El corregimiento de las diecisiete villas (fotografía: Jesús Pinedo)


Imagen del poder municipal

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EL CORREGIMIENTO DE LAS DIECISIETE VILLAS EN LA EDAD MODERNA (foto: Jesús Pinedo)
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sábado, 2 de enero de 2016

La feria del 14 de septiembre en San Clemente: centro de negocios de la comarca

Pieter Aertsen. Mercado. 1550. Pinacoteca Munich
Don Juan Gregorio Santos, cura de la parroquial de Santiago, iglesia mayor de San Clemente, e inquisidor de la ciudad de Cuenca, es a mediados del siglo XVII, en un nuevo contexto histórico de decadencia, una figura similar a lo que representó en el umbral del cambio de siglo el doctor Cristóbal de Tébar. Sin alcanzar la talla de éste último, la figura de don Juan Gregorio Santos, aparte de su misión pastoral, nos ha llegado a nuestro conocimiento por sus negocios. Un análisis de los protocolos notariales en el futuro nos ampliará la información de este hombre que a su preeminencia espiritual en la villa unía una posición privilegiada como recolector de las tercias reales de la villa (y en esto, no parece que contara con la oposición de la villa que sufrió el doctor Tébar en años de escasez) y sus propios negocios ligados a la ganadería y venta de lana.

Los primeros datos de sus negocios laneros en el Archivo de San Clemente datan de 1637, con sendas operaciones de venta a un vecino de Vara de Rey y a uno de los primeros moradores de Casas de Fernando Alonso, un tal Lorenzo de Andújar. Citamos en especial esta última venta porque ese año de 1637 aparecen los primeros moradores de Fernando Alonso realizando transacciones económicas. Que la aldea de Casas de Fernando Alonso se desarrolló en sus comienzos en torno a la actividad de los jesuitas poseedores de la finca de las Cruces es algo constatado. Ese mismo año tenemos otra escritura de obligación de compra de cebada y trigo por otro morador de esa aldea, Hernán Sánchez, a favor de Mateo Muñoz, rector del colegio de la Compañía de Jesús.

Pero nos interesa aquí una operación consultada hace ya veinte años y que hoy tenemos dificultad por referenciar la ubicación del documento en el archivo histórico. La transacción que a continuación presentaremos nos sirve para aventurar, reconocemos que de un modo un tanto arriesgado, el papel de la villa de San Clemente y su feria de septiembre como lugar de encuentro comercial y, esta es nuestra hipótesis, financiero de la comarca. La feria anual de 14 de septiembre se nos presenta así como el lugar y fecha elegidos para los pagos pendientes de las transacciones que se habían realizado unos meses antes.

El mes de julio de 1654, una fecha en la que las transacciones económicas habían debido declinar, dos vecinos de Valdeganga, lugar de la jurisdicción de Cuenca, se hallan presentes en la villa de San Clemente para concretar la compra de una partida de lana al cura don Juan Gregorio Santos. Por la escritura de obligación, fechada el 10 de julio, hemos de suponer que estos dos vecinos, llamados Francisco Calleja y Francisco Valera, desempeñaban el papel de simples regatones, es decir, intermediarios que deambulando por los diversos pueblos realizaban la compra de lana para ponerla en manos de tratantes de mayor peso. En esta escritura el negocio que se trata es la compra de una partida de lana al mencionado cura, de la que se pospone una parte del pago de la operación, 232 reales de vellón, al mes de septiembre, sin duda esperando disponer los dichos regatones de liquidez una vez revendida la lana.

los quales dichos ducientos y treinta y cinco reales le daremos y pagaremos para el día catorce de setiembre  feria de esta villa de este presente año de la fecha desta escritura con las costas de la cobrança y si para el dicho día y plaço no pagare a la persona que en ella entendiere quatrocientos maravedís de salario en cada un día de los que en ella se ocupare con más los de la yda y buelta a esta uilla por los quales se nos pueda executar y execute como por la deuda principal

La feria del catorce de septiembre se convirtió en feria franca de tres días por privilegio concedido por Felipe V el 21 de agosto de 1708 a la villa de San Clemente por su contribución a la Guerra de Sucesión. Pero aparte de la novedad de no pagar alcabala, la feria, tal como aportó don Diego Torrente con el estudio de las actas municipales (1), se venía celebrando desde mediados del siglo XVI (y seguramente antes). Las relaciones Topográficas constatan la regularidad de su celebración todos los años con una duración de seis días a partir de la festividad de la Vera Cruz. Aunque los derechos e impuestos eran moderados, se gravaban especialmente las ventas de mercaderías por los extranjeros, que debían pagar un real de alcabala. Además era fuente de ingresos para el propio municipio que exigía medio real de cada millar de lo compraren en concepto de renta de la correduría.

La feria del 14 de septiembre debió suponer un acicate para el desarrollo económico de la vida de San Clemente. Ese día de la Vera Cruz, se celebraba además una de las festividades más importantes del pueblo con una misa y procesión solemnes de cofrades de la cofradía de los Cuatro Evangelistas y Vera Cruz. Las representaciones religiosas unidas a las transacciones comerciales, y financieras, de la feria hacían de la fecha un día grande para el pueblo. No hemos de obviar que la feria coincidía con los inicios de la primera actividad económica de la villa: la vendimia.

Hemos de pensar, tomando el ejemplo de la obligación citada, las numerosas transacciones que se contraían y cerraban ese día, que haría de la feria de la villa de San Clemente el centro económico de la comarca, donde además de las transacciones diarias de compraventa se cerraban otras operaciones de carácter financiero en las que se saldaban deudas contraídas en operaciones de meses anteriores y los intereses con que se gravaban, tal como hemos visto en el anterior párrafo transcrito. El valor de esta feria para el desarrollo del pueblo y posiblemente para desvelar la existencia de una pequeña Medina del Campo a nivel comarcal está por descubrir en las múltiples transacciones que recogen los protocolos notariales.

(1)TORRENTE PÉREZ, Diego:  Documentos para la Historia de San Clemente. Tomo II. 1975. pp. 211-214

FUENTES:

AMSC. (sin localizar), Escritura de obligación a favor de Juan Gregorio Santos de una venta de una partida de lana a dos vecinos de Valdeganga. 1654


lunes, 23 de noviembre de 2015

Venta de añinos en la Roda para un sombrero de Lisboa (1554)

Presentamos este testimonio de un escribano de La Roda como curiosidad, pero también por darnos una pequeña idea de la amplitud de las relaciones económicas del momento. Se trata de una compra de sesenta arrobas de añinos, pieles de cordero de menos de un año, por un sombrero de Lisboa para lo que se vale de dos agentes de Alcázar de San Juan, que hacen la compra en la villa de La Roda.

Yo Alonso de Buen Cuchillo escriuano público en esta villa de la Roda e vno de los del número della doy fe e verdadero testimonio a todos los señores que la presente vieren en como oy día de la fecha desta ante mí el dicho escriuano e de los testigos ynfraescritos paresçió vn honbre que se dijo por su nonbre hernán sánchez vezino que dixo ser de la villa de alcaçar e hizo mostraçión de un poder signado de escriuano público según que por el paresçia el qual dicho poder lo daba hernando de valladolid sonbrerero vezino de la çibdad de lisboa al dicho hernán sánchez e a pedro sánchez de villa rreal vezino de la dicha villa de alcaçar para conprar sesenta arrovas de añinos para el dicho henando de valladolid , el qual dicho poder yo el dicho escriuano doy que fe que vi e ley según que todo y más largamente consta y paresçe por el dicho poder a que me rrefiero y agora el dicho hernán sánchez dixo que por quanto por virtud del dicho poder  y en el dicho nonbre el a conprado en esta dicha villa de la Roda sesenta arrovas de añinos prestos de çiertos vecinos desta villa que son las siguientes:
  • primeramente del bachiller diego de rrozas nueve arrovas e diez e siete lybras
  • y de juan muñoz el viejo seys arrovas
  • y de juan muñoz el moço honze arrovas y medio
  • y de diego gómez treze arrovas y media
  • y de martín de la parra el viejo ocho arrovas e ocho lybras
  • y de sabastián tenprado dies arrovas y de françisco cano una arrova
e son por todas las dichas sesenta arrovas de añinos  e pidió a mi el dicho escriuano rresçibiese juramento de los susodichos e de cada vno dellos si es verdad que al dicho hernán sánchez le vendieron la cantidad de añinos de suso declarados cada vno de ellos lo que les pertenesçe e lo que dieren e aclararen baxo de vn sygno se lo diese por testimonyo para guarda e consevaçión de su derecho e yo el dicho escriuano visto lo susodicho en mi presençia los susodichos e cada vno lo que le pertenesçe según que de suso declara de todo lo qual el yo el dicho escriuano doy fe e fueron testigos a lo que dicho es pedro alonso e villa miguel martines veçino desta dicha villa de la Roda que es fecho en la dicha villa de la Roda en vltimo día del mes de mayo de mill e quinientos e çinquenta e quatro años por ende en testimonyo de verdad fize aquí estemio sygno (signo) a tal
                                              alonso de buen cuchillo (rúbrica)

FUENTE

AMSC. ESCRIBANÍAS. Leg. 28/7, Compra de sesenta arrobas de añinos por Hernán Sánchez, vecino de Alcázar. 1554

domingo, 22 de noviembre de 2015

Fraude fiscal y actividad económica en San Clemente hacia 1580

El 22 de noviembre de 1586, Diego Ramírez Caballón es llamado a declarar por su gestión como fiel de las tercias reales de la villa de San Clemente el año de 1581. Lo hará ante el juez administrador de rentas Rodrigo Méndez y el alcalde ordinario Juan López de Garcilópez. De su declaración podemos extraer un poco más de información sobre la economía sanclementina de aquella época; de otros testimonios, fruto de las averiguaciones del juez administrador Rodrigo Méndez, conoceremos los importantes niveles de fraude.

Después de reconocer que había desempeñado el oficio de fiel de las tercias de su majestad de la villa de San Clemente el año de 1581, Diego Ramírez Caballón exhibió una relación pormenorizada de las cuentas que había presentado hacía cinco años:

         fuele mandado exiba la copia de la tazmía de los frutos que a su magestad perteneçieron de las dichas tercias del dicho año el qual exibió e presentó una quenta original firmada de mosén ruuí de bracamonte dávila gobernador deste marquesado e de martín sanz de fuentes juez de su magestad que vino a esta villa con comisión rreal a tomar quentas de las rrentas deste marquesado del dicho año ... por la qual pareze que a su magestad perteneçieron  de los frutos de sus terçias el dicho año lo siguiente:
  • çiento y treinta cabeças de ganado y un quarto de cabeça
  • doçientas y quinze fanegas y nueue çelemines de trigo
  • ocho fanegas y cuatro celemines y un quartillo de centeno
  • beinte y una fanegas çinco celemines de abena
  • mill e quinientas y quatro arrovas de vino
  • çiento y treinta e nueue de cargas de uva
 y esto es lo que a su magestad pertenesçió y ubo de las dichas terçias los quales dichos frutos pareze que se bendieron en la manera
  • el ganado a quatro rreales y quartillo cada uno que montaron diez e siete mill e çiento e diez maravedíes y medio
  • el trigo a la tasa rreal que entonzes auía de honze rreales la hanega que monta ochenta mill e seisçientos e un maravedíes
  • la çevada a la tasa de cinco rreales y medio cada hanega que montan quarenta y quatro mill e tresçientos y quarenta y seis maravedíes
  • el bino a dos rreales cada arroba se bendió en pública almoneda en quien más dio pareçe que monto çiento y dos mill e doçientos setenta e dos maravedíes
  • las çiento y treinta e nueve cargas de uba a dos rreales y medio que balió honze mill e quinientos e sesenta mill maravedíes
  • el çenteno a la tasa de doçientos maravedíes que montó mill e seisçientos y setenta y çinco maravedíes 
  • la avena a la tasa de çien maravedíes que valió dos mill e çiento e quarenta e dos maravedíes
por manera que valieron los dichos frutos doçientos y sesenta y un mill e çiento y çinco maravedíes y medio.

Se podría apostar por estas cifras para recomponer el valor de la producción sanclementina, de hecho éste es el único año del período 1579-1584 del que disponemos datos de las tercias, pues el resto de años los fieles que administraron las tercias alegaron no disponer de copia de tazmías que justificaran los ingresos. Pero estaríamos ocultando un parte de la economía que no estaba gravada con imposición alguna; el propio Rodrigo Méndez llegó a confesar que el montante de la alcabala recaudado no llegaba al 3 por ciento del valor de las transacciones, cuando se trataba de un gravamen del 10 por ciento ad valorem.

Disponemos de acusaciones genéricas de fraudes contra los llamados ricos, que protegidos por sus paniaguados las justicias locales, no declaraban las ventas o las realizaban en tierras de señorío; pero también de acusaciones concretas. Tal es el caso de la alcabala de ganados y lanas de San Clemente en 1583, administrada en régimen de fieldad, que, en testimonio de su fiel administrador, padecía de un constante impago por los ganaderos ricos del pueblo. Ese año las rentas reales del Marquesado de Villena fueron administradas directamente por el administrador de rentas licenciado Mieses, que intentó además el cobro y percepción del producto de las tercias en especie, intentando romper el monopolio de la venta de los frutos de las tazmías por las oligarquías locales.

En San Clemente, el administrador de la alcabalas de ganados y lanas fue Miguel Sánchez del Hoyo, que optó por establecer conciertos con los vecinos para garantizarse una cantidad fija de recaudación, pero no por ello dejó de denunciar las operaciones y ventas de los ricos del pueblo que apenas si estaban gravadas con imposición alguna. Uno de los vecinos que se había concertado era Antonio García Monteagudo, por él y por su madre viuda, María Álvarez de Tébar, por la cantidad de doce ducados. En una operación, sin duda fraudulenta, había vendido a su propia madre, allá por los meses de junio y julio de ese año 1583, alrededor de seiscientas cabezas de ganado primales a precio de catorce reales cada una. La venta le supuso un beneficio de 8.400 reales, es decir le hubiera correspondido de pagar 840 reales de alcabala, equivalentes a 76 ducados. Poco después su madre vendería a un vecino de Cuenca, que decía ser abastecedor de carnes de esta ciudad (quizás este dato nos dé una idea del potencial ganadero de la villa de San Clemente), 550 carneros a veintiún reales cada uno, montando la venta 11.550 reales, correspondiendo una alcabala teórica de 1.155 reales, o sea, 105 ducados. La suma de ambas operaciones en apenas dos meses, suponía una alcabala que multiplicaba por quince la cantidad del concierto. El fiel añadía que se dejaba por cuantificar la venta de la lana y, añadimos nosotros, seguramente otras ventas de ganado.

Pero los Monteagudo era una familia más de los ricos ganaderos poseedores de 2.000 a 4.000 cabezas, aunque en su caso creemos que superaba esa cifra. El regidor Diego Alfaro se concertó con el licenciado Mieses por 44 reales por la alcabala de ganados; pasados unos días de San Pedro y San Pablo vendió ganado a los carniceros de la villa por valor de 4.000 reales, lo que hubiera supuesto una alcabala de 400 reales. Otro regidor, Hernando de Avilés, se había concertado por 40 reales, pero había vendido una cantidad indeterminada de borregos a 6.75 reales cada uno y otro hatajo de ovejas y lanas. El abogado de la villa, licenciado Agüero, se había concertado por tres ducados; había realizado varias ventas: a un vecino de la villa, más de cien borregos a diez reales cada uno y un hatajo de ovejas a siete reales y medio la cabeza.

 Había otros ricos que habían optado por la solución del concierto, así Ginés de la Osa; la cantidad acordada, 23 ducados, nos da una idea de que debía ser uno de los principales ganaderos del pueblo. Sólo una venta de 400 carneros a su convecino Bautista de Alarcón y a Hernando de Araque, vecino de Belmonte, a 22 reales cada uno, le hubiera obligado a pagar ochenta ducados de alcabala según el fiel, que no contaba la venta de la lana y otras operaciones. Por último, se citaba entre los concertados al regidor Juan de Oropesa, por doce ducados; sus ventas incluían 300 carneros a su hermano Alonso y otros 200 al carnicero Pedro Sánchez a precios que iban de ducado y medio a dos ducados la pieza, también vendió la lana de los mismos. En conjunto la venta de ganado y lana debió aproximarse o superar la cifra de mil ducados, ni qué decir tiene que los doce ducados se alejaban bastante de los 100 ducados a pagar de la alcabala.

En suma, según las operaciones denunciadas por el fiel Miguel Sánchez del Hoyo, que no deberían incluir todas las ventas, los conciertos firmados por los principales ganaderos de San Clemente con el licenciado Mieses les había supuesto un negocio redondo: pagaban solamente el diez por ciento de lo que debían pagar e incluso la cifra a veces bajaba por debajo de ese umbral. Dicho de otro modo el fraude, en este caso, consentido no creemos que de buena gana, se situaba en el noventa por ciento de la recaudación fiscal.

A comienzos de los ochenta el valor de lo recaudado por alcabalas y tercias en San Clemente, excluido el fraude, se situaba por encima de los dos millones y medio de maravedíes. La cifra suponía triplicar la recaudación de quince años antes y cuadruplicar la de mediados de siglo. La villa se había encabezado, poco antes de la guerra de las Alpujarras, en 1566, por valor de 1.179.570 maravedíes, y catorce años antes lo había hecho por 701.000 maravedíes. La duda es qué parte correspondía a nueva recaudación procedente de fraude destapado por la labor del administrador Rodrigo Méndez y qué parte a una explosión de la actividad económica de la villa, para la que la guerra de Granada fue un impasse fácilmente superable. Sabemos que en las averiguaciones de 1576, había descubierto fraudes por valor de 250.000 maravedíes para las villas de Albacete y San Clemente, cifra que no explicaría el aumento recaudatorio. Una explicación más racional de este aumento nos lo da el abandono del régimen encabezamiento de rentas por otro de arrendamiento o de fieldad, es decir, administración directa. Incluso Rodrigo Méndez prefería el primer sistema al segundo; razón no le faltaba si nos fijamos en los fraudes de las ventas de ganado examinadas. Pero el sistema de arrendamiento también topaba con los límites de las pujas que los arrendadores estaban dispuestos a hacer. Entonces, ¿qué puede explicar el aumento recaudatorio si no es una implosión económica en el último tercio del siglo? ¿cómo explicar la remodelación urbanística del pueblo en estos años o los propios límites del crecimiento económico, que llevaba a alertar a la villa de la necesidad de limitar el cultivo de viñas por entrar en colisión con otros sectores en rápido crecimiento como la ganadería o estancados como los cereales?

 El desarrollo económico tenía sus causas en una afortunada especialización en las actividades vinícolas y ganaderas, pero el empuje definitivo lo dio, en mi opinión, la preponderancia de San Clemente como centro político. Quizá esa sea la explicación más plausible de la desaparición de la gobernación del Marquesado de Villena; el despertar político de San Clemente y su desarrollo económico, paradójicamente impulsado por los préstamos de vecinos albaceteños, chocaba con los intereses ganaderos de Albacete. Cuando se desgaja la parte sur del Marquesado, San Clemente perderá los graneros de Albacete o Chinchilla, por esa razón mandará a su procurador Francisco de Mendoza a asegurarse la fidelidad de Villarrobledo, visto como granero alternativo, al nuevo corregimiento de las diecisiete villas. El resto es conocido, Villarrobledo, que pronto iniciaría la decadencia de su economía cerealista, al igual que Albacete, también entraría en colisión con San Clemente, que intentaría salvar su economía con el control de la tesorería de rentas reales del Marquesdo y el producto excedentario de las tercias. Solución transitoria en tanto reconvertía su propia economía a otra más equilibrada con mayor peso del cereal frente a la vid.

Si comparamos las cifras de las tercias de San Clemente con las conocidas de Albacete para las mismas fechas se constata el dominio apabullante de la producción ganadera y cerealista. El valor de las tercias de Albacete ascendía a 725.700 maravedíes por 261.105 maravedíes que valían las tercias de San Clemente.  Basta con ver los datos arriba expuestos y comparar, fraudes aparte, la 140 cabezas de ganado de las tercias de San Clemente con las más de 1.000 cabezas de Albacete o las 500 fanegas de granos de tercias (215 y 237 fanegas de trigo y cebada) de la primera con las 580 fanegas de trigo, 738 fanegas de cebada y 48 fanegas de centeno de la segunda villa. Datos aportados en el caso de Albacete para 1582.

La dependencia en granos de San Clemente era clara, su limitado desarrollo ganadero también. Cuando San Clemente intentó a finales de siglo el desarrollo ganadero llevando sus ovejas de los pastos comunes de la tierra de Alarcón a integrarse en los circuitos trashumantes que tenían por extremos los pastos de Chinchilla y los valles de Murcia obtuvo por respuesta las cortapisas de Albacete. Valga como ejemplo la exigencia de derechos aduaneros por pasar las ovejas los límites de las diez leguas de la raya de los Reinos de Aragón.

Y sin embargo, San Clemente tenía una ventaja en la producción vinícola. El valor de las tercias de vino y cargas de uva rondaba en esta villa las 2.000 arrobas. Aunque no disponemos de datos del valor en especie del producto de la uva de Albacete, sabemos que traducido el producto de las tercias a dinero era de 39.627 maravedíes por los 124.000 maravedíes de San Clemente; es más la alcabala cobrada por las ventas del vino, alcanzaban en San Clemente los 454.600 maravedíes por los 60.250 de la villa de Albacete.

Pero San Clemente era más cosmopolita que Albacete, tierra de labradores. A pesar de que San Clemente contaba con un mercado franco los jueves, la recaudación de su alcabala del viento  sobre la venta de mercaderías foráneas era superior a la de Albacete, 420.000 maravedíes frente a 354.000 maravedíes. Es más San Clemente aportaba otros 70.000 maravedíes de la actividad de sus tenderos y superaba a Albacete en la alcabala del hierro y corambre. Incluso, a pesar de su menor potencial ganadero, no le iba muy a la zaga en las transacciones de reses, actuando como centro comarcal. Pagaba también 123.000 maravedíes por la alcabala de aceites y pescados, que apenas aportaba valor en Albacete. Esta villa solo destacaba curiosamente en la alcabala de zapateros. Así, y a diferencia de las tercias, los niveles recaudatorios de alcabalas eran prácticamente similares.

Nuestra conclusión es que Albacete tenía la primacía como centro productor, salvo en el vino, y San Clemente se había convertido en centro comarcal de intercambios y servicios. Ese carácter de centro comercial de San Clemente es lo que le daba su hegemonía política, a pesar de su menor potencial económico, sobre el resto de las villas, convirtiéndola en lo que se llamó la pequeña corte manchega, haciendo de ella una sociedad más diversa con una alta presencia de clérigos, hidalgos y todo tipo de oficios artesanales y de una gran riqueza cultural, como demuestran sus edificios públicos y las representaciones teatrales, religiosas y festivas que se desarrollaron delante de los mismos.

FUENTE

AGS. EXPEDIENTES DE HACIENDA. Leg. 202, fol. 6-XIV. Averiguación de rentas reales y vecindarios del Marquesado de Villena. 1586

sábado, 14 de noviembre de 2015

Censo de pecheros de 1528 en las tierras del Marquesado de Villena

Se exponen los vecinos pecheros en el año de 1528 en el territorio del Marquesado de Villena y pueblos comarcanos de la provincia de Cuenca. También se adjunta la parte baja del Marquesado, que contiene una breve referencia sobre las actividades económicas. Los datos fueron tomados el año 1527. Sólo se cuenta la población pechera, excluyéndose hidalgos y religiosos. Hay que tener en cuenta que no hablamos de habitantes, sino vecinos, es decir, cabezas de familia o casas. El índice multiplicador para hallar el número de habitantes, se sitúa en torno a cuatro personas por vecino, pero estos índices son muy discutidos.
Las referencias a tierras hay que tomarlas con reservas; así la tierra de Requena, incluye pueblos de villas emancipadas del antiguo suelo de Alarcón. Creemos que estas divisiones fueron la base posteriormente para el reparto de soldados, tal caso se dio el año 1631, para la asignación de soldados para la dotación de presidios.



TIERRA DE REQUENA:
  • Mira, 143
  • Utiel, 473
  • Requena, 719
  • Almodóvar del Pinar, 160, señorío de Alonso Ruiz de Alarcón
  • El Peral, 70
  • Piqueras, 61
  • La Motilla del Palancar, 271