El corregimiento de las diecisiete villas (fotografía: Jesús Pinedo)


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EL CORREGIMIENTO DE LAS DIECISIETE VILLAS EN LA EDAD MODERNA (foto: Jesús Pinedo)
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domingo, 31 de diciembre de 2023

Pedro de Montoya, hidalgo de Villar del Águila

 Los intentos de Pedro Montoya, vecino de Villar del Águila, por conseguir ejecutoria de hidalguía chocaron con el concejo de ese lugar en 1590. Pedro de Montoya era hijo de Felipe Montoya, que se había avecindado en Villar del Águila y antes había sido vecino de Palomares y Villanueva de los Escuderos. La madre era Catalina Hernández de Castro, natural y vecina de Villar del Águila e hija de un hidalgo, Rodrigo de Castro. 

El abuelo era Francisco Montoya, vecino de Villanueva de los Escuderos, casado con María de Villanueva. Francisco había llegado a esta localidad desde su pueblo: Vara de Rey y Pozo Amargo. Francisco seguía el camino de la diáspora de otros miembros del linaje, que desde Vara de Rey, se habían extendido por otras villas de la región: San Clemente, EL Cañavate, La Alberca, Las Pedroñeras, Belmonte, Villarrobledo, Montalbo o Casasimarro.

Pedro de Montoya decía estar emparentado con los Montoya de Villarrobledo, Diego y Martín, que habían conseguido ejecutoria de hidalguía frente a este concejo. Había casado dos veces, la primera en Altarejos y la segunda en Villar del Águila. Pedro de Montoya se había reservado asiento principal junto al altar mayor de la iglesia de Villar del Águila y reservarse correspondiente sepultura, había ejercido del oficio de regidor, de alcalde de la hermandad por los hijosdalgo y cualesquier símbolo que diera carta de naturaleza a su hidalguía y fuera manifestación de poder ante sus convecinos. Su vida social se ajustaba a su condición y pronto entablaron amistad con los hidalgos de las tierras de Huete y Cuenca, mientras adornaban sus casas de paños, escudos y armas. ¿Qué distinguía a estos nobles de sus vecinos? Ellos mismos nos lo dicen: "vestidos negros de paño y seda, criados y criadas y negros que les servían en plata labrada de jarras y tazas, candeleros, saleros y jícaras y otras cosas para el servicio de sus personas y habían tenido y tenían paños franceses y reposteros con sus armas colgadas en sus casas y lanceras con sus lanzas y otros aderezos y cosas de casas principales, las cuales cosas en el dicho lugar de Villar del Águila no las tenían los pecheros, aunque fueran ricos". En misa, Pedro de Montoya tenía un escaño privilegiado, "entre él y el altar no se ponía nadie", nos dirá un vecino. A  los Montoya, por su sangre nobiliaria se los rifaban los labradores ricos. Pedro Montoya había casado en Villar del Águila con la hija de un labrador rico llamado Julián Martínez, que para hacer posible el matrimonio, había entregado como dote de su hija cuatro mil ducados. Julián Martínez tenía la riqueza y ahora buscaba el reconocimiento social: la hidalguía con el casamiento de su hija y el poder con su hijo, que era conventual de la orden de Santiago en Uclés, antes de dar el paso a ser capellán del rey Felipe II.

Nos atrae la figura del abuelo Francisco de Montoya, pues queremos ver en él  una aventura fallida de nueva repoblación de un lugar. Francisco de Montoya, salido de Vara de Rey, se había instalado en las llamadas Casas de Pascual López, próximas a Villar del Saz de don Guillén, aunque pronto había escapado de su aislamiento en el campo para irse a vivir y casar en Villanueva de los Escuderos. La narración de la figura de Francisco de Montoya por sus contemporáneos no deja de ser panegírica. Físicamente, "hombre de buen cuerpo y de buen talle ahidalgado y de gran valor"; en cuanto a su riqueza, no dejaba lugar a dudas: hombre muy rico, con doce manadas de ganados, vacas y yeguas.

 Francisco de Montoya era uno de los siete hijos de Hernando de Montoya, el progenitor de la familia en Vara de Rey, que con sus siete hijos daría lugar a varias ramas familiares en diversos pueblos de toda la Mancha conquense. Hernando estaba casado con Constanza García de Peñaranda. Entre los siete hermanos, destacaba la figura de Diego de Montoya, al que debemos tener por fundador y "hacedor" del pueblo de Pozo Amargo. Diego debía ser una figura principal en toda la comarca y muy respetado. De él se decía que era hijodalgo principal y rico, pero, sobre todo, buen cristiano. Pozo Amargo, fundación de la familia Montoya hacia el año 1500, era famoso entonces por estar dotado de un hospital, que debían ser simples casas de la familia al servicio de todo aquel que las necesitara: "que a todos los pobres que iban al dicho lugar de Poçoamargo si llegaban a mediodía les daban de comer y a los que llegaban a la tarde les daban de cenar y los recogían y daban posada aquella noche y de almorzar otro día". La descripción por pueril que nos parezca, nos da a entender que el nacimiento de Pozo Amargo, además de hacienda de los Montoya, tiene su razón de ser en un lugar de paso y descanso para viajeros, que, por el antiguo camino murciano, o romano, se dirigía al camino real principal que desde Toledo iba a Cartagena y Murcia. Este camino que se quiere ver como antigua calzada romana y que posteriores testimonios no llegan a diferenciar si camino o vereda, es evidente que se había mantenido vivo por el tránsito de los ganados en la época medieval.En torno al benefactor Diego de Montoya, casado con Catalina Alonso de Palacios, nacería Pozo Amargo, aunque la continuidad del linaje en la villa sería vía femenina con la hija de Diego y Catalina, Catalina Montoya, que casaría hacia 1520 con García de Buedo. Así, Buedo sería el apellido predominante en Pozo Amargo, mientras que dos hermanos de Catalina Montoya, Diego y Martín marcharían a Villarrobledo.

Poco a poco, vamos conociendo a estos siete hermanos que darían lugar a otros tantos linajes. Del último que tenemos noticias es Alonso, que se establece en La Parrilla. Los Montoya, por lo menos hasta mitad de siglo fueron capaces de mantener la solidaridad familiar. Las noticias que tenemos es que mantenían una fluida correspondencia epistolar entre ellos, acudían, con sus criados y caballos, y perfectamente aderezados, a las bodas de sus deudos y demás hechos con notoriedad social, y procuraban dotarse de capillas principales en las iglesias para su enterramiento. Francisco de Montoya se hizo con una capilla en la iglesia de Villanueva de los Escuderos, donde sería enterrado tanto él como su hijo Felipe: "(Francisco de Montoya) había hecho y labrado una capilla  muy principal en la parte del Evangelio, cerca del altar mayor y de la sacristía, en medio della y del altar y en ella estaba el susodicho y su hijo Felipe enterrados y en la dicha capilla estaba el escudo de las armas de los Montoyas y los tenían dos grifos, uno de una parte y otro de otra y no se acordaba de las armas que estaban en el dicho escudo y que las armas que les parescía había unas paneras (se debían corresponder con las diez panelas conocidas de los Montoya). Otro testigo sí nos describe al detalle el escudo y las armas de los Montoya: "y encima del entierro tenía el escudo de las armas de los montoyas que eran diez corazones y un cordón de San Francisco alrrededor". ¿Cuándo incorporan los Montoya el cordón de San Francisco a su escudo?¿la acción hospitalaria de uno de los Montoya, Diego, el fundador de Pozo Amargo, está ligado al franciscanismo llegado en 1503 a San Clemente?. preguntas sin respuestas, pero que algún día quizás conozcamos. Otro símbolo de los Montoya en Villanueva de los Escuderos eran sus casas: "que començó a labrar unas casas muy grandes e principales y de cantería en el dicho lugar de Villanueva de los Escuderos, que si se acabasen parescerían casas de señor". Los Montoya gozaban de prestigio militar; un nieto de Francisco de Montoya e hijo de un tío de la familia, hermano de Felipe y llamado Pedro, había sido ayo de los pajes de don Juan de Austria y participado en la batalla de Lepanto, donde había muerto.


ACHGR. HIDALGUÍAS, 301-86-14. Pedro de Montoya, vecino de Villar del Águila. Ejecutoria de 31 de marzo de 1594

miércoles, 31 de octubre de 2018

Los Pérez de Oviedo Valdés, de La Roda y Pozo Amargo a Quintanar del Marquesado



Doña María de Ruipérez, vecina de Quintanar del Marquesado, era viuda de Diego Pérez de Oviedo, y madre de Diego Pérez de Oviedo Valdés, Hernán Pérez de Oviedo Valdés, Jerónimo Pérez de Oviedo Valdés y doña María de Montoya.  El 1 de mayo de 1585, presenta petición ante la Chancillería de Granada para hacer valer la hidalguía de sus hijos y difunto marido.

El proceso de hidalguía de los Pérez de Oviedo fue parejo a su intento de acceder a los oficios concejiles. Consiguieron ejecutoria en mayo de 1585 para que dichos oficios se partieran a mitad entre pecheros e hidalgos, justo en un momento en que solo había cuatro hidalgos en Quintanar: los propios hermanos Pérez de Oviedo y otro hidalgo llamado Hernando de Alarcón. Aprovechando esta ejecutoria favorable, uno de los hermanos, Hernán, se había hecho en 1587 con el cargo de alcalde ordinario por el estado noble, y otro hermano, Gerónimo, con el cargo de alcalde de la hermandad por el estado noble también. Los hermanos Pérez Valdes se encontraron con la oposición del concejo quintanareño, como hemos visto en otro lugar (El acceso a los oficios concejiles en Quintanar del Marquesado y Motilla del Palancar). Sus aliados en el pueblo fueron pocos. Entre ellos destaca la familia de los Simarro y de los Vara de Rey. Pascual Martínez, nieto de Ginés de Vara de Rey, defendió la hidalguía de los Pérez de Oviedo
lo abía oydo decir a otros sus mayores e más ancianos en especial a Hernán Simarro el viejo que hera difunto que pudo aber que falleció doce años y quando falleció sería de hedad de ochenta años y vecino de la dicha villa que si agora fuera vivo fuera de hedad de noventa y dos años y a Ginés de Bala de Rey, abuelo deste dicho testigo que fue vecino deste testigo y de la dicha villa y que pudo aber que falleció trece años y quando falleció sería de edad de ochenta años que si fuera vivo fuera de hedad de noventa y tres años y a otras sus personas de su hedad y de su tiempo que todos fueron personas honrradas y de muncha fee y crédito a los quales algunos años antes que falleciesen tratando en conversaciones de linajes e hidalguías decían y afirmaban aber conocido a los dichos padre y abuelo y bisabuelo de los que litigaban y que a todos los susodichos los abían tenido y tuvieron por hombres hijosdalgo notorios

El origen de los Pérez de Oviedo estaba en la villa de La Roda. De allí procedían Juan Pérez de Oviedo Valdés y su mujer María de Villanueva. Su hijo Diego Pérez de Oviedo casaría con Catalina Peralta, vecina y de familia hidalga de Vara de Rey, lugar donde estableció el matrimonio. En Pozo Amargo se establecería el hijo de Diego y Catalina, llamado también Diego Pérez de Oviedo, al casarse con María de Montoya. Hablamos de una fecha cercana a 1535. El establecimiento de los Pérez de Oviedo en Pozo Amargo debió ser coetáneo al establecimiento de los Montoya. Los testimonios de los testigos nos hablan de Pozo Amargo como un lugar poblado ya en 1520 y cómo ya el primero de los Pérez de Oviedo se dejaba ver por el lugar.

Del matrimonio de Diego y María de Montoya nacería el tercero de la saga llamado también Diego, que se establecería en Quintanar del Rey al casar hacia 1565 con citada vecina del lugar llamada María Ruipérez, procedente de una de las principales familias de Villanueva de la Jara. Del matrimonio nacerían los litigantes aquí tratados. 

La hidalguía de los Pérez de Oviedo venía del rebisabuelo de La Roda. Aunque la familia remontaba sus orígenes a Vizcaya, algunos testigos como Mateo de Arbal, hacían proceder el linaje de las Asturias de Oviedo, tal como denunciaba el apellido. Sus descendientes, asentados en Pozo Amargo, colocaron en sus casas de morada las armas familiares
y abía bisto las casas donde bibieron el padre y abuelo y bisabuelo del dicho Hernán Pérez de Oviedo y sus hermanos que litigaban donde asimismo los que litigaban bibían que era en el dicho lugar de Poço Amargo las quales eran muy antiguas porque fueron del rrebisabuelo de los que litigaban según este testigo abía oydo decir de su mismo nombre y apellido en las puertas de las quales tenían dibujadas y esculpidas sus armas por ynsinia de su nobleça que era un escudo con un león y un braço armado y un dragón y un pino y a la parte de arriba dos ángeles y una cruz... y que los susodichos en la yglesia del dicho lugar de Poço Amargo tenían una capilla y enterramiento principal
Escudo de la casa Valdés en Pozo Amargo. En el cuartel superior izquierdo se aprecian las armas de los Pérez de Oviedo. Véase las similitudes con el escudo Montenebroso de La Roda


Escudo de Montenebroso, La Roda;  con las armas de los Pérez de Oviedo
http://www.turismolaroda.com/rutas/la-ruta-de-los-escudos/

El rebisabuelo Juan había sido alcaide del castillo de Cartagena. El abuelo había participado en la jornada de Perpiñán en 1543, llamado por el emperador Carlos, aunque los hombres se habían vuelto antes de combatir. Casi tres décadas después había participado en la represión de la rebelión de la Alpujarras, como alférez mayor de la gente de a caballo, al servicio de don Rodrigo de Benavides, hermano del conde de Santisteban

La sentencia de la Chancillería de Granada, reconociendo la hidalguía de los Pérez de Oviedo, es de 4 de octubre de 1589, confirmada en grado de revista el 4 de enero de 1592. La ejecutoria de hidalguía es de 21 de marzo de 1597.


Testigos. Probanza de 1587

Juan Escribano, vecino de Vara de Rey, pechero de 77 años
Alonso de Sepúlveda el viejo, hidalgo, vecino de Vara de Rey, de 104 años
Alonso López Templado, vecino de La Roda, pechero, 70 años
Mateo de Arbal, vecino de La Roda, pechero de 80 años
Pascual Martínez, vecino de Quintanar, pechero, 61 años, nieto de Ginés de Vala de Rey, nacido hacia 1495 y fallecido hacia 1475 con 80 años.
Juan Domínguez, vecino de Quintanar, pechero de 80 años




ARCHIVO DE LA CHANCILLERÍA DE GRANADA. HIDALGUÍAS. Signatura antigua: 301-89-29. Hernán y Jerónimo Pérez de Oviedo Valdés, vecinos del Quintanar, Ejecutoria de 21 de marzo de 1597

martes, 15 de mayo de 2018

El nacimiento de Casas Benítez y el pinar de Azaraque





Martín Parreño, de cuarenta y siete años, era un labrador de la aldea de Casasimarro, perteneciente a Villanueva de la Jara, pero había abandonado este lugar para asentarse en un nuevo núcleo poblacional que ahora empezaba a formarse: Casas Benítez. Era uno de tantos lugares que empezaban a cuajar en torno a la alquería de un labrador rico o simplemente una casa aislada que aglutinaba a otras. Así surgieron algunas aldeas en el último tercio del cuatrocientos; el ejemplo se repetiría desde mediados del quinientos, en un último coletazo, roturador de la tierra, consolidándose este fenómeno a comienzos del seiscientos, cuando entró en quiebra una economía regional basada en la especialización de cultivos y se estabilizaron pueblos más pequeños con economías autárquicas o de escaso desarrollo comarcal.

El dicho Martín Parreño, labrador vezino del lugar de Cassasimarro, aldea de Uillanueua de la Xara, estante a el pressente en las cassas que llaman de Benitez en el pinar del Açaraque, término de la uilla de Uala de Rrei

Casas Benítez es un pueblo surgido a mediados del quinientos. Ni siquiera el incipiente pueblo tenía nombre. A decir de Martín, las casas que llaman de Benítez se situaban en el pinar del Açaraque. Un antiguo pinar de San Clemente, cuando Vara de Rey estaba englobada en el término de aquélla, pero ahora, y desde 1537, Vara de Rey tenía términos propios y poseía el pinar de Azaraque tras duro pleito y sentencia favorable de la Chancillería de Granada, dada hacia 1540. La vieja Vara de Rey, tras su emancipación, no tuvo el auge esperado por sus vecinos. Mientras Vara de Rey menguaba, su aldea de Sisante, comprada a golpe de tres mil ducados, crecía. No solo Sisante. En torno al lugar de la Cabezuela, Diego de Montoya, llegado de Minaya establecía casa en el lugar de Pozoamargo. El empeño de Diego Montoya y García de Buedo, crearía un nuevo núcleo en un lugar donde la tradición establecía viejos asentamientos. Ni siquiera nos referimos a la discutida ubicación de la mansio ad Puteas, sino al asentamiento de la Edad de Bronce, donde se levanta hoy la ermita de Nuestra Señora de la Cabeza o a esa otra leyenda que nos narraba el cura del pueblo muchos años después: por aquí habían pasado los Condes de Carrión, burladores de las hijas del Cid
El pueblo, que oy se llama Pozo Amargo refieren algunos de él, oieron decir a sus padres se nombró en lo primitivo Pozo Dulze, y que pasando los Condes de Carrión por él los prendieron, y preguntando estos por el sitio donde los cogieron, como les dijeren era Pozo Dulce ellos respondieron Pozo Amargo es para nosotros y desde entonces se llamó así, más no ai fundamento alguno para esto, que el dicho, se carece del libro primitivo de su erección
No ai más aguas corrientes, que una poca que sale a la falda de la referida sierra, y mirando a este lugar, y viene a parar desde su nacimiento como unos cien pasos como a rebalsarse en medio de los dos barros, que componen, y en que se divide el pueblo (1)

Pero en el siglo XVIII todavía quedaban testimonios y escrituras privadas que certificaban el nacimiento del pueblo a mediados del siglo XVI
No se tiene razón fixa de la fundación de este lugar solo se sabe por instrumentos particulares fueron sus primeros pobladores Diego de Montoia y Pedro de Montoia, Fernando de Buedo, y García de Buedo a cuyas espensas se hizo la Yglesia (la de la Santísima Trinidad), y dotó con varias alajas para el culto divino que fue bendita y consagrada por el Ylmo Sr. Don Miguel Muñoz obispo de Cuenca el año 1548.           
La afirmación del párroco del lugar ha sido certificada por el excelente trabajo de José González Sandoval Buedo, acudiendo a los documentos conservados en el archivo familiar (2). Según el autor Diego de Montoya y su mujer Catalina Alonso Palacios llegaron desde Minaya a fines del siglo XV, poco después lo haría García de Buedo, que hacia 1520 casaría con Catalina, la hija de Diego Montoya. Nosotros incluso adivinamos la presencia en los años treinta de Juan Montoya, que andaba por allí. Pero si Pozo Amargo era el solar de dos familias nobiliarias, a las que la necesidad obligó a ponerse de acuerdo; Casas Benítez era el vivo ejemplo de asentamiento nacido del hambre de tierras. No estamos ante un movimiento roturador como el de comienzos del quinientos, sino ante la desesperación de los vecinos de las grandes villas que, huyendo de la crisis urbana, buscan nuevas oportunidades en el campo.

Al igual que Martín Parreño, el labrador Francisco García de Villarrobledo, había ido hasta Casas Benítez en busca de tierras. El pinar debía presentar bastantes claros que facilitarían su roturación. Ya en 1540, los sanclementinos  habían invitado a los vecinos de la comarca a talar el pinar. Se prefería la destrucción del pinar a su entrega a los vararreyenses. La medida desalmada no consiguió acabar con el pinar, pero la idea de su preservación caló en los contemporáneos. Durante treinta años el acceso de ganados y la corta de árboles estuvo prohibida. En la dispersión poblacional de comienzos del seiscientos y el caos administrativo y gubernativo no se entendía que la ciudad (léase las grandes poblaciones del sur de Cuenca) pasara hambre. Los vecinos de San Clemente abandonaban la pequeña corte manchega tras la peste y carestía de comienzos del seiscientos; los villarrobletanos veían como los campos de trigo se abandonaban, después que la villa en una carrera desenfrenada y llevada por la avaricia se lanzarán a cultivar calveros que nada producían. Villarrobledo dejaba de cosechar trigo y San Clemente no dejaba de plantar viñas. El Consejo de Castilla avisaba: faltaban tierras para los cereales; se llamaba a cultivar las tierras incultas. Los hombres más arriesgados abandonaron las grandes poblaciones que les condenaban al hambre; comenzaron a surgir las casas, simples núcleos donde se aglomeraban las viviendas en torno a edificaciones en un principio aisladas. Los reclamos eran sencillos: la instalación de los jesuitas en torno al legado de una gran finca, caso de Casas de Fernando Alonso; los calveros abiertos en el pinar, tal Casas de los Pinos; la explotación del lugar por un gran terrateniente, así Casas de Haro o Casas Ferrer, o, sencillamente, la existencia de un foco de atracción. Tal era el caso de Casas Benítez, cercana a los molinos de la Losa. Únicamente el pinar de Azaraque limitaba las roturaciones, pero la crisis de inicios del seiscientos dio libertad para romper los montes comunes. En los treinta y cuarenta unos pueblos ahogados por la presión fiscal y la necesidad de financiar la guerra darían licencias sin fin para obtener recursos.

Pero la presencia de colonos en las casas venía de antes. Francisco García se había desplazado a Casas Benítez hacía ya treinta años, en torno a 1555. Por entonces, y tras la atroz tala de los años cuarenta de los sanclementinos, los vararreyenses habían plantado nuevas suertes de pinos donceles. La idea era hacer del pinar un bien comunal para los pobres que allí se proveían de piñas y piñones. Se prefería que los vecinos se proveyeran de madera de otros árboles. Cuando los sanclementinos iban hasta allí en busca de madera para reparar su molino del Concejo en la ribera del Júcar se les negaba tal derecho.

¿A quién debía el nombre este pueblo, nacido en medio del pinar? Nosotros apostamos por Gines Benítez, vecino de Vara de Rey, que había muerto en torno a 1570, hacía catorce o quince años con setenta años. Ginés Benítez, al igual que otro vecino de San Clemente, llamado Juan Chamocho, eran muy buenos conocedores del pinar. Para esas fechas, las Relaciones Topográficas de Felipe II nos presentan a Casas Benítez (junto a Rodenas) como un asentamiento de ocho a diez casas. Otros núcleos habían surgido, aunque con menos recorrido, tal es el caso citado de Casas de Hernando López Meneses, de otra decena de  vecinos, además del ya conocido Pozoamargo, de treinta vecinos, e otros caseríos de labradores, donde no hay concejo ni justicia ninguna por ser de poca población.

Con el villazgo de 1537, atrás quedaron los viejos derechos de San Clemente, cuando Vara de Rey era aldea suya. Un anciano Andrés González de Tébar, un hidalgo, ordenado como clérigo, recordaba sus tiempos como regidor, cuando el concejo de San Clemente daba las licencias para corta de pinos y el las firmaba. Ahora el viejo Andrés era incapaz de estampar firma alguna en papel por la gota que le inmovilizaba las manos. Juan de Montoya, hidalgo de ochenta y seis años recordaba cómo estando en Pozo Amargo, veía prendar a los vecinos de Vara de Rey, que iban hasta el pinar. La cicatería de San Clemente (o más bien protección del pinar) le llevaba a permitir un máximo de cinco piñas recogidas por vecino con licencia. Así fue desde el año 1523 hasta que se eximió en 1537. Pero luego vino la tala indiscriminada de 1540, favorecida por el concejo sanclementino antes de entregar el pinar de Azaraque a Vara de Rey en cumplimiento de la sentencia de la Chancillería de Granada. Vara de Rey procuró replantar el pinar con pinos donceles, de los que estaba prohibida la tala y cuyos aprovechamientos de piñones mitigaban las necesidades de los vecinos.

Si estamos en lo cierto, el origen del actual pueblo de Casas de Benítez reside en un doble fenómeno: la construcción de una casa por un hombre muy apegado al pinar, Ginés Benítez,  y tal vez encargado de preservar los pinos donceles plantados por los vararreyenses para restaurar un pinar talado por los sanclementinos antes de su entrega. Y la posterior consolidación, en torno a esta casa, levantada por Ginés Benítez, de un núcleo poblacional de casas erigidas por agricultores venidos de otras partes, caso de Martín Parreño desde Casasimarro o Francisco García de Villarrobledo desde Vara de Rey. Otro caso sería el de Alonso Rabadán, pero la rotura del expediente no nos permite ir más allá. Estas nuevas vecindades tenían lugar en un contexto del impulso roturador de la primera mitad del quinientos, que todavía daba sus últimos estertores a mediados de siglo. Tal vez la plaga de langosta de finales de los cuarenta actuara como revulsivo para estos hombres en el abandono de sus hogares y su afán por buscar nuevas tierras. Quizás les llevara la necesidad. Martín Parreño, en 1584, declaraba cómo de más de treinta años que se sabe acordar a estado en el dicho pinar (de Azaraque). Martín Parreño ni siquiera se defínía como morador en Casas Benítez sino como simple estante. Francisco García de Villarrobledo, de 54 años, recordaba como siendo un rapaz de catorce años, hacia 1545, pastaba con los ganados por el pinar de Azaraque, hasta que diez años después estableció su morada en Casas Benítez, que, a su decir, vivía en las casas que están en el dicho pinar, haciéndonos ver que los pinos rodeaban a estas edificaciones. Recordaba a los múltiples infractores que acababan presos en la cárcel de Vara de Rey. Posiblemente Francisco García auxiliara a Ginés Benítez en las tareas de guarda del Pinar de Azaraque y siguiera su ejemplo poniendo casa en medio de los pinos. En especial les preocupaba la salvaguarda de las suertes de pinos donceles, recién plantados. Ginés era un vecino de Vara de Rey, fallecido hacia 1569 o 1570 con setenta años.

Después de los ganados y los guardas de los pinos, llegaron los labradores. La colonización de nuevos terrenos como Pozoamargo por las familias Montoya y Buedo, sirvió de acicate para la deforestación del pinar de Azaraque y el surgimiento de Casas Benítez, pero tanto o más importancia tuvo la proximidad de los molinos en la ribera del Júcar, los de la Losa y los llamados Nuevos, y el surgimiento de importantes núcleos de población al otro lado del río.

Probanza del año 1584

Alonso Rabadán
Martín Parreño, labrador de 47 años, vecino de Casasimarro y estante en Casas de Benítez
Francisco García de Villarrobledo, vecino de Vara de Rey y morador en Casas de Benítez, 54 años
Andrés González de Tébar, clerigo del estado de los hijosdalgo, más de 80 años
Martín de Albendea, labrador de San Clemente
Juan de Montoya, hidalgo de San Clemente de 86 años
Pedro López de Tébar, labrador de San Clemente, 67 años; hijo de regidor
Pedro Juárez el viejo, 67 años, vecino de San Clemente
Julián Gómez el viejo, hidalgo, 64 años, vecino de Vara de Rey
Francisco González, labrador, vecino de Vara de Rey; hijo de Pedro Martínez Pintor, escribano de la villa de Vara de Rey, y padre de regidor
Francisco de Alarcón, hijodalgo, vecino de Vara de Rey


(1) LÓPEZ, Tomás: Diccionario Geográfico de España: Cuenca. (BNE, Mss. 7298, fols. 664 y 665)
(2) GONZÁLEZ SANDOVAL BUEDO, José: Pozo Amargo (Cuenca). Aproximación histórica. Edición del autor. 1997, pp. 69 y ss.

ARCHIVO DE LA CHANCILLERÍA DE GRANADA (AChGr). 01RACH/ CAJA 523, PIEZA 7. Probanzas del pleito entre Vara de Rey y San Clemente por corta de pinos para reparo de los molinos del Concejo. 1584

sábado, 15 de octubre de 2016

Sobre el legendario origen de Pozo Amargo

Escudo en casa Cotillas*
Pozo Amargo, antigua aldea de Vara de Rey, y que en el siglo XVIII había caído en la órbita de Sisante, es descrita por el geógrafo Tomás López como una población de doscientos vecinos. A escasa distancia del lugar se alza la ermita de Nuestra Señora de la Cabeza. Es curioso el origen del nombre de pueblo que nos ofrece Tomás López ligado a la tradición de los Condes de Carrión (los yernos del Cid que repudiaron a su hijas Sol y Elvira)

El pueblo, que oy se llama Pozo Amargo refieren algunos de él, oieron decir a sus padres se nombró en lo primitivo Pozo Dulze, y que pasando los Condes de Carrión por él los prendieron, y preguntando estos por el sitio donde los cogieron, como les dijeren era Pozo Dulce ellos respondieron Pozo Amargo es para nosotros y desde entonces se llamó así, más no ai fundamento alguno para esto, que el dicho, se carece del libro primitivo de su erección

No ai más aguas corrientes, que una poca que sale a la falda de la referida sierra, y mirando a este lugar, y viene a parar desde su nacimiento como unos cien pasos como a rebalsarse en medio de los dos barros, que componen, y en que se divide el pueblo

El caso es que Pozo Amargo se sitúa en el camino de la antigua calzada romana de Carthago Nova a Complutum, pasando, por Segóbriga, y se identifica con la antigua mansio ad Puteas. La existencia de aljibes o pozos a lo largo de este camino romano es algo conocido. El pueblo está situado a las faldas de un cerro, desde el cual se divisan Chinchilla y Peñas de San Pedro, distantes  9 y 12 leguas. La antigüedad del asentamiento de Pozo Amargo es algo sabido (la ermita de Nuestra Señora de la Cabeza está levantada sobre un asentamiento de la Edad de Bronce), aunque Tomás López nos da el nombre de sus fundadores en época más reciente, sin dar fechas concretas

No se tiene razón fixa de la fundación de este lugar solo se sabe por instrumentos particulares fueron sus primeros pobladores Diego de Montoia y Pedro de Montoia, Fernando de Buedo, y García de Buedo a cuyas espensas se hizo la Yglesia (la de la Santísima Trinidad), y dotó con varias alajas para el culto divino que fue bendita y consagrada por el Ylmo Sr. Don Miguel Muñoz obispo de Cuenca el año 1548.                               

Ha habido en él muchas familias nobles. Los Lomas, Varas(?), Gualdas, Buedos, Montoias, Córdobas, Meneses, Villanuevas, (Viz)carras, Resas, Torres, Valdeses, y paran sus executorias en este lugar y de esta última de los Valdeses, fue descendiente el Sr. Don Diego Valdés, consejero que fue de Yndias, natural de este lugar

Muchos de estos linajes los vemos citados en las Relaciones Topográficas de Felipe II, en las respuestas de Vara de Rey, y participarán en la vida de San Clemente durante los siglos XVI y XVII




LÓPEZ, Tomás: Diccionario Geográfico de España: Cuenca. (BNE, Mss. 7298, fols. 664 y 665)

*Imagen:
 http://elpaisquenuncaseacaba.blogspot.com.es/2014/04/pozoamargo-una-parada-dulce-abril-de.html

sábado, 20 de febrero de 2016

Don Rodrigo de Ortega: la usurpación como origen de la riqueza familiar (III)

Pozoamargo
Las tierras obtenidas por Rodrigo de Ortega en la almoneda de junio de 1613 a costa de Martín de Buedo alcanzarán un valor en el remate de 2400 ducados; prácticamente, la mitad de su valor real. Buedo Gomendio se reservaba la posibilidad de recuperar esas tierras si saldaba su deuda en el plazo de dos años. No obstante, Rodrigo Ortega no parecía muy dispuesto a ceder su nueva adquisición, cuya superficie había incrementado moviendo en su favor los mojones con las tierras colindantes que aún conservaba el tesorero. Es más solicitará a la justicia de San Clemente, que se la dará en 1614, la posesión y plena propiedad de esas tierras, convirtiendo una garantía o derecho de ocupación temporal en definitivo. Negándose a cualquier trato con el tesorero dispuesto a pagar el valor de las tierras en el remate:

...el dicho Rodrigo de Hortega contrabiniendo a el dicho trato y callando la verdad dél pidió posesión de las dichas tierras ante la justicia de la dicha villa de San Clemente y se le dio despoxando a mi parte de la que se tenía por estar yndefenso y en la cárcel y ser la parte contraria persona poderosa y demás del dicho despoxo cobró  de mi parte más de trecientas fanegas de trigo y cebada de las rentas de la dicha heredad los dichos años...

Pero para 1620, Rodrigo Ortega ya tenía muy consolidado su poder y es hombre protegido en la misma Corte, donde el Consejo de Hacienda solicitará a la Chancillería de Granada, que se inhiba del caso y le remita los autos, los cuales serán enviados a Madrid el 15 de junio de 1620. Martin Buedo, vecino de Vara del Rey, se sentirá  a partir de ese momento más preocupado por su propia seguridad que por su hacienda, pidiendo amparo ante el rey para evitar las represalias de Rodrigo de Ortega, en cuyas manos está la justicia ordinaria del pueblo que es vecino.

El valor de las tierras adquiridas por don Rodrigo y su ubicación se puede ver en la transcripción del siguiente memorial presentado por Martín Buedo. Como hecho a destacar, estas mismas tierras en algunos casos procedían de tierras comunales, objeto de rapiña por los poderosos. El total de tierras que pasaban de las manos de Martín de  Buedo a Rodrigo de Ortega ascendía a más de 1600 almudes; vía expolio la cantidad duplicaba la adjudicada en venta judicial. Sobre este patrimonio, don Rodrigo Ortega y su mujer Ana Rosillo Gabaldón fundarían el mayorazgo, que heredarían los marqueses de Valdeguerrero.

Memoria de la eredad y aças que don rodrigo de ortega tiene de mi martín de buedo es la siguiente-

-primeramente quinientos almudes de tierras trigales y cebadales donde dicen la calabera y rubiales que es y están en la oya la cierba y en sancha que son tierras que se adeesaron por pleyto sean desecho y por concierto se desicieron que la villa de vala de rey y roda y san clemente y doña ana ortiz truxeron en raçón que se desiciesen, el tal pleito se trató en esta corte que pasa ante Gaspar del adarbe escribano de cámara della como co(n)stará por el dicho pleito los cuales están un pedaço alinde de aças de erederos de diego de montoya espinosa y el camino de san clemente que ba al molino y otro pedaço alinde del dicho don rodrigo de ortega y al mismo camino y otro pedaço en la boca los rubiales xunto a las biñas.
-más otro pedaço de ciento y beynte almudes de tierras trigales a do dicen los olmillos alinde de rodrigo de ángulo y a una parte y otra de camino de poçoamargo que ba por la sierra y biñuelas
-más otros cincuenta almudes a la mano dizquierda del dicho camino de poçoamargo a la mano dizquierda dél
-más a do dicen el poço de xinés de andúxar treynta almudes alinde de Fernando de gabaldón y el camino de la cañada el abad  a la mano derecha como se ba a ella
-más diez almudes camino de san clemente alinde de madrigal y del camino dicho trigales
-más camino del orado blanco beynte almudes trigales alinde de los erederos de ortega de angulo
-más en los seros beynte almudes trigales y cebadales alinde de fernando díaz y don rodrigo de ortega
-más seys almudes de cebadal con una era a do dicen la era de francisco de alarcón alinde del camino que ba a la naba
-más seys almudes de cebadal a do dicen el rebentón alinde del camino que ba a la cañada sisante digo ocho almudes
-más cincuenta y seys almudes de cebadales en seys pedaços en la bega de bala de rei
-más a do dicen el corral de gonçales doce almudes de cebadal
-más camino de rus en dos pedaços quince almudes de cebadales
-más otros seys almudes con una era do dicen la era de diego de buedo
-más otros beynte almudes de cebadales a do dicen los corrales de madrigal
-más diez almudes camino de rus trigales
-más otros doce almudes camino de minaya trigales
-más los ciento y tres almudes de alonso de xabega en cuatro pedaços
-más treynta almudes en texarexos alinde de pedro de buedo y el camino de texarexos
-más diez almudes en do dicen el nacimiento del agua en la naba alinde del dicho rodrigo de ortega
-más beynte y cinco almudes en claro de en medio alinde del dicho don rodrigo trigales
-más otros beynte almudes en claro de la güerta alinde de erederos de pedro lópez
-más otros beynte almudes trigales a do dicen la royça
-más deciséis almudes a do dicen el gilillo alinde de fernando de gabaldón
-más ochenta almudes de trigales en el prado de las forcas alinde de don rodrigo de ortega
-más cinquenta almudes donde dicen los pedregales a una parte y otra del campo de texarexos
-más trecientos almudes donde dicen la oya perona cebadales en una aça que era de mi padre y otra de la de felipe balero y otra de la de lionardo de cuéllar y otro de mari de xabega y otro de fernán saiz y otro de encima las penas y otro de francisco royz con una era xunto a ellos
-más en el portillexo beynte almudes trigales xunto al camino del cañabate
-más otros beynte almudes donde dicen el corral de fernando de sebilla que eran de fernán sayz
-más a do dicen el pago beynte almudes de cebadal en dos pedaços
-más encima el pago treynta almudes de cebadales que eran de mi padre y francisco de alarcón
-más otros treynta almudes de cebadal en la oya perona que eran de alonso ximénez alinde de madrigal
-más otro cebadal de cuatro almudes en la cuesta escurridera
-más un cercado de cuatro almudes de cebadal en medio el lugar
                                                              martín de buedo gomendio (rúbrica)


ARCHIVO DE LA CHANCILLERÍA DE GRANADA (AChGr). 01RACH/ Caja 2854, pieza 6. Martín de Buedo Gomendio contra Rodrigo Ortega sobre propiedad de tierras en Cañada del Abad. 1620, fols. 12 y 13

domingo, 10 de enero de 2016

Noticias sobre los Araque de San Clemente

En dicha villa de San Clemente en siete días de dicho mes y año (junio de 1692) abiendo examinado los ocho testigos... cesar en el examen de testigos por aora y pasar a uer los libros de la parrochial de Santiago de esta villa en busca de don Andrés de Abilés y Moia teniente maior de dicha parrochial y abiendo allado en ella le pedimos nos manifestase los libros de baptismos velados y difuntos y luego nos entró en el archiuo de dicha yglesia que está a los pies de la yglesia y de un estante de entre otros libros nos exiuió uno de baptizado de a folio cubierto de pergamino foliado de 392 folios que la primera empieza qon quatro desde baptismo celebrada la tercera en 10 de julio de 1557 años y la última foja acaba con otra partida de baptismo celebrada en 22 días de diciembre de 92 y al folio 185 buelta ay una partida que lo que se le dice así por estar borrado el nombre

(al margen) fee de baptismo de don juan de araque abuelo materno del pretendiente en 27 de setiembre de 1588
Margen, Juan= en veinte y seis días del mes de setiembre (que según el guarismo de encima de la partida fue del año del 1588) bapticé yo francisco la serna un hijo de Juan de Araque y su mujer doña ynés (según lo que parece) fue su compadre de pila diego de caballón púsele por nombre Juan, testigos Martín de buedo y Alonso de Araque y lo firme= francisco de la serna

El libro de bautismo fue entregado por el teniente de cura a los pesquisidores del Consejo de Órdenes, que lo llevaron a dicho Consejo. Acusando recibo de la entrega, era normal su devolución al archivo originario. En este caso, las dudas venían por los borrones que la partida de bautismo presentaba. Hoy sabemos que este libro ha desaparecido del archivo parroquial, que sólo conserva registros desde 1687. Pero, no podemos pasar del estado de las conjeturas sobre la autenticidad de este libro, pues la informaciones que tenemos sobre estos libros son contradictorias. Cuando se buscó la partida de Antonio de Oma unos años antes en 1672, con motivo del expediente de su nieto Eugenio de Oma, el párroco de San Clemente alegó que este mismo libro, ¿o quizás el inmediatamente anterior?, había desaparecido por la inundación de 1600 del río Rus a su paso por el barrio de Roma y anegar la casa del teniente de cura que lo custodiaba. Por el expediente de pruebas del hábito de Santiago de don Francisco de los Herreros y López de 1666, sabemos que desaparecieron los libros de bautismos anteriores a 1572. (Testimonios encontrados más recientemente hablan del año 1589 como fecha de la avenida del río Rus)

(al margen) diligencias con los escribanos de la villa de San Clemente para buscar algunos ynstrumentos en quanto a la legitimación del abuelo materno del pretendiente)
en dicha villa de San Clemente en dicho día mes y año en continuazión de nuestras diligencias pasamos al oficio de pedro Sánchez y abiéndole allado en él requerimos como escribano real y del ayuntamiento de esta villa nos manifestase los protocolos y registros de su dicho oficio lo qual yço y abiendo visto sus papeles y escrituras y no abiendo allado los testamentos de Juan de Araque y doña Ynes de Buedo bisabuelos maternos del pretendiente le requerimos nos declarase si tenía noticia donde los toparíamos a que respondió no sauerlo ni noticia donde los allaría más que lo que podía acer era acompañarnos para uer otros oficios de escribanos y en asistencia suia vimos y registramos los oficios de Manuel Chicano, Phelipe Antonio, Joseph Pedro y Juan Muñoz y de Antonio de Ábalos, y no abiendo allado dichos testamentos ni otros ynstrumentos concernientes a mayor justificación de la legitimidad de don Juan de Araque abuelo materno del pretendiente en birtud de nuestra petición dada a don felix ortega alcalde de la hermandad requerimos a dicho Pedro Sánchez escribano público y del aiuntamiento y Alonso de ogea nos manifestasen los libros de elecciones de alcalde de la hermandad en quia ejecución dicho Pedro Sánchez de Villamayor nos llevó a la yglesia del señor Santiago a la capilla que llaman de pallarés junto a la pila del baptismo y en un quarto encima de dicha capilla de una alacena con su puerta embeuida en la pared de entre otros quadernos nos exiuió uno de elecciones de la bara de la hermandad por el estado de los hijosdalgo, foliado en 133 folios escrito en papel sellado por testimonio de diferentes escribanos desde el año de 1637 asta de 1692 y al folio 23

(al margen) don Juan de Araque Buedo abuelo materno del pretendiente elector para alcalde de la hermandad por el estado noble año 1646
se alla don Juan de Araque Buedo por elector de alcalde de la hermandad por el estado de los hijosdalgo

(al margen) eleto para una llabe del archibo el dicho como ijodalgo año de 1646
y a la buelta de dicho folio se alla la entrega de una llabe del archibo a dicho don Juan de Araque buedo, en 10 de octubre de 1646

(al margen) don Juan de Araque Buedo elector de alcalde de la hermandad por el estado noble año 1647
y en dicho libro al folio 26 se alla la elección de alcalde de la hermandad por el estado de hijosdalgo se alla el dicho don Juan de Araque Buedo como uno de los electores para dicha elección el año de 1647 el día 29 de setiembre

...pasamos en compañía de dichos escribanos de aiuntamento en birtud de nuestra petición a la villa presentada, a las casas del aiuntamiento que están en la plaza a uer los libros de dicho aiuntamiento  secreto que está en su sala de dichas casa(s) en un arca de tres llabes que dichos escribanos abrieron y de entre otros libros nos exiuieron uno qubierto de pergamino mal tratado escrito en papel de marca maior sin foliar de elecciones y aquerdos y al folio 68 contadas en una elección que se celebró en 29 de setiembre de 1587
(al margen) ernando de araque Montoia tercer abuelo materno del prtendiente propuesto para alcalde ordinario de el estado noble de 1587, el mismo año del 1588
se alla propuesto por alcalde ordinario por el estado noble Hernando de Araque Montoia= y al folio de dicho libro 111 buelta en otra elección que se iço el año de 1588 el día 29 de setiembre se alla propuesto para alcalde ordinario del estado noble Fernando de Araque= y al folio 145 de dicho libro se alla una elección e otra de oficios y justicia en 29 de setiembre de 1589 y en ella propuesto para alcalde ordinario por el estado noble Hernando de Araque Montoia


AHN. ÓRDENES MILITARES. CABALLEROS DE SANTIAGO, Exp. 8425. Diego de Valdés y Araque, vecino de Pozo Amargo. 1692, fols. 33 y 34

viernes, 8 de enero de 2016

Los oficios de regidores de Vara de Rey: ¿hidalgos frente a pecheros o el bien común al servicio de los ricos? (1574)

El 16 de junio de 1574 el gobernador del marquesado de Villena, licenciado Santotis, por entonces en Albacete, recibe la visita de Juan Lucas, vecino de Vara del Rey, provisto de una cédula real, pide para él y para su convecino Felipe Valero se les concedan dos oficios de regidores que han de ser acrecentados en su pueblo. Ese mismo día, y poco después, se presentó también ante el gobernador y con la misma real cédula, un hidalgo de Vara del Rey, que tenía casa en una aldea de esa villa, Pozo Amargo, llamado Álvaro de Montoya; su petición, no declarada en el expediente que analizamos, era que no se debían acrecentar los dos oficios de regidores sin una información de testigos previa, pues se consideraba que la entrada de dos nuevos regidores pecheros rompía el equilibrio entre el estado de los pecheros o, como se decía, labradores, y el estado de los hidalgos. Tanto Juan Lucas como Álvaro de Montoya presentarían testigos para defender sus opuestos puntos de vista.

Para hacer esa información de testigos el licenciado Santotis, acompañado del escribano de comisiones y órdenes del marquesado, Francisco Rodríguez de Garnica, se desplazó a Vara del Rey el día 22 de junio de 1574. Allí escucharía las opiniones divididas de labradores e hidalgos sobre el proceder de la provisión de oficios. Vara de Rey contaba con alrededor de quinientos cincuenta vecinos, distribuidos según uno de sus vecinos, entre los trescientos cincuenta de Vara de Rey, y los doscientos de sus aldeas y tierra, Sisante y Pozo Amargo. Añadía que había alrededor de sesenta o setenta casas de hidalgos. Otros testimonios rebajaban la cifra a cuarenta o cincuenta, pero el vecino Juan Escribano, antiguo alcalde, elevaba la cifra a ochenta o noventa, haciéndola coincidir con las de las Relaciones Topográficas de dos años después (1).

Los testigos presentados por Juan Lucas, pertenecientes al estado de los labradores, fueron Garci Fernández, Juan López, escribano del ayuntamiento, Alonso López de la Plaza y Pedro Rodríguez escribano de la villa. Todos ellos reconocían que la villa de Vara del Rey contaba con once regidores, de los que tres de ellos desempeñaban además los oficios de depositario, alférez y fiel ejecutor. De los once regidores, siete estaban en manos de los labradores y cuatro en poder de los hidalgos. ¿Por qué razón se había roto el equilibrio a favor de los pecheros? Según los testigos, porque los hidalgos acuciados por la necesidad o llevados por el afán de lucro habían vendido tres de sus oficios a los labradores:

       e que la causa porque los hijosdalgo dieron los dichos tres oficios a los dichos labradores fue porque les dieron por ellos más cantidad de dineros que les habían costado

De hecho los hidalgos Diego Pérez de Oviedo y Diego Montoya de Espinosa habían vendido sus oficios de regidores por 216 ducados. El primero lo había comprado a la Corona por 60.000 maravedíes, unos 160 ducados, y el segundo lo tenía por venta de su propietario, el también hidalgo Martín de Buedo. El otro hidalgo que había vendido su oficio a un labrador había sido Martín de Villamediana, que a su vez lo había comprado a Juan de Porras por doscientos ducados para revenderlo por 240 ducados. No cabe duda, que en este mercadeo de oficios participaban todos, independientemente de su condición hidalga o pechera. Garci Fernández no dudaba en poner precio al oficio de regidor en ese momento, doscientos veinte ducados.

No siempre había sido así. La venta de regidurías perpetuas, que oscilaban en un principio entre 80 y 100 ducados, había roto el equilibrio entre los dos estados a favor de los primeros compradores, hijosdalgo. Pero hemos de suponer que la crisis generada por la guerra de los moriscos de Granada hizo especialmente mella en algunas familias hidalgas que cedieron el poder municipal a los labradores (entiéndase también ganaderos enriquecidos). Los citados Diego Pérez de Oviedo, Diego Montoya Espinosa y Martín de Villamediana vendieron sus oficios a los labradores Rodrigo López, Garci Fernández el viejo y Juan Escribano. Una renuncia, añadían los testigos del bando de los labradores, guiada por un interés puramente crematístico en el contexto de unas excelentes relaciones de vecindad entre todos los vecinos, hidalgos o pecheros, donde no había lugar para pasiones o bandos; tan sólo diferencias de opiniones. Aunque se reconocía que ambos estados aspiraban a tener el mayor número de regidores. No debería haber inconveniente, se añadía,  en que se acrecentaran dos oficios en manos de los mencionados Juan Lucas y Felipe Valero, por ser personas honrradas e rricas e de buen zelo.

Pero no era ese el parecer de los hijosdalgo de Vara de Rey. La presentación de testigos correspondió a Álvaro de Montoya, que pidió se agregaran a las preguntas de la información del gobernador otras propias del estado de los hijosdalgo y que denunciaban el malestar de los hijosdalgo:

si saben que en esta villa Su Magestad tiene hecho merçed y probeído de ocho rregidores perpetuos los quales son seis pecheros e dos hijosdalgos e tres ofiçios con boto que es alférez depositario e fiel executor e de estos tres no goza más que el uno de hijodalgo e que los diez botos de estos honçe son de una opinión sólo uno ay en contra y se elijen los ofiçios por botos hechan los alcaldes y alguaçil de su mesma opinión  e bando desta causa compran los ofiçios con los propios de conçejo e soliçitan sus negocios  a costa de la villa la qual tienen tiraniçada y se comen las dehesas e cotos puniendo todos los ofiçiales de su mano y quieren tomar los ofiçios para que no aya quien le baya a la mano
Yten si saben que de que los hijosdalgo an tenido mano en la rrepública a sido más bien rregida e gouernada que tenyendo la opinión sola de los labradores como de presente la tienen
Yten si saben que de tres ofiçios dalgo an bendido a pecheros solo uno se ubo por merçed de su magestad que fue diego pérez el qual rregimiento hera de los propios labradores por quellos se obligaron a la paga y así se lo bolbió e no lo quiso dar a hombre hijodalgo, el otro que bendió billamediana hera de diego de porras hombre pechero y el dicho villamediana lo dio de henojado de ber que no serbía más que de testigo abiendo tratado que se tratase cosa que conbenía a la rrepublica e no se hizo y hecha la rrenunçiaçión luego otro día la rrebocó y se litigó en consejo rreal e se mando colar

La realidad política que nos mostraba Álvaro de Montoya no era de disputas entre hidalgos y labradores, sino de una minoría de ricos que dominaba la vida local mas allá de su sangre, diez votos contra uno, donde alguno de los regidores hidalgos eran simples hombres de paja al servicio de esta oligarquía. Una oligarquía con suficiente poder como para provocar la renuncia de uno de los regidores, Martín de Villamediana, un hombre bien yntençionado e uno de los mejores rrepublicanos e que más benefyçio hazía a esta villa .

Las preguntas, afirmaciones de hecho, fueron ratificadas por varios testigos del estado de los hidalgos, Francisco de Alarcón, Blas Díaz Meneses y Hernando Collado Gabaldón, y un pechero Juan Escribano (tío de uno de los regidores del mismo nombre). Los labradores habían aportado el dinero para que Diego Pérez de Oviedo comprara su oficio de regidor, condicionado a su traspaso. La operación era aún mas enrevesada, pues otro hidalgo del pueblo, Martín de Buedo, había prestado el dinero previamente con un censo que obligaba a los labradores. Así, una operación que aparentemente beneficiaba a los labradores, escondía el papel dominante de un hidalgo en la sombra:

e para ello tomaron los dichos labradores el dinero a zenso de martín de buedo e de su suegra mujer que fue de juan collado e dello hizieron escritura de censo por manera que aunque tenya en su cabeça el ofiçio de rregidor se entendió por esta villa no ser suyo sino comprado por los dichos labradores

Más esclarecedor era el caso de Martín Villamediana. Había comprado el oficio por traspaso de su propietario, un pechero llamado Juan Porras. No hay que dudar de la limpieza de la operación y de que este hombre tuviera sus ambiciones por hacerse un lugar en la vida política de su pueblo, pero enseguida chocaría con una oligarquía cerrada que no veía bien la incorporación de nuevos miembros:

y el dicho villamediana biéndose con el ofiçio e que hera la menor parte e que en nynguna de las cosas que proponía aunque fuese muy justo no salía con ello por ser los otros mayor parte

Vanos serían sus intentos de recuperar el oficio ante el Consejo Real. La preponderancia de esta oligarquía en Vara del Rey, donde la división entre pecheros e hidalgos había mutado en la marginación de un grupo de hidalgos locales que había perdido su poder en mano de unos afortunados por la coyuntura económica, entre los que había labradores, pero también hidalgos como Martín de Buedo. La renuncia del otro hidalgo Diego de Montoya Espinosa, motivada por el matrimonio de su hermano, que le había traspasado el oficio, en El Bonillo, más allá de las conveniencias, se presentaba como la salida de un miembro de esa minoría perdedora que buscaba la fortuna en otros lugares.


El desequilibrio del poder a favor de la nueva minoría tenía su traducción en la elección de oficios de cargos añales al servicio de los intereses de un nuevo grupo social, que en el lenguaje de la época, se llamaba el de los ricos. Curiosamente en el caso de Vara del Rey eran los hidalgos marginados los que defendía el bien común y el interés general de la república, revalorizando los viejos tiempos frente a estos otros nuevos en los que esa minoría de ricos confundía su interés privado con el público,

es cosa pública que con el dinero e caudal del alhorí compran los ofiçios e soliçitan sus negoçios enbiando personas con poca ocasión a seguir negoçios de la villa e a costa de propios para hazerlos suyos e se comen con sus ganados las dehesas públicamente e binas de vezinos todo por tener la justiçia hechada de su mano de tal manera que tienen esta villa arrobinada e destruida

Entre los testigos a favor de los hidalgos se encontraba el de Juan Escribano, tío de uno de los actuales regidores labradores. A diferencia de su sobrino, Juan añoraba los viejos tiempos en que la república se encontraba bien gobernada. La defensa de lo tradicional no sólo era cosa de hidalgos. Una muestra más de lo que habían cambiado los tiempos; una sociedad muy dinámica había roto los viejos consensos sociales y el orden tradicional. El interés privado se había impuesto al bien común. La ruptura del mundo de la tradición y lo viejo, que se añoraba como antigua edad de oro, había traído la injusticia y el desgobierno:

porque al tiempo que los dichos hijosdalgo tenían la mayor parte de los oficios e heran iguales abía más quenta con el alhorí e propios del concejo y era mejor rregida e gouernada esta villa e menos fatigados los veçinos porque este testigo fue alcalde en aquel tiempo e lo bido ser ansy e después que los dichos labradores cargaron e quedaron con la mayor parte de los ofyçios no está esta villa bien gouernada ny ay tab buena horden en el alhorí del pan ny en las cosas de la républica e que todos están a un bando e los labradores elijen de su mano la justicia hordinaria a quien quieren e se comen las dehesas panes y lo más públicamente e lo destruyen syn que aya justiçia que los castigue ny guardas que los osen prendar y por ser todos puestos por su mano y estar aunados e que por esta causa comberná ygualar los ofiçios porque obiese personas que contradixesen lo mal hecho e para que saliesen alcaldes que que executasen los daños que hazen e tubiesen quenta con el alhorí del pan e que de acreçentarse ofiçios de hijosdalgo por ygualarse con los labradores no bienen daños ny ynconbenyentes antes prouecho

Tras los testimonios de los bandos enfrentados vinieron los de aquellos vecinos que mostraban una mayor independencia de juicio. Sólo uno de ellos, el licenciado Torres, clérigo, teólogo y predicador de la villa, apostaría por acrecentar los oficios pedidos por Juan Lucas y Felipe Valero. La siguiente declaración fue del labrador Pedro de Jábaga. Su declaración nos ofrecía una visión diferente a las anteriores, pues defendía la vuelta a la tradicional elección anual de regidores por suertes, considerando dañoso para la república el establecimiento de regidores perpetuos:

que conberná que no ubiese ningunos rregidores perpetuos sino que se tornasen añales e que los vecinos desta villa pagasen el ynterés e de lo que les costó e que se rrescatasen e questo le paresçe e no acrecentar

El testimonio de Pedro de Jábaga, vino apoyado y corroborado por Hernán Sanz Herrero, vecino e regidor del lugar de Sisante, que, además de devolver el cargo de regidor a su duración anual, abogaba por igualar a la mitad los oficios entre labradores e hidalgos. Francisco de Aranda, labrador, era del mismo parecer

conbiene al bien de la rrepública e quietud e buen gobierno que los que ay su magestad los mandase quitar e tornar a ser añales como antes estaban porque quando heran añales esta villa estaba bien gobernada e bien rreparada e después que su magestad perpetuó está esta villa perdida e llena de rrencores e parçialidades sobre estos ofiçios e sobre quien sea la mayor parte e sobre las baras de alcaldes... e que la costa de quitarlos (los regidores perpetuos) fuese rrepartido entre ellos veçinos de la dicha villa y este testigo aunque pobre daría quatro ducados porque se juntasen

El malestar en el común de los vecinos era generalizado  contra las regidurías perpetuas. Los hidalgos habían intentado sacar partido de ese malestar en provecho propio, pero se habían visto desbordados por las quejas del común. El gobernador Santotis no podía permanecer ajeno a la realidad. Por eso el memorial que envío desde San Clemente al Consejo Real el 25 de junio de 1574 no ocultó el malestar, pero desde la ambigüedad defendió un difícil equilibrio de los intereses enfrentados en la justificación del memorial para hábilmente decantarse por el acrecentamiento de los dos oficios a favor de los peticionarios. Al fin y al cabo estaban dispuestos a pagar 240 ducados cada uno y había que elegir entre el bien común de la república y el interés financiero de la Corona.

                                                  Católica Real Magestad

Por vuestra magestad fue mandado que en la villa de bala de rrey deste vuestro marquesado vbiese ynformación si conbenía acreçentar çiertos rregimientos que pidieron çiertos veçinos de la dicha villa del estado de los pecheros o si conbenía ygualar los ofiçios entre los dos estadosde hijosdalgo y labradres yo la  hiçe llamadas las partes a quien tocaba e por ella paresçe que la dicha villa y su tierra tendrá quinientos veçinos y que en ella ay honçe rregimientos que para pueblo de tan poca beçindad es sufiçiente número y el común e vecinos della dizen que no sólo no conbendría aceçentar rregimientos más que conbiene quitar los que ay y que ellos de muy buena boluntad pagarán la cantidad con que sirbieron a vuestra magestad las personas que los tienen e tornasen a ser añales como antes heran por la diferençia que hallan en el gobierno de la rrepública del tiempo que eran añales a como son de presente y pareçe que destos honçe rregimientos tubieron el estado de los hijosdalgo los siete que heran la mayor parte y que tres de los hijosdalgo los siete que hera la mayor parte y que tres de los hijosdalgo bendieron los tres ofiçios a el estado de los pecheros por mucha más cantidad del preçio con que abiendo serbido a vuestra magestad e agora el estado de los hijosdalgo pide que en caso que vuestra magestad quiera acreçentar algunos rregimientos se les a de dar a ellos para ygualarse con los pecheros como esto constará a vuestra magestad por estas ynformaçiones fechas por las partes dentramos estados y de mi ofiçio mi pareçer es que si vuestra magestad fuere serbida de açer merçed de acreçentar más rregimientos aunque dello no ay necesidad por aber número bastante mandase ygualar al estado de los hijosdalgo con los que tienen los pecheros i tanto a los unos como a los otros porque estando de por medio la villa estará más bien gobernada y las personas que del estado de los pecheros piden los ofiçios declarados en vuestra rreales çedulas son hombres bastantes y de las calidades que deben tener para el gobierno de aquella rrepública y si vuestra merçed ubiere de haçer merçed de se les dar le podrán serbir por cada ofiçio con doçientos e quarenta ducados porque a este presçio se an bendido entre ellos e mandar proveer lo que más conbenga a vuestro rreal serbiçio nuestro señor la católica y rreal persona de vuestra magestad conserbe en su santo serbiçio con aumento demás rreynos como los criados de vuestra magestad deseamos de san clemente de vuesro marquesado de Villena a los beynte e çinco de junio de mill e quinientos e setenta e quatro años
                                                            c. r.m.
de v. mgt. su muy humilde criado que sus rreales pies y manos besa
                             el liçençiado Martínez santotis (rúbrica)

Las Relaciones Topográficas de Felipe II nos muestran apenas dos años después un regimiento en el que ha entrado Felipe Valero, aunque no Juan Lucas,o al menos no está presente (2); la venta de regidurías perpetuas se ha consumado como práctica generalizada, al igual que la patrimonialización de los oficios en manos de unas pocas familias. El viejo orden tradicional de elección por suertes enterrado y el siempre difícil equilibrio en la posesión de cargos entre labradores e hidalgos roto en favor del gobierno de los ricos. Estos, pecheros o hidalgos, pronto se igualarán con el ennoblecimiento de los primeros.

(1) en esta villa y arrabales hay ochenta casas de hijosdalgo, que se llaman Montoyas, Buedos, Cuéllares, Díaz, Oviedos, Alfonsos, Angulos, Gabaldones, Alarcones, Güetes, Meneses, Gómez de la Serna, Pachecos, Hurtados, Resas, Sepúlvedas, Palacios, Rosillos, Lesundis, Remírez, Peraltas, Graneros,...
ZARCO CUEVAS, Julián: Relaciones de pueblos del Obispado de Cuenca, Diputación Provincial de Cuenca, 1983 (Edición de Dimas Pérez Ramírez), pág. 155.

(2) El 20 de diciembre de 1575, la composición del ayuntamiento, tal como aparece en las Relaciones Topográficas es la siguiente: Leonardo de Cuéllar y García Hernández, alcaldes ordinarios, Pedro Ruiz de Alarcón, alférez mayor, Diego de Buedo, Gonzalo de Xábega, García Hernández el mayor, Rodrigo López, Felipe Valero, Ortega de Angulo, fiel ejecutor, Alonso de Andújar, el capitán Martín Alfonso de Buedo (que a partir de 1580 nos aparece como tesorero de rentas reales del marquesado de Villena), todos ellos regidores perpetuos de la villa, Alfonso Montoya de Abengoza, alguacil mayor. No obstante los oficios se habían acrecentado en cuatro más en el corto espacio de año y medio, como recoge la respuesta 44: que hay en esta villa dos alcaldes ordinarios y un alguacil mayor y un alférez, e diez regidores y dos fieles executores e un depositario general, perpetuos ZARCO CUEVAS, J. op, cit, pág. 155

FUENTE

AGS. EXPEDIENTES DE HACIENDA, Leg. 210, fol. 7. Información del licenciado Santotis, gobernador del Marquesado de Villena, sobre acrecentar oficios de regidores en Vara del Rey. 1574






jueves, 15 de octubre de 2015

El tercio de 800 hidalgos del conde de Priego, levantado en la provincia de Cuenca en 1646 (II)

Los ochocientos hidalgos reclutados habrían de ser llevados por el conde de Priego hasta la plaza de Fraga. El reclutamiento estaría bajo el control directo de José González, de los consejos de Cámara y de Castilla, que, a su vez, coordinaría la correspondencia mantenida con el conde de Priego y otros superintendentes, para su comunicación al conde de Castrillo.
La supervisión y control de la acción del conde de Priego correspondía al Consejo de Castilla, pero la jurisdicción delegada era del Consejo de Guerra. De hecho, su secretario, Fernando Ruiz de Contreras, era quien refrendaba la cédula real de nombramiento del conde de Priego y también la instrucción secreta que le acompañaba.
En la mencionada instrucción se ampliaba el territorio de reclutamiento al resto de la Mancha, se recordaba la formación de dicho tercio por los medios más suaves y el carácter personal de la misión confiada al conde de Priego. Es decir, la misión se debía ejecutar por su persona sin delegarlo en otras, se le confería la potestad regia de nombrar capitanes para la formación de compañías, dotándole de patentes en blanco, y sobre todo una jurisdicción privativa en su misión, a la que estaban sometidos el resto de oficios públicos,