC. CORREGIMIENTO. Leg. 96/51. Traslado del pleito entre don Diego de Ortega y los abastecedores de carnicerías. 1659
AMSC. CORREGIMIENTO. Legs. 77 al 80, Denuncias contra vecinos de San Clemente por infringir las ordenanzas. Siglo XVII




sábado, 5 de septiembre de 2015

Los marqueses de Valdeguerrero: el origen de la riqueza familiar

Los bienes y propiedades de los Valdeguerrero en 1743 se centraban en las localidades de Villar de Cantos, Vara del Rey y San Clemente, por un lado, aportados por los Ortega, y en la localidad de Alcaraz, aportados por los Guerrero:
"el mayorazgo fundado por Don Rodrigo de Ortega de Avilés el maior y Doña Ana Rosillo Gavaldón su Muger en que comprehende el señorío y hazienda de Villar de Cantos, Vara de Rey y la maior parte de la que ai en esta villa (de San Clemente), como también el que fundaron Alonso Garzía y Ana Martínez de Monteagudo su Muger con lo que a él agregaron Antón Garzía Monteagudo su hixo y Doña María Alvarez de Thevar*, y el que fundó Chatalina Rodríguez Viuda de Melchor de Soto, todos en esta villa, y los dos vículos que en la de Villaermosa fundó Doña María Rodríguez de Ávila para sus nietos Don Pedro Antonio y Doña María Gerónima Zambrana como el que fundó en la dicha villa Dª María del Abad Catalán. En cuanto a los bienes y propiedades de la ciudad de Alcaraz: los mayorazgos que en la ziudad de Alcaraz fundaron el bachiller Juan Martínez Guerrero y el que fundaron Agustín Guerrero y doña Ygnes de Mesa y Luna su Muger, y el que fundó en dicha ziudad Francisco Guerrero el Viexo y Doña Leonor de Alfaro su muger y el patronato que fundó en la dicha ziudad de Alcaraz Don Francisco de Arias cauallero del orden de Calatrua y señorío de la villa de Balazote, y Doña Ginesa de Agüero Guerrero su Muger del convento de Religiosas de la Magdalena de dcha ziudad con los demás patronatos de capellanías y obras pías que eran anexos a dchos mayorazgos y el vínculo que fundó Don Lucas de Avila agregado al referido maiorazgo de Agustín Guerrero y Doña Ygnes de Mesa"

 * Uno de los bienes aportados por el mayorazgo de García Monteagudo es el oficio de regidor perpetuo en la villa de San Clemente (AMSC. AYUNTAMIENTO. Leg. 29/14; Cristóbal García Monteagudo renuncia el oficio de regidor a favor de Diego Ortega. 1634)

AHPCu. NOTARIAL. FRANCISCO LÓPEZ HELLÍN. Leg. 2479. 10 de febrero de 1743. Capitulaciones matrimoniales entre el señor don Francisco Ignacio de Sandoval y Ortega y Doña María Manuela de Castro y Pacheco . Como anécdota, la madre de la esposa, doña Manuela Gertrudis de Ortega y Guerrero excluía de la dote matrimonial de su hija un autógrafo de Santa Teresa de Jesús, guarnezida y con un cristal delante. Es posible que los sucesores de los señores de Valdosma y Tejada todavía conserven esta reliquia o, tal vez, dada la vinculación directa de doña Manuela Gertrudis con los Valdeguerrero, obre en poder de esta familia.


El origen de la riqueza familiar estaba centrado en torno a Villar de Cantos, cuya jurisdicción comprará Rodrigo Ortega y Tébar en 1626, antes se había hecho con los oficios de justicia del concejo de Vara de Rey, incapaz de hacer frente a las deudas contraídas con don Rodrigo. Las alianzas familiares con los Rosillo o García Monteagudo habían contribuido no poco a su riqueza. Hasta el punto que dos Ortega, Rodrigo Ortega y Ortega (o García Monteagudo) y Diego de Ortega Guerrero, junto a otras familias como los Oma, comienzan a controlar la vida municipal a mediados del siglo XVII. Las alianzas matrimoniales con los Guerrero de Alcaraz y los Pacheco, afianzarán ese poder.